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Crítica | 'Doctor Extraño'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Alucinógeno místico

Una película más atrevida de lo habitual, con el sello humorístico y refrigerador de grandilocuencia de Marvel

Javier Ocaña

DOCTOR EXTRAÑO

Dirección: Scott Derrickson.

Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams, Mads Mikkelsen.

Género: superhéroes. EE UU, 2016.

Duración: 115 minutos.

Personaje menor para (casi) todos los especialistas dentro de la extensa galería Marvel, Doctor Extraño, creado por Stan Lee y Steve Ditko en el año 1963, tiene sin embargo unas particularidades que, en su salto a la superproducción contemporánea, modelo de facturación en el que el freno viene más impuesto por el control de la creatividad que por el del presupuesto, podían sacarlo de la condición de secundario, sobre todo en lo visual. A saber: su origen en la hechicería y en las llamadas artes místicas, lejos por ejemplo de la tecnología de Iron Man o la genética de los X-Men; su carga de profundidad espiritual, en un mundo en el que parecen de moda las creencias en el interior mientras se devalúan las exteriorizaciones de las religiones clásicas; y su carácter onírico, a veces surrealista, y en el fondo con un punto divertidamente alucinógeno.

Con todo ello, Scott Derrickson, en continuo avance desde El exorcismo de Emily Rose (2005), ha compuesto en Doctor Extraño una película más atrevida de lo habitual, con el sello humorístico y refrigerador de grandilocuencia de Marvel, en la que destacan el inacabable carisma de su reparto (Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams, Mads Mikkelsen, Tilda Swinton) y la visualización de los cambios de escenarios, universos y dimensiones, en un frenesí de acción que apenas decae. Y aunque la película no acaba de solucionar el tema de las no demasiado estéticas viñetas donde el personaje se desdobla en la mesa de operaciones, la banda sonora de Michael Giacchino (¡y el Interstellar Overdrive de Pink Floyd!), junto al sinfín de efectos digitales, esta vez muy bien acoplados en la versión en 3D, infunden lisergia y locura a un producto poco convencional.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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