Fermín Muguruza ofrece un viaje animado a la música y las revoluciones de los sesenta
El cantante debuta en la dirección de cine con el largometraje de dibujos ‘Black is Beltza’, película que se proyecta en el Festival de San Sebastián
El 10 de octubre de 1965, en el desfile de la Hispanidad de Nueva York, que se celebra anualmente para conmemorar la llegada de Cristóbal Colón al continente americano, los asistentes pudieron ver a los míticos gigantes de Pamplona, un clásico de los sanfermines. A casi todos, porque las autoridades prohibieron que la comparsa sacara a los dos muñecos negros. De aquel momento quedan testimonios gráficos, y una de aquellas fotografías llamó la atención del músico Fermin Muguruza, que decidió que allí estaba la semilla de su nuevo proyecto, “una película de animación para adultos”, recuerda el ahora cineasta, “influido por la marca que me dejó Vals con Bashir”.
El resultado es la película de animación titulada Black is Beltza, que se estrenará en el festival de San Sebastián el viernes 28 antes de que llegue a salas comerciales el 5 de octubre. Pero para llegar hasta ese momento, el recorrido ha sido abrupto “Empecé a buscar la financiación y no fue fácil”. Por eso, antes de culminar su proyecto, Muguruza ha dado a luz un cómic, una exposición e incluso un disco, la banda sonora del filme, en el que aparecen Manu Chao, Maika Makovski, Ana Tijoux, Anari o Iseo, producidos por Raül Refree. “Hace cuatro años ya sacamos el cómic, que en realidad nos sirvió como un primer story board. Luego empezó el interés de mucha gente por los materiales que estábamos utilizando, como la música o los documentales de la época”, cuenta Muguruza, “y por eso surgieron las exposiciones. Nunca nos planteamos que hubiera una obra transmedia, pero el mismo proyecto ha ido pidiéndolo”.
Muguruza es fan de la animación surcoreana, pero su película recuerda en aroma a la china Have a nice day (2017), un país para el que ya está vendida Black is Beltza. “Ese punto algo salvaje, irreverente e independiente me parece que nos hermana”, confiesa el director, que ha volcado en imágenes su “pasión por la música negra” y su “reflexión sobre política y sociedad”. Black is Beltza acaba el 10 de diciembre de 1967, día en el que muere en accidente de aviación el mito del soul Otis Redding. En esos dos años su protagonista, un vascofrancés llamado Manex Unanue —el portador de uno de los dos gigantes negros, que decide no volver a casa y quedarse en Nueva York— recorre los principales focos de las revoluciones sociales de aquellos años: del Harlem neoyorquino y las Panteras Negras pasará a la Cuba del Che, al México de Juan Rulfo y del actor Tin Tan, al festival de Monterrey, a Argelia y al Madrid más franquista. “Aunque parezca inverosímil, esos encuentros ocurrían, había gente así, apasionados que se liaban la manta a la cabeza”, asegura Muguruza. “Esas conexiones existían, como cuando cuento que Ringo Starr le pidió un autógrafo al actor Tin Tan. Esos detalles me vuelven loco”. Como usar a grandes nombres como Mohamed Ali, Nico, Redding como secundarios de su guion. “Todo eso pasaba en un mundo en el que no había Internet”, dice nostálgico.
Muguruza nunca se había metido en una obra similar. “Lo que no significa que no sienta como mía Black is Beltza. Creo que transmite algo más de mí que lo que ha hecho la música. Es más, hay un momento en que Otis Redding canta en euskera, y la voz es la mía, en una versión que hice en 1996”. Sobre la parte político-social, el músico cuenta: “Fueron unos tiempos en que parecía que podía cambiar todo, cuando las utopías podían rozarse, nada que ver con el actual neoliberalismo atenazador”. Y finalmente, un aroma lúdico, de fiesta, que Muguruza también reivindica como suyo: “Nunca hay que olvidar el disfrute de la vida”. Por eso, la trama de guerra fría, de espías, “algo de aventura que nunca debe faltar”.
Black is Beltza cuenta con voces de muy diversas procedencias, como Unax Ugalde, Sergi López, Emma Suárez, Rossy de Palma, Willy Toledo, Óscar Jaenada o Ramón Barea, que se entremezclan con María de Medeiros, Jorge Perugorría o Isaach de Bankolé, actor fetiche de Jim Jarmusch, al que Muguruza, habitual del festival de San Sebastián, conoció en el certamen donostiarra. “Me acerqué a él cuando proyectaron Los límites del control. Y desde entonces tuvimos cierto contacto. Así que cuando busqué a alguien que diera vida a un pantera negra, le escribí, leyó el guion y aceptó”.
Del proyecto, Muguruza ha salido contento: “He disfrutado con el story board, con todo el diseño de personajes, con la suma de energías. En contra, me hubiera gustado que algunos momentos de animación estuvieran mejor”. No era su primera vez. Muguruza lleva ya 12 años en el cine, y comenzó con un documental musical como productor. Es más, es su quinta participación en el Zinemaldia.
Black is Beltza está financiada con ayudas de la ETB y del Gobierno Vasco. Según Muguruza, “no he recibido ayudas de TVE ni del ICAA porque mi nombre aún asusta a cierta gente”. El director acompañará algunas de sus proyecciones por diversas ciudades españolas, y el 10 de octubre en Pamplona habrá un acto de reivindicación: “Sacaremos, antes de la proyección, a los gigantes negros, que se merecen eso y más”.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.