James Franco, el cinéfago desaforado
El actor y director, que en los últimos años se ha lanzado a una producción artística desbocada, obtiene con 'The Disaster Artist' la Concha de Oro gracias a su parodia de 'The Room'
¿Tiene final James Franco? No, y desde luego no piensa parar. Tras más de un centenar de películas como actor, y una veintena como director -todas llenas de pretensiones y desafortunadas, como su constante empeño en adaptar a la gran pantalla novelas de William Faulkner- la Concha de Oro de San Sebastián le va a servir para confirmar su valía al mundo exterior. Porque lo que es él, lo tiene claro: mientras Franco (Palo Alto, California, 1978) presenta The Disaster Artist en el festival de San Sebastián (se estrenará comercialmente el 26 de enero), ya le esperan en posproducción otras cuatro películas como director, que también protagoniza. Como actor, aparece en The Deuce, la serie sobre la industria del porno de HBO, creada por David Simon, y tiene otra docena de títulos pendientes de estreno.
Por si fuera poco, le gusta escribir y componer música. Hace un par de meses reconoció el porqué de su productividad desaforado: "Empecé con algunas adicciones justo cuando inicié mi carrera como actor, a los 17 años. Pero cuando de verdad me sumergí en el cine, me convertí en un adicto al trabajo, dejé de socializar y solo cuando habían pasado 10 años descubrí que lo que me pasaba es que estaba deprimido”. Al menos, Franco -candidato al Oscar con 127 horas- tuvo un momento de lucidez, algo que nunca le ha ocurrido a Tommy Wiseau, el actor, guionista, productor y director de The Room (2003), considerada la peor película de la historia y cuya creación es el germen de The Disaster Artist. James Franco contaba en San Sebastián que recordaba haber visto, cuando se estrenó The Room, el cartel que Wiseau pagó en Los Ángeles con su cara y, su móvil. "Hay tantas malas películas que no se vuelven a ver... Y sin embargo, The Room se sigue viendo 14 años después, porque Wiseau puso su alma y su corazón en una pasión sin dobleces. ¿Es un fracaso? Pues no lo tengo claro".
De Wiseau, que aún hoy acompaña las proyecciones de su filme por medio mundo, no se sabe ni la edad, ni su lugar (o continente de nacimiento) ni de dónde sacó los seis millones de euros que le costó su largometraje. Pero Franco le tiene cariño: “Los inicios son duros. Yo también trabajé un par de meses en un McDonald’s hasta que conseguí rodar un anuncio. En fin, si solo hubiera hecho una imitación sería superficial, y hemos intentado es llegar hasta el fondo”. Al cineasta le enganchó el libro que Greg Sestero, amigo de Wiseau y secundario en The Room, escribió sobre aquel rodaje. "Leí The Disaster Artist y supe que ahí había una gran película". Wiseau asistió al rodaje y posteriormente al estreno de gala en EE UU de The Disaster Artist. "Todo el público le ovacionó. Acabada la proyección, le pregunté qué le había parecido. Me respondió que le había gustado al 99%. Preocupado, le dije: '¿Qué no te ha gustado?'. Y me soltó: 'La iluminación de la primera parte es muy pobre". Solo Franco podía estar a la altura de un ego como el de Wiseau.
En San Sebastián, el cineasta ha pasado de todo. Su chica estuvo hospitalizada día y medio en mitad de su promoción. "Está ya bien, muchas gracias", aseguró en la sala de prensa con la Concha de Oro a su lado. "Hice la película porque me habló al corazón". Y sobre que una comedia gane un festival de serie A, aseguró: "Es una historia universal, y esa es su esencia. Describe cómo un outsider quiere triunfar en el cine, y poco importa si es drama o comedia"
Babelia
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