Los Goya brindan contrarreloj
Los candidatos a los premios se juntan en el tradicional cóctel previo a la gala. La Academia de cine quiere una ceremonia más corta y ágil
Será una gala de los Goya distinta. Tal vez en el reparto de premios, porque las previsiones colocan a Un monstruo viene a verme, de J. A. Bayona, como favorita pero anuncian disputas apretadas en muchos galardones. Y desde luego en su desarrollo, según la presidenta de la Academia de Cine, Yvonne Blake, y su vicepresidente primero, Mariano Barroso. “La ceremonia será sencilla, con música en directo y una orquesta sinfónica, aunque sin bailarines. Queremos agilizarla y nos gustaría que durara menos, unas dos horas y media”, contaban ayer en el tradicional encuentro de los nominados a los cabezones del cine español previo a la gala. Y empezaron cumpliendo al menos en parte su promesa: si una fiesta en el Hotel Ritz de Madrid difícilmente puede ser “sencilla”, lo cierto es que la habitual cena se ha reducido a un cóctel y que el respeto de los tiempos fue impecable.
A saber, eso sí, qué ocurrirá en la ceremonia del 4 de febrero, presentada de nuevo por Dani Rovira. Ayer, en el fondo, no era más que un ensayo. De ahí que los protagonistas solo enseñaran sonrisas. Como las que acogieron el balance de taquilla de 2016: hubo 100 millones de espectadores en las salas, y 18 de ellos para el cine español. Así que en el evento apenas se hablaba de las lágrimas, desde el IVA cultural al 21% hasta la dificultad de sacar adelante un filme. Aunque para eso están los datos: casi todas las favoritas cuentan con una cadena televisiva como coproductora y, sobre todo, megafonía de promoción. “Hemos hecho magia para estar en el presupuesto”, confesaba Salvador Calvo, nominado a mejor director novel por 1898. Los últimos de Filipinas, que cuenta con nueve candidaturas.
Calvo acudía al cóctel por vez primera: tras mucha televisión, es su debut en el cine. Y para él y los otros “nuevos” está este evento, según el productor Agustín Almodóvar. Tal vez por eso su hermano Pedro y varios veteranos más se saltaron la fiesta: Penélope Cruz, Antonio de la Torre, Pedro Almodóvar o Carmen Machi, entre otros. Sí estaba Raúl Arévalo, que en su estreno detrás de las cámaras ha logrado 11 candidaturas con Tarde para la ira, entre ellas mejor película -las otras tres aspirantes son Que Dios nos perdone, de Rodrigo Sorogoyen, Julieta, de Almodóvar y El hombre de las mil caras, de Alberto Rodríguez-. Se trata del número de nominaciones ideales, según bromeaba Arévalo, porque recibir demasiadas aumenta el riesgo de que parte del público empiece a sentenciar que el filme está sobrevalorado. En todo caso, el director aseguraba que celebraría especialmente los premios al guion, escrito con su amigo David Pulido, y a Luis Callejo como mejor actor protagonista.
Lo cierto es que ambos serían de los pocos nominados en llevarse su primer goya. Este año, casi todos los directores e intérpretes protagonistas que optan al galardón ya llevan otro ganado, de Eduard Fernández a Roberto Álamo, de Bárbara Lennie a Alberto Rodríguez. Por ejemplo, ya tiene uno Emma Suárez, finalista ahora por Julieta y por La próxima piel, y que obtuvo el premio en 1996 por El perro del hortelano, dirigida por Pilar Miró. Hoy la cineasta ya no está, pero la intérprete siempre la tiene en su mente. Ayer también la quiso recordar, además de lanzar una oda a su profesión y a la firmeza: “Creo en este trabajo. Te das cuenta de que es vocacional cuando sigues peleando a pesar de todo. La libertad es una lucha, nadie te la va a regalar”.
Bien lo sabe Belén Cuesta, ella sí nominada por primera vez, como actriz revelación. La intérprete, una de las cuatro alegrías que las candidaturas regalaron a Kiki, el amor se hace, de Paco León, recordaba sus inicios complicados. “Javier [Ambrossi] y yo éramos camareros. Una noche, tras recoger, ya en el almacén, me eché a llorar. Y él me dijo que cuando estrenáramos la obra de teatro no volveríamos a trabajar allí”, relataba. Así fue, con el musical La llamada primero, con Ocho apellidos catalanes después, y ahora con el taquillazo de Paco León.
En realidad, el trampolín es privilegio de pocos. Apenas el 8% de los actores vive de su profesión, según un reciente estudio de la Fundación AISGE. En ese porcentaje, desde hace tiempo, está Bárbara Lennie. Precisamente el Goya a mejor actriz que ganó por Magical Girl fue el punto de inflexión, el “clic” en sus palabras. Es decir, ofertas, reconocimientos y que la industria sepa quién eres. Aún así, Nely Reguera no la quería para su María (y los demás): “Me hizo una prueba y no le convencí. No encajaba en el personaje de la mujer perdedora, insegura, que necesitaba. Pero me dio otra oportunidad”. Y esta vez se ganó el consenso. De la directora, y de los académicos: opta a su cuarto goya.
Babelia
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