‘The Americans’, de espías, lealtades y finales
La serie, una joya que se marcha sin hacer demasiado ruido, ha terminado en el momento justo dejando a sus espectadores con más preguntas que respuestas
Hay series que no hacen mucho ruido. Sin dragones, sin zombis, vienen y se van sin grandes alharacas. No logran audiencias millonarias, no son sobreanalizadas ni generan sesudas teorías filosóficas a su alrededor. Entre esas series silenciosas se esconden joyas que merecen mucho más reconocimiento del que han logrado.
The Americans ha terminado con su sexta temporada y es un ejemplo de una de esas joyas ocultas. Se marcha en el momento perfecto, cuando la historia de esa pareja de espías del KGB residente en la Washington de los ochenta todavía interesaba a sus seguidores. Su mirada a la época ha huido de la nostalgia para apostar por el realismo y la sobriedad al recrear aquellos años, con una estética y selección musical cuidada al milímetro.
A través de la familia protagonista, la serie ha planteado dilemas morales y de lealtad, poniendo a Elizabeth y Philip, los dos agentes encubiertos, ante la disyuntiva de tener que elegir entre servir a la Madre Patria o su familia. Según ha avanzado la historia, el radio de acción de ese dilema se ha ido expandiendo a más campos, convirtiendo la historia en una olla a presión que de vez en cuando amagaba con explotar hasta que ha desembocado, sin precipitación, en una recta final en la que todo ha saltado por los aires.
Sin entrar en detalles, el emocionante y doloroso —a la par que consecuente— final ha dejado a sus seguidores con el corazón roto. Sabíamos que ocurriría, que iba a jugar con nuestras emociones, pero eso no lo convierte en menos doloroso. Es un final que no ha dejado todo atado. Como el resto de lo visto, cada respuesta abre nuevas preguntas en un espectador que no sabe quiénes son los buenos y quiénes los malos.
A The Americans le falta coronarse con alguno de esos galardones que hasta ahora se le han negado. Solo Margo Martindale ha logrado el Emmy como actriz invitada en dos ocasiones. Pero los excelentes trabajos de Keri Russell y Matthew Rhys merecerían mayor reconocimiento que las nominaciones que recibieron en 2016 y 2017. Alguien tiene que condecorar a los espías.
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