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Van Gogh no alucina cuando pinta

El museo del artista en Ámsterdam recorre los últimos 18 meses de su vida en una muestra que investiga sus enfermedades

Isabel Ferrer
Retrato del doctor Félix Rey, de Van Gogh, que se exhibe en Ámsterdam.
Retrato del doctor Félix Rey, de Van Gogh, que se exhibe en Ámsterdam.

Vincent van Gogh es uno de los enfermos más famosos de la historia del arte, y su oreja cortada, la dolorosa prueba del coste de su pasión. Porque se la rebanó casi entera, tal y como ha podido demostrarse ahora gracias a una nota manuscrita de Félix Rey, el médico que le curó en la ciudad francesa de Arlés. Resuelto este enigma, quedaba por despejar el de su trazo vigoroso, intenso... ¿enfermo? En otras palabras, se trata de saber si pintaba de esa forma poseído por algún trastorno físico o mental, como se ha sostenido en numerosas ocasiones.

En absoluto. Su excepcional pincelada no era el resultado de una dolencia mal diagnosticada, o peor tratada. Es más, cuando padecía un ataque, los médicos se lo quitaban todo, lienzos, pintura o trementina para evitar lesiones. Era solo su estilo, marcado, desde luego, por sus circunstancias vitales y un mal misterioso todavía por identificar. ¿Padecía epilepsia, esquizofrenia, vértigo, neurosífilis, tal vez un envenenamiento debido a la absenta que bebía, y a los óleos mismos, ingeridos al mojar el pincel con los labios? Al borde de la locura: Van Gogh y su enfermedad es la primera exposición que investiga dicha influencia en su obra, y el museo que lleva su nombre en Ámsterdam espera iluminar un caso cerrado en falso. Porque, sin cadáver, no hay crimen. Y sin paciente, tampoco un diagnóstico fiable.

Durante decenios, se ha especulado con la naturaleza de la autolesión de Van Gogh, ocurrida el 23 de diciembre de 1888. Se ha dicho que fue una porción pequeña del pabellón auditivo, a resultas de su mala relación con su colega francés Paul Gauguin. Con él compartió un taller en la famosa Casa amarilla, de Arlés, retratada ese año por el holandés. Cuando se pelearon, Vincent no pudo soportar la tensión. También se ha especulado con que el episodio pudo costarle muy caro, porque seccionó todo el lóbulo. Y lo contrario, que se trató solo de un arrebato que valía la pena exagerar dada la personalidad de su protagonista.

Revólver con el que supuestamente se disparó Van Gogh.
Revólver con el que supuestamente se disparó Van Gogh.

Una nota manuscrita del doctor Félix Rey, que le cuidó en 1888, ha despejado todas las dudas. Rey era un hombre amable que le tenía aprecio. En 1930, le contó lo sucedido al escritor estadounidense Irving Stone, autor de una biografía titulada Pasión por la vida. La misma que apuntaló el guion de la película El loco del pelo rojo, dirigida en 1956 por Vincent Minelli. Protagonizada por Kirk Douglas, que logró una sobrecogedora caracterización del pintor, ha marcado la imagen del artista pelirrojo.

“Le remito encantado la información que me pide sobre mi pobre amigo Van Gogh. La oreja fue cortada con una cuchilla siguiendo la línea de puntos (según puede verse en el dibujo hecho por el médico). Espero, de corazón, que sea usted capaz de honrar el genio de este pintor especial como se merece”, añade Rey. El billete ha sido presentado por la autora británica Bernadette Murphy durante la apertura de la muestra, y ha desvelado que permaneció durante décadas en el archivo californiano de Stone. Ella lo descubrió cuando preparaba su libro La oreja de Van Gogh, sobre el que se ha basado un documental de la BBC que será estrenado a finales de año.

Compasión por los débiles

Parte médico que explica cómo Van Gogh se seccionó parte de la oreja.
Parte médico que explica cómo Van Gogh se seccionó parte de la oreja.

