Entre Zidane y Zizek
La alta cultura aceptó que Freud estudiara los chistes porque –como mínimo desde el 'Cratilo'- el lenguaje siempre ha sido motivo de reflexión para la filosofía
A Slavoj Zizek le gusta decir que no es un provocador. En realidad, como el estudiante díscolo de la última fila, él esconde un libro de Hegel entre las páginas de una revista pornográfica. Sus colegas, dice, hacen lo contrario. Por eso se atreve a publicar un ensayo sobre el ciberespacio o un ensayo sobre Matrix. No son más que pretextos para probar la vigencia de la Fenomenología del espíritu. El pensador esloveno lleva varios cursos de ventaja, pero cada vez son más los filósofos que se sientan a su lado.
La alta cultura aceptó que Freud estudiara los chistes porque –como mínimo desde el Cratilo- el lenguaje siempre ha sido motivo de reflexión para la filosofía. Otros lenguajes, sin embargo, han tardado en ser tomados en serio. No es extraño que Gadamer sea una de las autoridades más citadas por Simon Critchley, un catedrático que lo mismo se ocupa del suicidio que de David Bowie. Padre de la hermenéutica, Gadamer decía que la interpretación que hacemos de nuestras experiencias cotidianas revela las estructuras profundas de nuestro estar en el mundo. Su método sirve tanto para Roland Barthes (semiólogo francés) como para Fabien Barthez (portero francés). Que la cabeza de ambos pueda ser objeto de estudio no significa que sean equivalentes como se temían los que en pleno auge de la posmodernidad decretaron la derrota del pensamiento.
Filósofos nada débiles como Cornel West, Marshall Berman, Avital Ronell, Judith Butler, Gayatri Spivak o Terry Eagleton han demostrado que el sexo, la clase, la raza, las novelas, la televisión y, por supuesto, Internet pueden formatear nuestras ideas más que la prestigiosa historia de las ideas. A nadie escandaliza ya que en su último libro, Saul Levmore y Martha C. Nussbaum, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2012, pasen de hablar del amor de los viejos en las obras de William Shakespeare a los distintos matrimonios de Donald Trump.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.