Cuando Pinochet repudiaba ante Franco “la infame campaña internacional contra España”
El historiador Mario Amorós reproduce en ‘Pinochet, biografía militar y política’ el intercambio desconocido de correspondencia que ambos dictadores mantuvieron entre 1973 y 1975
Apenas un día después del golpe de Estado que derrocó el Gobierno socialista de Salvador Allende–cuando el toque de queda absoluto impedía a la población salir de las casas y comenzaba la represión–, Augusto Pinochet envió una carta a Francisco Franco para comunicarle el próximo relevo del embajador de Chile en España y transmitirle su admiración: “Os ruego aceptéis los sinceros votos que formulamos por el bienestar de Vuestra Excelencia y por la grandeza de España”, escribió el chileno el 12 de septiembre de 1973 en una misiva que, extrañamente, está fechada en el incendiado Palacio de La Moneda. Es parte de la desconocida correspondencia que intercambiaron los generales entre 1973 y 1975, contenidas en el libro Pinochet, biografía militar y política (Ediciones B), del escritor español Mario Amorós, que será presentado en Santiago de Chile el 3 de septiembre y en Madrid, el día 12.
La admiración era mutua, informa el autor. “El 18 de septiembre de 1975, el jefe del Estado Mayor del Ejército español, el teniente general Emilio Villaescusa, impuso a Pinochet, en Santiago de Chile, la condecoración de la Gran Cruz al Mérito Militar, la máxima distinción de su institución en tiempos de paz, otorgada por Franco”, explica Amorós, que describe en su libro a Pinochet como “un oficial de ideas básicas y nítidas, con capacidad de mando, simulador, taimado, paciente, astuto, tenaz, implacable, desconfiado y supersticioso”. “Se convirtió luego en un dictador despiadado que demostró una insaciable ambición de poder. Y también probó ser un político hábil, que rápidamente se encaramó en la cúspide del régimen”, indica el escritor en conversación con EL PAIS.
Pinochet, que con su dictadura de 17 años llevó a Chile a un aislamiento mundial, no temía en brindarle público apoyo político a Franco. En septiembre de 1975, la Asamblea General de la ONU condenaba enérgicamente los fusilamientos de cinco miembros de ETA y del FRAP, decretadas por consejos de guerra de la dictadura española y ratificadas por el Consejo de Ministros de Franco. La comunidad internacional manifestó su indignación por los asesinatos, que fueron de los últimos cometidos por el régimen.La Comunidad Económica Europea suspendió las negociaciones con España para un acuerdo comercial preferente, mientras la noticia ocupó los principales espacios de la prensa en los cinco continentes. “Solo Estados Unidos, con [Henry] Kissinger al frente de su política exterior, guardó silencio. Pinochet no solo no calló, sino que apoyó abiertamente aquellos fusilamientos a través de una carta que envió a Franco el 2 de octubre”, indica Amorós sobre la misiva que fue publicada al día siguiente en el periódico La Vanguardia.
“Ante la infame campaña internacional que enfrenta España y en estricta adhesión a la doctrina de no intervención en los asuntos de otros Estados, regla básica de la convivencia internacional que dejan de aplicar permanentemente algunos países, me hago el deber de expresar a Vuestra Excelencia la más absoluta solidaridad del pueblo y del Gobierno de Chile con el pueblo y el Gobierno de España”, escribió Pinochet, a dos años del Golpe de Estado en Chile, cuando su policía secreta estaba en plena campaña de exterminio de los opositores. “En la confusión de nuestra época, los que carecen del valor moral para denunciar y combatir los excesos del terrorismo que se ensaña victimando a los custodios del orden público, sirven en cambio de comparsa para protestar en contra de la rigurosa aplicación de penas prescritas por la ley e impuestas por la justicia de un Estado soberano”, agregó el dictador chileno.
Pinochet se permitió darle apoyo moral a Franco en el escrito de octubre de 1975: “Estoy cierto que de esta dura prueba emergerá una España aún más fuerte, unida y respetada por la fortaleza de sus convicciones y la reciedumbre de sus actitudes y abrigo la esperanza de que en el futuro se valorizará mejor el esfuerzo de los pueblos de carácter para forjar su destino propio”. Para Amorós, “la carta refleja nítidamente la ideología de Pinochet y la de su régimen, caracterizada por un anticomunismo primario y una absoluta falta de respeto por la dignidad de las personas”.
Franco le agradeció a Pinochet, algunos días después: “No podemos tolerar que la maquinación urdida por organizaciones enemigas de nuestra patria comprometa el normal desarrollo, en paz y prosperidad, de nuestro pueblo y es deber del gobernante preservar la paz y la seguridad de su país contra aquellos que subvierten el orden público poniendo en peligro la estabilidad y el sosiego de la sociedad”, escribió el dictador español. “Reitero a Vuestra Excelencia mi agradecimiento personal y el del Gobierno y pueblo español formulando a mi vez votos por la ventura personal de Vuestra Excelencia y el engrandecimiento de la República de Chile”.
Pinochet en los funerales
Franco trabajó en su despacho hasta el 18 de octubre de 1975 y falleció el 20 de noviembre. Pinochet viajó a Madrid “a rendir homenaje a este guerrero que sorteó las más fuertes adversidades”, según explicó antes de embarcarse. Además del dictador chileno, los únicos jefes de Estado que asistieron a las exequias de Franco fueron el rey Hussein de Jordania y el príncipe Rainiero de Mónaco, según describe Pinochet, biografía militar y política.
Antes de regresar a Chile, en una escala de casi cinco horas en Las Palmas, a Pinochet lo recibió el presidente del Cabildo de Gran Canaria y gobernador civil en funciones, Lorenzo Olarte. En la conversación, el general chileno le relató la grata impresión que le había causado el funeral de Franco y le comentó que le gustaría que en Chile se construyera un Valle de los Caídos que lo recordara para la posteridad.
Babelia
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