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Solentiname, el edén artístico de Nicaragua llega a México

Una exposición en el Museo Jumex de la capital mexicana recuerda la labor artística en el archipiélago nicaragüense durante la dictadura de los Somoza y la revolución sandinista

Esculturas de Ernesto Cardenal en la exposición.
Esculturas de Ernesto Cardenal en la exposición.MUSEO JUMEX

En lugar de una corona de espinas y un taparrabos, el Cristo Guerrillero de Gloria Guevara Silva viste un blue jean y un blusón de manta blanca, ropa típica del revolucionario en la Nicaragua Sandinista del siglo XX. En el cuadro de su hermana Esperanza, La Traición, Jesús aparece vestido de la misma forma, flanqueado por guardias somocistas, guerrilleros y campesinos.

Ambas obras emblemáticas, elaboradas en los años setenta en el idílico archipiélago nicaragüense de Solentiname –motor y faro del levantamiento contra la dictadura de los Somoza- representan en el tradicional Cristo redentor y mártir a un ser humano de carne y hueso: el militante comprometido con la justicia social.

El trabajo de las hermanas Guevara es ejemplo del arte que surgió en la comunidad campesina contemplativa de Solentiname (que en náhuatl significa: lugar de hospedaje), creada por el reconocido sacerdote, poeta y escritor Ernesto Cardenal. Una “utopía social y artística” construida sobre una estética vinculada a la teología de la liberación y la justicia social.

Cortesía de Marcos Agudelo.

“Hoy es posible alcanzar la utopía de la mano del arte” pues éste es “una herramienta para repensar la realidad”, sentencia Pablo León de la Barra, el prestigiado curador mexicano de la muestra Sueño de Solentiname recién inaugurada en el Museo Jumex de Ciudad de México, con la idea de revivir la práctica artística como “compromiso social y político”.

En efecto, en la comunidad que Cardenal -cuya preocupación siempre han sido los oprimidos, los campesinos, los humildes- fundó en Solentiname, el arte fue “expresión política, apoyo económico y estilo de vida para sus habitantes”.

Mientras duró el Frente Sandinista de Liberación Nacional en el poder (1979-1990) en Nicaragua, el Cardenal de Solentiname, de la mano del entonces joven artista Roger Pérez de la Rocha, estimuló la creatividad de los campesinos locales, quienes elaboraron cuadros alegóricos mezclando imágenes bíblicas con su realidad política.

Iglesia reconstruida.
Iglesia reconstruida.Cortesía Marcos Agudelo

El trabajo de las hermanas Guevara refleja esta tendencia. Como ellas, los habitantes de la isla, que en 2003 la UNESCO denominó Reserva de la Biosfera, aprendieron a escribir poesía, trabajar con cerámica, crear artesanías en madera, cuero, cobre, bronce y plata.

La magia de Solentiname atrajo también el interés y la sensibilidad de miles de artistas locales y foráneos, como la fotógrafa panameña Sandra Eleta (1942) o la estadounidense Susan Meiselas (1948), así como del novelista Julio Cortázar, cuya visita culminó en su famoso Apocalipsis de Solentiname.

La exposición del Jumex, que finaliza el 6 de mayo, ofrece una pequeña muestra de ese mundo con pinturas de artistas locales que ahí se desarrollaron durante la dictadura de la familia Somoza y después, durante la revolución sandinista, así como con esculturas de Cardenal, recortes de periódicos de la época, fotos históricas y trabajos del urbanista Marcos Agudelo (Nicaragua, 1978).

La exposición multimedia es un sutil, pero provocador, recordatorio que lanza León de la Barra a un México que a veces olvida lo que sucede al sur de sus fronteras, siempre atolondrado por los ruidos del vecino del norte.

“En México tenemos la mirada hacia el norte y se nos olvidan nuestros vecinos inmediatos con los que tenemos muchísimo en común, especialmente cuando se trata de recuperar un momento de vanguardia artística y política en Centroamérica”, abunda el experto.

Así, la muestra de León de la Barra, recién inaugurada en el Museo Jumex, no busca llegar teñida de nostalgia del pasado. Hoy en día, los habitantes de Solentiname continúan pintando y produciendo tallas de animales en madera de balso. Y el archipiélago es actualmente un foco de atención para viajeros y artistas que buscan “un retiro inspirador”.

El también arquitecto y artista Agudelo, quien reconstruyó la Iglesia de Solentiname en 2011, acaba de anunciar un programa de residencia en la isla “que busca ser una experiencia de intercambio, experimentación y reflexión entre artistas locales e invitados”.

Así, el sitio utópico sigue siendo meca de artistas plásticos, curadores, escritores, amantes del arte e internacionalistas (sí, aún quedan algunos ejemplares en el siglo XXI). Si existe un movimiento con visión liberadora herencia del siglo XX que encarna esa vanguardia en América, se llama Solentiname.

La imagen de un cura cabello largo y canoso bajo boina negra al estilo Ché Guevara, jeans y blusón de manta blanca, enfrascado todos los domingos, no en lecturas del Evangelio, sino en diálogos con la población campesina del lugar, es una estampa indeleble en el imaginario de miles.

Es Ernesto Cardenal, el destacado religioso de la teología de la liberación del siglo XX y seguidor de Tomas Merton que creó la comunidad utópica llamada Solentiname, cuya magia evocadora perdura hasta hoy. La mención de la palabra Solentiname produce un sentimiento inmediato de “un mundo mejor” que sigue inspirando a rockeros como Mano Negra.

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