Homenaje a Bolaño, el “hijo latinoamericano de la Ilustración”
El secretario de Estado de Cultura reivindica al escritor como clave en la literatura en español
“El mundo está vivo y nada vivo tiene remedio. Esa es nuestra suerte”. Así respondía el escritor Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953-Barcelona, 2003) a una pregunta sobre si el mundo tiene solución en la ya célebre entrevista que concedió, días antes de morir, a la edición mexicana de Playboy. Lo ha recordado el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle en un homenaje al autor con el que ha inaugurado el curso Roberto Bolaño: Estrella distante, celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander.
“Bolaño hace posible una gran literatura que colisiona con los parámetros de la sociedad del espectáculo de nuestros días”, ha dicho el político, que ha calificado al autor de novelas como Los detectives salvajes o La estrella distante como el nombre clave para comprender la literatura en español en su tránsito al siglo XXI. Un escritor dueño de una “tensión posmoderna” que se hace palpable en obras como 2666, un “espejismo crepuscular” que para Lassalle capta una sensación de “apocalipsis feliz” que han precipitado acontecimientos como el 11-S y la crisis financiera, y que “acompaña nuestra vida desde entonces”. “Hablar de Bolaño es hablar de la complejidad de nuestro mundo, de los sinsabores, de los desarraigos”, apostilló el político. Al curso asisten profesores y ensayistas como Mihály Dés, Chiara Bolognese y Roberto Brodsky.
Tres de las obras de Bolaño figuran entre las quince primeras de los cien mejores libros en español publicados durante el último cuarto de siglo, según una lista realizada en el año 2007 por críticos españoles y latinoamericanos. Lassalle ha definido al escritor como un “hijo latinoamericano de la Ilustración”, un “ser excéntrico que se sabe derrotado de antemano”. El secretario de Estado ha reivindicado el compromiso social de un escritor que fundó en 1975, con otros 19 poetas latinoamericanos, el infrarrealismo, un movimiento poético vanguardista que intentó torpedear el oficialismo cultural y político del Partido Revolucionario Institucional (PRI) —Bolaño residió en México durante ocho años—. Un “compromiso estético” antes que ideológico, con la utopía clásica, de un autor que a diferencia de algunos de sus contemporáneos “rechaza la violencia como una experiencia estética subversiva frente a la normalidad burguesa”, ha asegurado Lassalle.
El 30 de junio de 2003, dos semanas antes de su muerte, el escritor entregó a su editor, Jorge Herralde, el borrador de su último libro de relatos, El gaucho insufrible, y dio instrucciones para la publicación de su novela 2666 —de más de mil páginas— en cinco tomos. El libro, se publicó en un único volumen, quedó inconcluso, ha recordado Lassalle, que ha leído las líneas que Bolaño dejó escritas para el final de la historia y que, irónicamente, también encajan para el final de una vida: “Y esto es todo, amigos. Todo lo he hecho, todo lo he vivido. Si tuviera fuerzas, me pondría a llorar. Se despide de ustedes, Arturo Belano”.
Babelia
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