Daniel Monzón: “Yucatán’ no es una búsqueda desesperada del chiste”
El director estrena una comedia en la que cuenta por tercera vez con Luis Tosar
Daniel Monzón ha cambiado la moto acuática y los cuatro muros de una celda de sus dos últimas, premiadas y exitosas películas por las cuatro paredes de un crucero. Como elementos comunes: el mar y el micromundo que se vive tanto en una cárcel como en un barco lleno de turistas, pero su nueva película dista mucho de El niño (2014) y de Celda 211 (2009). Yucatán, que se estrena este viernes, es una comedia en la que el protagonista es el dinero, o más bien la búsqueda de este. Y en torno a él giran todos los personajes.
Un barco, una ruta y un tesoro que conseguir podrían ser los elementos de una película de piratas y es que, como dice el director mallorquín, Yucatán congrega muchos géneros: "Tiene thriller, cine musical, drama, un importante toque de ternura...". De hecho, para definirla ha creado uno nuevo: "Es una boat movie". "No es una concatenación de gags, es un tono. No es de esas películas en las que los personajes son meras perchas para encadenar carcajadas, no es una búsqueda desesperada del chiste. No tiene nada que ver con eso". Defiende la parte de drama que hay en las comedias y usa un clásico de ejemplo: El apartamento, de Billy Wilder. "Cuando les pasé el guion a Luis [Tosar] y a Rodrigo de la Serna me preguntaron: '¿Hasta qué punto quieres la comedia?, porque depende de cómo lo interpretemos también hay partes duras"
Estos dos actores forman parte del elenco coral del filme. Ellos son los timadores que detectan que en el crucero donde viajan hay una familia que ha ganado un gran premio de la lotería. En ese momento se convierten en su objetivo y usan todo tipo de triquiñuelas sin escrúpulos para engañar a cualquier miembro de ese clan dentro del que también hay quien mira más por el dinero que por la familia. Esta vez no es El robo más grande jamás contado, nada llega al valor del Guernica, el objetivo de su segunda película como director, pero el dinero va marcando los pasos de los personajes, que son el centro y lo fundamental para Monzón. Este es el común denominador de su filmografía: "Es lo que más me importa, que lleguen al espectador, que los entienda, que sean creíbles, que se comprendan también sus oscuridades como personas, que sean de verdad y reconocibles". Y uno de ellos es el que encarna Luis Tosar, al que Monzón, después de Malamadre -por el que el intérprete ganó el Goya como protagonista de Celda 211- y del agente de policía en El niño, convierte en Lucas, un pícaro canalla, en un registro que el actor no frecuenta: el de la comedia.
Con una cadena de televisión detrás
Mientras el crucero de Yucatán surca las salas de cine, en la incisiva Telecinco, los anuncios del filme continuarán como llevan todo el verano. El director confiesa que no vive mucho esta saturación, que ve el lado positivo y es que un ambicioso proyecto como este, que ha rodado en España, Marruecos, Brasil y México, necesita un asidero, una infraestructura fuerte. "Es cierto que una campaña de esta envergadura se la permiten las producciones americanas. En España hacemos las películas por menos dinero de lo que realmente cuestan. Esto sirve para competir de igual a igual en un mercado injusto. Se genera una expectación".
En Yucatán, el cineasta hace un homenaje a la comedia clásica. En la conversación del pasado lunes con EL PAÍS, los nombres de Wilder o de Frank Capra salpicaban constantemente la charla, también el de Luis García Berlanga -"desde la humildad", aclaró-. "No estoy imitándolos, pero soy un cinéfilo y he visto mucho cine. Cuando cocinas tu propio guiso algo aflora". Pero no solo esos, también los de Disney y Shakespeare para hablar de los personajes secundarios, avisa que no quiere ponerse pedante, y no lo hace, más bien se entusiasma aún más de lo que ya parece con su nuevo estreno. "La ambición por el dinero la viven los protagonistas desde un punto de alta comedia y también los secundarios desde un tono más popular, costumbrista, bullicioso... Lo interesante es la intersección de ambos y eso está inventado desde Shakespeare", explica tras soltar una carcajada al preguntarle si ha intentado hacer una oda a los cuñaos, ese personaje de moda y que llevan el peso de lo disparatado en Yucatán.
Sus últimos filmes fueron dos grandes éxitos de recaudación, Celda 211 obtuvo 13,1 millones de euros y El niño, 16,2. Y también en cuanto a galardones, con 8 goyas, de los 16 a los que estaba nominada la primera y cuatro cabezones de las 17 candidaturas de las segunda. Monzón dice que en los premios es en lo último que piensa cuando realiza una película: "Una comedia es un regalo al público, tiene que hacer feliz al espectador, si tiene un día aciago ha de cambiarle el estado de ánimo". "Por tanto, si hay un premio del público, bienvenido sea", declara con respecto al anuncio de la Academia de Hollywood de otorgar un Oscar al filme más popular.
Esta boat movie está a punto de partir. "Ahora ya no es mía, es de los que la ven", sostiene Monzón, que se encuentra en ese momento de volver a elegir en qué embarcarse y confiesa estar entre dos ideas que van cogiendo fuerza y que tienen poco que ver con Yucatán. Le gusta retarse y le permite seguir jugando a sus 50 años recién cumplidos.
Babelia
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