“Tengo que estar ahí dando caña”
La rapera Sara Socas, que se convirtió en un fenómeno viral defendiendo a las mujeres durante una batalla de gallos en México, no quiere convertirse en un icono feminista
De la noche a la mañana, Sara Socas (Tenerife, 22 años) pasó a ser un fenómeno viral. Su respuesta contundente, defendiendo a las mujeres ante las palabras del rapero Rapder durante una batalla de gallos en México, corrió como la pólvora por Internet. “Me desperté por la mañana, vi el móvil repleto de notificaciones y mensajes y pensé que la había liado”, cuenta. Se convirtió en trending topic, tanto en España como en México, y muchos medios de comunicación se hicieron eco de sus rimas, en las que cargaba contra la violencia machista. “Televisiones, radios, periódicos nacionales y locales y hasta el Faro de su puta madre querían hablar conmigo. Incluso Alejandro Sanz me empezó a seguir por Twitter”, dice con un tono a medio camino entre el asombro y el agotamiento.
Socas habla por teléfono desde su casa de Tenerife. Su mánager dice que ha rechazado 26 solicitudes de entrevistas. No quiere hablar porque, según confiesa, “esto se ha desmadrado”. En España, tan solo ha atendido las llamadas de la Cadena Ser y EL PAÍS. “Se ha armado demasiado escándalo en torno a esto”, asegura ella. “Esto” es el vídeo en el que se le ve respondiendo con magnífico arrojo a su contrincante mexicano para quejarse de que se hable de las mujeres como objetos, pero, aún mucho peor, que se las asesine. “Me salió así por la rabia del momento”, afirma.
Como en toda batalla de gallos, todo sucedió demasiado rápido. Socas y Rapder se encontraban el pasado sábado compitiendo en la ciudad de Otumba en un campeonato de freestyle, en el que los rimadores improvisan replicándose e intentando superar la audacia del otro, cuando él empezó a cargar contra las mujeres y ella no se achantó. “Las mujeres más bonitas son de donde yo nací / De Guadalajara y a mucha honra / Agradezco al que está arriba, camarada / Otro día sin poder cogerme a Sara”, dijo el mexicano en el momento álgido de la contienda verbal. “Que las hermosas están en tu país / Entonces por qué coño las estáis dejando morir / Solo las valoráis por la belleza / No os fijáis en lo que hay dentro de su cabeza / Las tratáis como si fuera la milanesa”, respondió ella.
En apenas 48 horas, el vídeo se hizo viral a ambos lados del Atlántico. Muchos vieron en ella a una nueva luchadora del feminismo. “Jamás pensé que pasaría algo así. Los medios de comunicación y las redes sociales llamándome guerrera feminista o rapera feminista. ¿La rapera feminista? ¿En serio? Pero qué dicen”, confiesa. “Parece que soy una heroína del feminismo, pero no lo soy”, asegura. De hecho, quiere puntualizar lo sucedido porque, dice, “se emitieron juicios de valor sobre Radper”, que ha sido amenazado por redes sociales: “Me da rabia esta situación porque, si fuera un rapero machista y descerebrado, que los hay, yo estaría orgullosa. Se me iría la olla con él porque nos hartan a todas. Pero me da rabia que haya pasado con Radper, que no es nada machista, es muy buena gente”.
Socas está en el último año de la carrera de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. Fue allí donde empezó a rapear en el verano de 2016 después de vérselo hacer a unos amigos. “Me flipó la movida”, recuerda. Antes había cantado con su guitarra “en un rollo más melódico”, versionando canciones de “Andrés Suárez, Full, Ed Sheeran, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés”, pero la improvisación le daba mucha más vida. “Me desahogaba más”, dice. “Me permitía expresarme de una forma diferente. Con la canción melódica hablaba de una forma menos cruda y violenta. En el rap, cada frase cuenta más y yo quería contar cosas importantes”. Pero, señala, también “es más divertido”. “El freestyle no son tanto las batallas, como la gente cree. Eso es lo que hace que te muevas, pero lo que más disfrutamos es improvisar entre colegas. En una fiesta en casa de alguien o en el parque. Quedamos incluso para eso exclusivamente”. En el freestyle, su primera referencia fue el estadounidense Eminem, pero luego llegaron otros en castellano como el mexicano Aczino, campeón del mundo en 2017, o el español Chuty. Pero ahora se queda con la colombiana Marithea —“es una fuera de serie y mejor que yo”, afirma— y la española Erika2Santos, a la que admiraba y conoció cuando la entrevistó para un trabajo en la universidad.
Pocas mujeres
Son de las pocas mujeres en este mundo tan masculino de las batallas de gallos, donde todos los campeones españoles son hombres. España es una gran cantera y es el país que más veces ha logrado alzarse con el cinturón del campeonato a nivel internacional con Rayden (2006), Noult (2009), Invert (2014), Arkano (2015) y Skone (2016). “Mucha gente me pregunta si las batallas no son solo para chicos. Estamos acostumbrados a ver pocas mujeres, pero confío en que cambiará. Pasaba igual con el fútbol porque estaba mal visto que hubiera mujeres y ahora mira como está”, asegura esta freestyler, a la que todo este ciclón mediático le ha pillado con una nueva canción publicada, Sugarina, en la que canta con gran carácter, recordando estilísticamente a raperas más consolidadas como Ana Tijoux, y afirmando en su letra que “no hay hombre” sobre ella o que “sobrevalorada” es la palabra que más suele oír.
Aboga, en cambio, porque las improvisadoras no estén protegidas en estas luchas verbales “a cuchillo”. “El problema es que los hombres no saben enfocar una batalla con una tía. Sueltan burradas porque en las batallas hay que ser agresivo verbalmente, pero yo quiero ser igual de agresiva para responderles”, explica. Sin embargo, después del enfrentamiento en México, le sorprende que no se sintió bien y explica que rompió “a llorar” en los camerinos. “Pero no por lo que me dijo Rapder y por decir: ‘Ay, pobrecita que soy, lo que me ha dicho’. No. Fue porque me dije a mí misma: ‘Joder, qué sensible soy con este tema que hemos tocado y me ha dado tanta rabia que no he podido ser profesional’. Yo quiero que me den caña dura para poder dar caña dura. Sé que soy la más mediática ahora mismo del freestyle en el habla hispana y no quiero que me traten como una muñeca de seda. ¿Qué clase de empoderamiento estaría representando entonces? Tengo que estar ahí dando caña y la rabia fue porque perdí los papeles y, si se ve todo el vídeo, dije que me iba del escenario”.
Babelia
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