Desgobierno
No sé como afecta al personal que sigue cobrando su nómina todos los meses en este país que solo exista un gobierno en funciones. Imagino que nada
Si entras en el mundo literario de Borges, y puede ocurrir en distintas épocas de la vida, aunque conviene saborearle pronto y con el paso del tiempo entender mejor lo que contaba, el poder de fascinación de sus cuentos, sus poemas, incluso de sus prólogos, te va a atrapar eternamente Lo que resultan más discutibles son sus opiniones. Algunas son inquietantes, cínicas y selectivas como: “Descreo de la democracia, ese curioso abuso de la estadística”. Otras exclusivamente miopes, inexactas y detestables como cuando calificó de auténticos caballeros a la Junta Militar argentina y a Pinochet. Un concepto extraño el suyo de la caballerosidad. Supongo que eso le costó el Nobel, lo cual fue una barbaridad. Y también dijo algo que me obsesiona, que suena a utopía ácrata, pero que sería fantástico que se hiciera real: “Quizás con el tiempo mereceríamos no tener gobiernos”.
Por ejemplo, no sé como afecta al personal que sigue cobrando su nómina todos los meses en este país que solo exista un gobierno en funciones. Imagino que nada. Y a los que andan jodidos, los que probablemente no vuelvan a encontrar trabajo, dudo que les quite el sueño saber quién va a tomar el mando de la sagrada patria en los tiempos futuros, a condición de que sigan recibiendo un mínimo subsidio de desempleo que les ayude a tardar un poco más en morirse de asco. Supongo que la única angustia ante el sainete de que ni dios se asocie para formar gobierno y ponerse a trabajar para conseguir la felicidad colectiva, la padecen los grandes poderes financieros que aún no saben con quién tienen que hablar para que su negocio siga estando protegido y floreciente. Solo ellos pueden convencer a los insolidarios para que se pongan de acuerdo. A mí me da igual la identidad de los nuevos matrimonios. Solo que el Partido Popular sea condenado a cien años de soledad. O a más.
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