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El mestizaje toma el Palacio de los Capitanes Generales

El flamenco se suma a las músicas cubanas para conmemorar con un concierto los 500 años de la fundación de La Habana

Desde la izquierda, Alain Pérez, Adonis Junior, Piraña y Adonis, el sábado en La Habana.
Desde la izquierda, Alain Pérez, Adonis Junior, Piraña y Adonis, el sábado en La Habana.JAVIER SALAS

La Habana es mucha Habana para España, y si su arquitectura, historia y cultura compartida es gigante, ni hablar de la música. Desde que llegó a Cuba la primera guitarra en un barco español, y de África, con los esclavos, el primer tambor, comenzó el mestizaje y la influencia mutua. El resultado navegó del nuevo mundo al viejo y regresó después, en un viaje apasionante que dura hasta hoy. Sones, boleros, guarachas, guaguancós... lo mismo da: la música cubana tiene alma y ritmo, componentes que enganchan a todo tipo de público y que por su carácter, y por haber nacido de la mezcla, se acoplan de forma natural a cualquier música, por ejemplo, al flamenco.

Quizás por eso, nada mejor para celebrar los 500 años de la fundación de la ciudad de La Habana que la descarga que tuvo lugar la noche del sábado en el majestuoso Palacio de los Capitanes Generales. En su patio, uno de los más extraordinarios de La Habana colonial y de la arquitectura cubana, se escucharon palos flamencos que se convirtieron en boleros o en puro jazz afrocubano, habaneras de Cádiz cabalgando en tanguillos delirantes en la voz de la cantaora Argentina, rumbas desatadas en las congas y el cajón de dos de los mejores percusionistas de Cuba y España, Adonis y Piraña, o el torrente de voz de la malagueña Genara Cortés en Bésame mucho, algo inaudito.

En clave Atlántica, el título del concierto, ofreció una hora y media larga de aventuras, sorpresas, libertad creativa e imaginación compartida, que es lo que en Cuba se llama descarga. La unión de flamenco, música cubana y jazz no es nueva, pero en los últimos tiempos ha ido cobrando un cuerpo y una energía que desborda. Es como si los más jóvenes, da igual si flamencos o cubanos, llevaran ya incorporados en el ADN el mestizaje y la fusión experimentada por pioneros como el guitarrista Paco de Lucía, el cantaor Enrique Morente, el pianista Bebo Valdés o el trompetista Jerry González, que abrieron el camino hace muchos años y cuya influencia permanece, como pudo comprobarse el sábado.

El hijo de Morente, Kiki, que desde pequeño leyó en su casa los poemas negros de Nicolás Guillén, compartió con el polifacético Alain Pérez una de las descargas más redondas de la noche: un tema que comenzó como una seguiriya y se transformó en el bolero Obsesión: “No habrá una barrera en el mundo / que este amor profundo / no pueda romper...”, para terminar en una rumba electrizante con las congas del cubano Adonis. Los rifirrafes entre la percusión flamenca y las tumbadoras del líder de la banda Osaín del Monte fueron cosa seria. El público celebró especialmente el encuentro de ambos mundos cuando subió al escenario Adonis Junior, el hijo del percusionista, que con solo 12 años toco el cajón con una maestría que hizo resoplar a Piraña: “Este niño parece que tiene 60 años”.

Himno compartido

Impresionantes Genara y Argentina al adentrarse en el repertorio latinoamericano, desde Bésame mucho a Idilio, y, más aún, cuando la segunda entonó Habaneras de Cádiz —que Carlos Cano convirtió en casi un himno compartido para ambas ciudades— y llegó el estribillo: “La Habana es Cádiz con más negritos / Cádiz, La Habana con más salero”, momento en que vibró hasta la estatua de Colón, colocada allí en 1862 como homenaje de los Capitanes Generales al almirante, en cierto modo responsable de lo que estaba sucediendo esa noche.

La idea de aplaudir a La Habana con el concierto En clave Atlántica fue de EL PAÍS, la cadena SER, Iberia y Acción Cultural Española, en colaboración con la Oficina del Historiador de la Ciudad, que dirige Eusebio Leal. El primer homenaje de los muchos que este año se harán a La Habana por su 500º aniversario, y en el que también participaron la cubana Haydée Milanés, quien interpretó Palabras con una sutileza y un filin impresionante, y la venezolana Nella Rojas, que abrió la descarga a capela con La negra Atilia y siguió con Los nacidos, acompañado a la guitarra de Javier Limón, que llevo toda la dirección artística del espectáculo. Una noche mestiza que sintetiza a la perfección Alain Pérez. Para él, salsa, son y flamenco son raíz y parte de un mismo ritmo. Después de trabajar 10 años con Paco de Lucía como bajista y de colaborar con Enrique Morente y otros muchos, Alain ha vuelto a su Cuba natal cargado de sabiduría: “Es España y es África. Ahí está todo”.

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