J. Balvin se confiesa en un podcast sobre reguetón, depresión y arepas
'Made in Medellín', el podcast más escuchado en español de Spotify, descubre al personaje tras el artista internacional
En los noventa, cuando J. Balvin era un chico que caminaba hacia la adolescencia, en Medellín se escuchaba más punk, metal, hip-hop y tango que reguetón. Había que viajar a Puerto Rico para bailar este ritmo urbano. En la ciudad colombiana sonaba en unos pocos sitios: la casa del artista, en las fiestas con sus amigos, a la salida del colegio y en algún bar más. Tres décadas después: “El reguetón es más paisa que la arepa”, dice José Álvaro Osorio, nombre real del cantante, en el podcast Made in Medellín (Hecho en Medellín) que Spotify lanzó a mediados de enero y es ya el más escuchado en español de la historia de la plataforma musical.
Para los no colombianos, la frase de Balvin se traduce por: El reguetón cotiza al alza en el mercado de valores del orgullo de los habitantes de Medellín (Antioquia, la región a la que pertenece, y Colombia) a los que se conoce como paisas. Casi como la arepa, símbolo gastronómico del país.
El éxito del podcast se debe a la mezcla de esta exaltación de lo patrio con otra serie de ingredientes. En los ocho capítulos de Made in Medellín se reivindica una ciudad que ostentó el triste título de ser la más peligrosa del mundo durante el terrorífico reinado de Pablo Escobar en los años noventa y que aún hoy quiere escapar de este fantasma. Es además, una defensa de un género que lleva más de tres años marcando el paso de la música popular y que continuará con su reinado en 2020 -asunto que quedó claro durante la actuación de Shakira, JLo, J. Balvin y Bad Bunny en la Super Bowl-. Por último, es la penúltima prueba de que Balvin es uno de los mayores representantes del género, capaz de mirar de frente a los padres del reguetón (sus maestros): Daddy Yankee, Don Omar y Tego Calderón, entre otros, con el permiso de Bad Bunny, el relevo en la isla. Todos puertorriqueños.
Solo en Spotify, J. Balvin reúne cada mes a 58 millones de usuarios en torno a su música. En 2017, cuando el éxito de Despacito parecía inquebrantable, consiguió la primera conquista para el reguetón colombiano al reemplazarlo en el número 1 de la lista mundial de Spotify con su canción Mi gente, una fusión de reguetón y electrónica. “Creo que hago lo que Drake hizo en la industria”, explicó en una entrevista en The New York Times. “Llegué con melodías y letras diferentes, desde un lugar diferente… el reguetón es de Puerto Rico; Drake es de Canadá”.
Tres años después, Balvin forma parte de la realeza del pop mundial gracias al reguetón y tras haber recibido, entre otros hitos, el beneplácito de Beyoncé y Jay-Z. Un camino hacia la fama en el que se ha topado con la depresión. La carrera de J. Balvin ha provocado un daño colateral: la tristeza de José Osorio. Y de esto también va Made in Medellín: de la historia de un chico de clase media, que les prometió a sus mejores amigos que cuando fuera famoso les regalaría un Ferrari; con una novia de juventud a la que solo podía invitar a un helado; y una madre sin filtros que nunca dudó en criticar las decisiones de su hijo. Un chico latino que cumple con todos los requisitos de una historia de superación -esas que inspiran a las nuevas generaciones de las comunas de Medellín-. Colombia es uno de los países donde más se ha escuchado el podcast, con Estados Unidos, México y España (este es el único dato que ofrece la compañía).
La letra pequeña de la cara B del artista no había aparecido hasta ahora. No suele ser materia prima de las canciones de reguetón. “Conozco mucho a J. Balvin y poco a José porque me dediqué mucho al personaje”, dice en un capítulo. “Hubo momentos en los que J. Balvin me ganó y ahí caí en muchos errores. Los cuales como que siempre tratan de volver a darme. Y por eso pasan estas cosas de ansiedad que me dicen ‘¡Hey, primero estás tú!”.
“Made in Medellín normaliza la lealtad, el amor, la amistad y la depresión”, explica Javier Piñol, responsable de Spotify Studio Latinoamérica, encargado de la producción de los podcast de la plataforma. “José no quería leer un guion”, explica el productor que, asegura, que cuando llegó a la casa del cantante en Nueva York esperaba una charla sobre reguetón y acabó en una sesión de tres horas de terapia. Al terminar, J. Balvin no puso condición alguna. El contenido de la charla es el resultado final. Milimétricamente combinado con la parte estrictamente musical para seguir cimentando la carrera del artista. Ahora también de la persona.
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