Por si el tajo fuera poco, el pintor envolvió la oreja en papel de periódico y se la dio a una chica que trabajaba en un burdel cercano. Llamada Rachel, las crónicas de la época dicen que se desmayó al verla. Según Murphy, su verdadero nombre era Gabrielle y tenía una herida terrible por culpa de la mordedura de un perro. Van Gogh, que intentó ser predicador, nunca perdió su compasión por los más débiles. “Es posible que quisiera darle una parte de su propia carne en pleno delirio”, apunta la ensayista.

Para la supuesta locura de la pincelada hay que preguntar a Nienke Bakker, conservadora de la muestra. “La gente intenta ver su obra a través de ese presunto desequilibrio, cuando Vincent pintaba siempre. Solo paraba durante los ataques. La enfermedad, cualquiera que fuese, cambia su vida, pero hasta en el hospital psiquiátrico le dejaban plena libertad cuando estaba mejor. Sí quiso abandonar su encierro, porque en Arlés estaba con 42 hombres y mujeres dolientes, y vio que así no mejoraba. Pero no pudo hasta que remitieron sus ataques”, dice. El museo ha repasado los últimos 18 meses de su vida, desde un autorretrato donde él mismo se ve enfermo y pálido, su posterior periplo por Francia y los internamientos, hasta el disparo final. Para ello ha reunido documentos del archivo municipal de Arlés, sus últimos dibujos, donde trabaja de memoria y vuelve a los campesinos y molinos holandeses, y la nota del doctor Rey.

La otra estrella de la cita es un retrato del médico. A Rey no le acabó de gustar cómo le pintó su paciente, y lo vendió a un marchante de Marsella. De ahí pasó a París, para recalar al final en el museo Pushkin, de Moscú. En septiembre, la sala holandesa abrirá un simposio internacional sobre las enfermedades de Van Gogh, que no alucinaba mientras pintaba.

Los trastornos mentales de Vincent

En función de los avances médicos a lo largo del tiempo, Vincent van Gogh (Zundert 1853-Auvers-sur-Oise, 1890) pudo padecer los siguientes trastornos y enfermedades mentales:

Epilepsia. Es el diagnóstico que se le dio en 1889, pero en 1922 lo definieron como trastorno psicótico de la esquizofrenia.

Neurosífilis fue uno de sus diagnósticos más conocidos, y se determinó en 1923. Años después se dictaminó que sufría psicopatía y, posteriormente, trastorno bipolar.

Envenenamiento al ingerir pintura apareció como causa en 1949, a lo que se sumó la intoxicación alcohólica (1953), el vértigo de Ménière (1979), la psicosis cíclica (1988), la porfiria (1991) y el desorden de personalidad (2000).

¿El revólver con el que se disparó?

El revólver de 7 milímetros de calibre, del fabricante galo Eugène Lefaucheux, fechado entre 1865 y 1873, con el que supuestamente intento suicidarse Vincent van Gogh, no era potente. Colocó el revólver en su corazón, disparó y la bala chocó contra una costilla y acabó alojada en el estómago. Falleció 30 horas después.
Perteneciente a una colección particular, es la primera vez que se exhibe en público el arma. La pistola estuvo desaparecida un tiempo y fue hallada posteriormente en un prado en Auvers-sur-Oise, en el sur de Francia. Allí estuvo enterrada "entre 50 y 80 años", según apuntaron ayer expertos del Museo Van Gogh.
Las fechas de fabricación y del hallazgo del revólver refuerzan la tesis de que se trataría del arma del artista fallecido en 1890. Teio Meedendorp, investigador del museo, recuerda que Vincent se desmayó tras el disparo: "Al recobrar el conocimiento y ver que había fallado, buscó sin éxito el revólver. Luego regresó dando tumbos al albergue Ravoux, donde residía".

Sin embargo, Steven Naifeh y Gregory White Smith, autores de la biografía Van Gogh: la vida, sostienen una teoría diferente: fue un homicidio por imprudencia. Unos adolescentes que jugaban con la pistola le dispararon sin querer. Para ahorrarles el reformatorio, él no dijo nada. La familia del pintor, no obstante, cree que las últimas palabras de Van Gogh son las válidas. En brazos de su hermano Theo dijo poco antes de expirar: "He sido yo y es hora de marchar".

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