El Prado echa la vista atrás y expone su pasado
La pinacoteca prepara una muestra en tres salas que estarán listas a final de año
El Museo del Prado es mucho más que sus excepcionales colecciones: miles de historias particulares y colectivas constituyen la rica trayectoria de esta institución que celebró su bicentenario en 2019. Como cierre a los actos de ese aniversario el museo se ha propuesto contar ahora su propia biografía en tres salas y con 900.000 euros de presupuesto. La remodelación para acondicionar el nuevo espacio expositivo ya está en marcha, pero no estará terminada hasta finales de este año.
El Prado ha decidido así pasar revista a “las numerosas vicisitudes políticas, arquitectónicas y museológicas que lo han transformado en la institución pública de relevancia internacional que es hoy”, inciden desde la dirección del centro. Como explica Andrés Úbeda, director adjunto del Prado, “estamos apostando muy fuerte por este proyecto porque queremos que el público conozca la historia de su museo”. El Prado no es solo depositario de una excepcional colección de arte, “es una institución con una historia propia y queremos darla a conocer”, asegura.
Las salas que están siendo preparadas para tal fin se encuentran en el sótano, en el espacio donde antes se mostraba el Tesoro del Delfín. La nueva unidad expositiva de manera estable se detendrá en la historia del museo, de sus edificios, de sus trabajadores y de sus muestras, e incluirá objetos como una gorra de ascensorista, las escupideras de cerámica de Talavera, la silla para vigilantes, antiguas cartelas, los tacos de entradas, una de las bombas incendiarias que lanzó el ejército franquista sobre el museo, o ese armario en el que Enrique Quintana,el responsable del taller de restauración, ha ido guardando todos los instrumentos de su oficio que los anteriores restauradores emplearon para conservar las obras. El recorrido estará estructurado en ocho capítulos documentados con pinturas, esculturas, grabados, fotografías, objetos, maquetas o planos, sacados del archivo y la biblioteca del museo.
Los objetivos del nuevo proyecto, según la dirección, son: “Reflexionar acerca de la evolución del Prado, definir las etapas principales que jalonaron su configuración física y museológica, destacar los hitos singulares que marcaron avances en los ámbitos de la arquitectura, la museografía, la profesión museológica y el servicio público y encajar la historia del museo en la realidad actual de la institución”.
Según el director adjunto, las salas remodeladas se convertirán en el nuevo inicio del recorrido de la visita al museo. Con abundante documentación y cuatro maquetas nuevas, se pondrá especial énfasis en el aspecto museográfico, en cómo ha ido cambiando la manera de presentar las obras en las salas y en el discurso en torno al arte resultante de esos recorridos. También habrá un espacio reservado a las personas que han formado parte del Prado (desde vigilantes y restauradores a directores y reyes). No faltará tampoco el recuerdo de la Guerra Civil en el nuevo repaso histórico, que arrancará con un retrato de Bernardo López de la reina María Isabel de Braganza, que intercedió de manera decisiva en la creación del Museo Real de Pinturas que devendría en el Prado.
Habrá más vitrinas que cuadros, más papel que pinturas. Por eso, aunque se trate de una exposición permanente, los documentos y obras (fotografías, folletos, artículos de prensa, grabados, etc.) estarán en constante rotación para evitar que sufran daños, y quedarán protegidos por una iluminación sin radiación ultravioleta e infrarroja. “Estas salas serán una nueva experiencia, porque ya no se verá solo una de las mejores colecciones de arte del mundo, sino que el Prado mismo toma conciencia de su propia historia: la de un museo de todos”, explica Úbeda.
Babelia
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