“Lo último que compré y me encantó fue una cebra disecada”
El periodista estadounidense Jon Lee Anderson responde al carrusel de preguntas de este diario
Jon Lee Anderson (Long Beach, 1957) tiene dos grandes especialidades: América Latina y las guerras. Ha contado los conflictos bélicos en Afganistán, Libia, Irak, Liberia, Angola, Siria. También ha escrito perfiles de personajes como Hugo Chávez, Gabriel García Márquez, Augusto Pinochet. Anderson, que escribe para The New Yorker, es el autor de una de las biografías más reconocidas del Che Guevara: Che Guevara: una vida revolucionaria. Además, es profesor de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
¿Quién sería su lector preferido?
Un lector con poder de decisión para modificar políticas que nos afectan a todos. Si te refieres a una persona específica, mis lectores preferidos serían Barack Obama, Vladimir Putin y Bashar al-Assad.
¿Qué libro le cambió la vida?
L'Etranger de Albert Camus, Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, El fin del romance de Graham Green, Hijos y amantes de D.H Lawrence, El Rey Lear de Shakespeare y el Sha de Kapuscinski. Si tengo que escoger solo uno, sería un libro de fotos sobre Picasso y su familia que tenía mi madre, y que mire una y otra vez siendo niño.
¿A quién le gustaría entrevistar?
A Fidel Castro, Raúl Castro, y Vladimir Putin.
¿Quiénes son sus influencias periodísticas?
Hemingway, Orwell, Naipaul, Oriana Fallaci, Kapuscinski. Sin duda mi madre, Joy Anderson; mi primer editor, Nick Asheshov, y mis editores del New Yorker, David Remnick, Sharon Delano, Amy Davidson y Nick Trautwein.
¿Con quién le gustaría sentarse en una fiesta?
Con Bill Clinton.
Respecto a su trabajo, ¿de qué está más orgulloso?
De descubrir el paradero de la tumba del Che y así dar paso a la de los otros desaparecidos de Bolivia.
¿Cuándo fue la última vez que lloró?
Cuando vi como Jim Foley se enfrentó a la muerte. Jim y yo éramos amigos, nos conocimos en Libia durante la revolución de 2011. La última vez que nos vimos fue en 2012, justamente en la frontera turco-siria. La injusticia y crueldad de su muerte me afectó muchísimo, y todavía. El único consuelo posible es reconocer la gran valentía que mostró al final.
¿Qué lo deja sin dormir?
Pensar en las maldades que todavía puede hacer el Estado Islámico.
¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?
El de mi madre: que fuera escritor; el de mi padre: que fuera honesto.
¿Cuándo fue más feliz?
De niño, al casarme, y cuando nacieron mis hijos.
¿El mejor regalo que ha recibido?
Una escopeta 20 doble barril. El jefe de mi papá me la regaló cuando cumplí 14 años. Mi papá me la quitó casi inmediatamente después y nunca la vi más.
¿Lo último que compró y le encantó?
Una cebra disecada. Es una cebra entera, tamaño caballo, que compré hace unos cinco años en una subasta. Logré comprarla por control remoto, estaba en Sri Lanka y autoricé a una sobrina mía asistir a la subasta y apostar. La cebra, que data aproximadamente de 1850, ocupa un lugar privilegiado en mi sala. Mirarla me da una sensación cálida. ¡Me encanta!
¿Cuál es su lugar favorito en el mundo?
Ahorita mismo: Cogden Beach, en West Dorset (Reino Unido).
¿Qué música escucha en el coche?
Future Islands, John Lee Hooker, Jimi Hendrix, Simply Red, Bomba Estéreo.
¿Algún sitio que le inspira?
El valle de Rift en Kenia, la Patagonia chilena y la costa de Dorset.
¿Qué le reprochan sus amigos?
Mi falta de tiempo para atenderlos.
¿Qué cambiaría de usted?
Mi falta de tiempo.
¿Libro digital o impreso?
Libro impreso, de papel. Es mi costumbre, me gusta tocarlos, sentirlos, olerlos, además de leerlos. Leer sobre pantalla me hace sentir que no lo estoy captando todo, como si me faltara una dimensión más, que sé que existe.
Olor preferido...
A verbena, pinos verdes, césped recién cortado.
Si pudiera tener algún superpoder, ¿cuál sería?
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