El ajuste de cuentas de Fernando Vallejo
El mexicano publica ‘¡Llegaron!’, una andanada contra Dios, Colombia y su familia. “La Iglesia y los políticos son roñas incurables. Y mi país, una mala patria"
—Hablo como pienso y escribo como hablo.
Con esta rotunda afirmación se abre la entrevista que Jan Martínez Ahrens realiza a Fernando Vallejo en el número de Babelia de este sábado en su casa en Ciudad de México. Allí, en la frondosa avenida de Ámsterdam, pasea cada día a su perra, Brusca. Es un hombre elegante, de talante bondadoso, pero que, en su conversación, guarda siempre una navaja bien afilada. Preguntarle es verla brillar. Salvaje y tropical.
"PREGUNTA. El libro se abre y cierra con exclamaciones. ¿Hay algo así como un ritmo exclamativo?
RESPUESTA. Exacto. Con exclamaciones. Solo que antitéticas. La de entrada es “¡Llegaron!”. Y la de salida “¡Se fueron!”. Claro que llegamos, claro que nos fuimos, como llegamos todos y nos habremos de ir todos. La literatura se escribe en prosa y la prosa antes que nada es ritmo. Pero del bueno. No los octosílabos asonantes y sonsonetudos de García Lorca"
El libro de la semana es En movimiento. Una vida, de Oliver Sacks, reseñado por Javier Sampedro. Javier Rodríguez Marcos aborda en su texto Cuarenta años de novedadel surgimiento de un nuevo lector en la Transición, que empezó a consumir la obra de los novelistas españoles, y cómo, tras algunos tanteos, la Guerra Civil se impuso como el gran tema literario. A raíz de la publicación de Jesús de Polanco. Capitán de empresas, el suplemento analiza la obra del empresario y ofrece fragmentos de su biografía.
Babelia propone analizar la actualidad cultural Cuando los escritores no bastan: El papel de los editores es analizado por Leila Guerriero; y takmbién se aborda el matrimonio entre literatura y sociedad civil que proponel el Festival Eñe para su edición de este año, que se celebrará los días 20 y 21 de noviembre en Madrid.
Por su parte, Antonio Muñoz Molina hace en Cuadernos encontrados una defensa de la parte más manual del trabajo literario. “La lisura sin tacto de lo digital acentúa en el escritor el remordimiento de no estar trabajando con las manos”, asegura. Estrella de Diego también lamenta que ya no escribamos a mano, y Manuel Rodríguez Rivero le busca cinco pies a Sigmund Freud.
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