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La Cultura declara la guerra a YouTube

Cientos de estrellas piden en varias cartas a la UE protección frente al portal y un reparto más justo de los ingresos digitales generados por sus obras

Tommaso Koch
Vídeo de Taylor Swift en Youtube.
Vídeo de Taylor Swift en Youtube.Gema García

Firmado, Paul McCartney. Y Pedro Almodóvar. Y Albert Uderzo. Seguramente, el presidente de la Comisión Europea reciba muchas cartas. Pero en las últimas semanas, en el buzón de Jean-Claude Juncker, se están acumulando varias misivas peculiares. Llevan, como remitente, los nombres de cientos de estrellas. Y todos piden lo mismo: que la Comisión actúe para garantizar un reparto "más justo" de los ingresos digitales y los "proteja" frente a YouTube. Los creadores consideran que el portal de vídeos les paga un porcentaje mínimo de los beneficios millonarios que saca gracias a sus obras.

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La última carta, enviada esta semana, amplía la batalla. Tras las presiones de los músicos, esta vez la lista de firmantes incluye figuras de todo el panorama artístico: cineastas, dibujantes y escritores. España es uno de los países más representados, con casi 200 profesionales, de Alejandro Sanz a Joaquín Sabina. En una Europa que se prepara para reformar el copyright, las artes gritan “basta” y piden un encuentro con Juncker: “Estimado Presidente, solicitamos que su propuesta legislativa sobre derechos de autor sea un reflejo de las necesidades de los creadores y su lucha por conseguir un trato justo a cambio del uso de sus obras online”.

La guerra se recrudece ahora pero viene de lejos. Tanto que las respectivas argumentaciones ya están instaladas en dos trincheras. Los artistas destacan que en la era de Internet sus creaciones se consumen más que nunca, pero sus ingresos apenas lo han notado. Y acusan a YouTube de enriquecerse a sus espaldas y de beneficiarse de la piratería. “Los actores dominantes del mercado son plataformas creadas a partir de contenidos subidos o agregados por los usuarios que apenas ofrecen remuneración por nuestro trabajo”, ataca la última misiva. La pelea trasciende la UE, ya que divos como Taylor Swift o Elvis Costello han trasladado la misma queja al Congreso de Estados Unidos.

El portal de Google contraataca: asegura que desde 2009 ha pagado más de 2.500 millones de euros a los creadores y que su programa Content ID ha anulado los daños de la piratería. Este sistema identifica los vídeos que violan el derecho de autor y ofrece dos opciones al legítimo propietario: eliminarlos o beneficiarse de los ingresos publicitarios que su visionado genere. “Hoy, la industria musical escoge dejar y monetizar el 95% de esos vídeos”, agrega un portavoz de YouTube.

El enredo se complicó esta semana por la publicación del “estudio basado en datos más amplio que se haya hecho nunca sobre YouTube”, al menos según Midia, la compañía que lo realizó, ya que el portal nunca hace públicas sus cifras. El informe se centra en la música y ofrece una marea de números y conclusiones que ambos bandos pueden usar como flechas en su arco.

El estudio afirma que YouTube repartió 660 millones de euros a la industria musical por derechos de autor en 2015, un 11% más que el año anterior. Sin embargo, sus visionados musicales aumentaron un 132%, hasta 751.000 millones, por lo que en proporción el gigante de Google está pagando menos a los artistas: de 0,0017 a 0,0008 euros por cada arranque de vídeo. YouTube no confirma las cifras —a preguntas de este diario, rechaza proporcionarlas— pero destaca otros aspectos del informe. Ante todo, que tres de cada cuatro accesos ya son a obras autorizadas, lo que reduciría la importancia de la piratería en su sistema. Además, consideran desde YouTube, analizar sus datos según la cantidad de clics es "un error".

He aquí una diferencia clave: los servicios de suscripción en streaming como Spotify pagan a los artistas según los streams (cada arranque de escucha) de sus obras. De ahí que este portal acabe repartiendo el 83% de sus ingresos a los creadores, según el estudio de Midia, que considera su modelo “insostenible”. YouTube, en cambio, está basado en los anuncios: paga a los creadores un porcentaje (para la música, el 55% de los ingresos relacionados con su escucha, según el informe) sobre todo en función de la recaudación por publicidad. Ambos formatos, eso sí, comparten el odio de muchos artistas: algunos han protestado retirando sus temas y el líder de Radiohead, Thom Yorke, ha llegado a comparar Spotify con “el último pedo de un cuerpo agonizando” y a YouTube con “el expolio nazi”.

La opinión del estudio de Midia, en cambio, es más equilibrada: “YouTube es a la vez el elemento más valioso del panorama musical digital y la amenaza más destructiva para la sostenibilidad del sector”. Así que el propio estudio se cierra con una pregunta: “Entonces, ¿cómo se resuelve un problema así?”. Menudo dilema, estimado presidente Juncker.

Las cifras de la batalla

El informe de Midia calcula que YouTube pagó a los artistas musicales 660 millones en 2015, la cifra más alta de su historia, un 11% más que en 2014.

Sin embargo, sus visionados musicales crecieron mucho más en el mismo periodo: un 132%, hasta 751.000 millones.

El 75% de los visionados se dirige a vídeos oficiales. Y las obras no autorizadas solo representan el 2% de los vídeos musicales más vistos.

La música genera el 30% de las visitas a YouTube, el 12% del tiempo pasado en el portal y el 9% de los ingresos publicitarios. Aún así, el 81% de los usuarios consulta vídeos musicales.

Si se suma el tiempo que la población mundial pasa frente a un vídeo de YouTube en un minuto, el resultado es de más de 400 horas, según Google.

Tras un largo reinado, YouTube acaba de sufrir en EE UU el sorpasso de los servicios de suscripción como Spotify: en el primer semestre de 2016, las escuchas musicales en estas plataformas (114.000 millones) superaron por primera vez a las de canales de vídeos como el de Google (95.000 millones), según la empresa especializada BuzzAngle Music.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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