Bienvenidos a presidio; ‘Supermax’ os está grabando
Daniel Burman dirige para Cuatro la primera serie en español de Globo con Santiago Segura, Cecilia Roth y Rubén Cortada
Las telenovelas de Globo son una institución de Brasil. En 2012, la presidenta Dilma Rousseff pospuso un acto político porque coincidía con el final de Avenida Brasil. Sabía que el país iba a estar paralizado frente al televisor. Algunas suceden en favelas de 2016 y otras en el siglo XVIII, pero todas salen del mismo lugar: un estudio de 1,6 millones de metros cuadrados (el doble que todo Port Aventura) a las afueras de Río de Janeiro. La construcción, como en el Hollywood clásico, es reflejo del poder del gigante de la comunicación, aunque caminando por sus platós ya no solo se oye portugués. El habitual corta se ha convertido en un corten con deje argentino en Supermax, primera serie de Globo en español y con actores de ambos lados del Atlántico.
“Las plataformas digitales demuestran que el público es igual en todos los países. Lo que cuenta es la narrativa. Se habla mucho de cómo vemos la televisión, pero lo importante es que es mejor. El espectador está educado y no tomamos esa reprobable postura de creernos más listos”. Dentro de una carpa, el director Daniel Burman trata de hacerse escuchar rodeado de un equipo de unas 30 personas en el que el acento brasileño se mezcla con el argentino. Están encerrados en la cárcel de alta seguridad donde transcurre esta superproducción de 10 episodios que se estrenará la próxima temporada en Cuatro coproducida por Mediaset, TV Azteca de México, la propia Globo y la Televisión Pública Argentina.
En la ficción, estas celdas son la macabra ubicación de un reality que encierra a ocho concursantes antagónicos. En plena emisión, sin embargo, algo ocurre en el exterior. El programa se apaga y nadie puede salir. Es el momento de luchar por la supervivencia. Los actores Cecilia Roth y Rubén Cortada (El Príncipe) interpretan a inquilinos en estos pasillos de sangriento pasado y Santiago Segura se convierte en maestro de ceremonias.
“La televisión y su exhibicionismo son excusas para unir personajes que en otras circunstancias no se cruzarían. La base es la psicología de personas con un pasado que no aguantan su existencia y que buscan algo”, explica Burman, que se atreve con el thriller de acción tras destacar en el cine con dramas intimistas como El Abrazo Partido. “Es lo mismo. Una historia por contar y personajes a quienes les pasan cosas. Que la gente lo vea tapado en su cama con una pizza junto a su amante o desnudo es una experiencia perturbadora, pero no menos intensa”.
Segura, que no había hecho papeles regulares en televisión, solo lleva un día de los tres meses de rodaje aunque lo tiene claro: “He venido porque pagan, porque estamos en Río y porque me llamó Burman”, bromea rodeado por el frondoso paisaje de estos estudios en plena naturaleza y entre favelas de cartón piedra y 300 carritos eléctricos que comunican los platós. Tras pasar por maquillaje y peluquería, con traje a medida y peluquín, el español adopta los rasgos de uno de esos “miserables” histriones por los que es famoso; un presentador venido a menos después de que lo pillaran chivando las respuestas a los concursantes.
El retorno del exagerado Orlando a la televisión lo acaba haciendo partícipe de la máxima crudeza de la cárcel. “He hecho poco fuera de la comedia. Siempre intento llevar los personajes al humor. Es un reto, es sobre relaciones. El presentador es mezcla de Johnny Carson, Joaquín Prat o ese Jesús Hermida que se gustaba. ¿Cómo sería si siguiera hablando así siempre?”, pronuncia imitando.
Entre los presos está la argentina Roth, que interpreta a una mujer “con fantasmas” que ve a su hijo muerto en la cárcel: “Es una experiencia que recordaré con el tiempo. Es puro terror psicológico”. Entre barrotes no solo hay locura, sino también criminales peligrosos, como el imponente Mercurio de Cortada: “Un tipo duro que no cree en nadie, sin bandera. Como el resto, justifica su psicopatía. Cada personaje está elegido para chocar”. Las nacionalidades incluyen también a los argentinos Antonio Birabent, Alexa Moyano, Laura Novoa, Guillermo Pfening, Juan Pablo Geretto y Nicolas Goldschmidt, el uruguayo César Troncoso, el mexicano Alejandro Camacho y los brasileños Laura Neiva y Felipe Hintze. “Burman busca el realismo, aunque se aprende mucho de cada escuela”, subraya el cubano que, después de pasar por Rio de Janeiro, viajará al desierto de Jujuy en Argentina para los exteriores más áridos.
Supermax nació como adaptación de la serie homónima de Globo todavía no estrenada, pero Burman aporta un enfoque, tramas y personajes concretos: “Tomé otra dirección partiendo de la misma premisa. El equipo es el mismo pero con mi visión”. Roth, veterana ya en televisión, confirma la personalidad del cineasta que la dirigió en El Nido Vacío y que ahora prepara la primera serie de Netflix Argentina: “Los brasileños son más exuberantes, nosotros terrenales y personales”. De lo personal quiere llegar a lo general, a una audiencia de 500 millones de hispanohablantes.
Telerrealidad extrema
Entre personajes disfrazados de época e iglesias de distintos movimientos artísticos, desde el carrito se atisba la casa de Gran Hermano y el escenario de La Voz, grabados en los estudios Globo. El reality ficticio de Supermax lleva el género un paso más allá, o quizás no: "Podría ser real. Estamos en el límite. Lo próximo son cacerías humanas de ciencia-ficción. No creo que superemos esa barrera ética. Estaríamos abocados al apocalipsis", cree Segura.
Burman insiste en que la idea de Supermax no es una crítica como Unreal o Dead Set a la telerrealidad, sino una excusa para crear drama humano: "Son formatos que me gustan, pero no sé si podría hacer un personaje 24 horas. Aquí ya voy a sufrir sin una cámara mirándome. Es un reto profesional y divertido", concluye el protagonista de Torrente.
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