Un impactante Cristo atribuido a El Greco sale a la luz
La Universitat de Lleida y la experta Carmen Garrido, recientemente fallecida, avalan la autoría del artista cretense de un lienzo desconocido que pudo ser modelo de obras similares
Hace tres años llegó un lienzo que había permanecido enrollado un tiempo. Se le notaban las marcas. A primera vista tenía un aire a El Greco (Candía, Creta, 1541-Toledo, 1614) y a su famoso obrador de Toledo, donde aleccionaba a sus discípulos. Pero el pintor tuvo tantos seguidores y ha sido tan falsificado, incluso en el siglo XX, que las dudas se ciernen de inmediato sobre cualquier supuesto descubrimiento. Su propietario, un coleccionista que prefiere ocultar su nombre, lo había comprado años atrás, pero no podía contar mucho más sobre el pequeño lienzo, de 57,5 por 38,5 centímetros. Se dirigió al Centre d’Art d’Època Moderna (CAEM) en Lleida y contrató la elaboración de un estudio histórico artístico sobre la obra y su autoría.
La conclusión es que ese Cristo con la cruz a cuestas salió de las manos del propio Greco, según el informe de la institución pública, perteneciente a la Universitat de Lleida. No es una obra procedente de su taller, ni pintada por alguno de sus aventajados alumnos. “Han sido más de dos años de trabajos apasionantes, de estudios y análisis. Para nosotros es una gran noticia y también un homenaje a Carmen, que falleció repentinamente el 8 de diciembre”, explica Ximo Company, catedrático de Historia del Arte y director del CAEM. Él es uno de los firmantes del informe, junto a la recientemente fallecida Carmen Garrido, fundadora y directora del Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado hasta su jubilación en 2012 y experta en el pintor, y la investigadora Mariona Navarro.
“Este pequeño lienzo tiene una frescura, una ternura y una calidad prodigiosas, así como su acabado. El poderoso rostro de Cristo es enormemente impactante, silencioso y expresivo. Es un greco inédito, desconocido. Hemos redactado el informe a fuego lento y hemos contrastado sus características con obras originales en los museos de Toledo y del Prado”, explica Company, especializado en el análisis estilístico. “Carmen Garrido era, sin duda, una de las grandes expertas en el análisis físico técnico y matérico en España y fue muy exigente”, añade el que fuera director del Museo de Bellas Artes de Valencia sobre la autora de El Greco pintor, publicado en 2016.
Este libro, editado por el museo del Prado, selecciona 34 originales de las “más de 150 obras atribuidas a El Greco, a su taller y seguidores que han pasado por el gabinete [del Prado] en los últimos 35 años, que revelan los secretos más apasionantes de esa prodigiosa técnica con la que el pintor llevó a cabo sus obras maestras”, explicaba la pinacoteca, referente mundial en el creador.
Tan productivo como innovador, el cretense Doménikos Theotocópuli pintó mucho. Garrido consideraba que, de las obras que están localizadas, unas 70 salieron de su mano y alrededor de un centenar se perdió. Su hipótesis, suscrita en el informe, es que esta pieza recién descubierta habría podido formar parte de las obras que almacenaba en su taller con el fin de ser mostradas a la clientela toledana de finales de siglo XVI. “Una especie de modello o ricordo afortunado y demandado en aquella época, propio de aquello que los grandes pintores preservaban en su propio taller como base operativa de otras posibles versiones similares. No obstante, por el refinado acabado de esta exquisita obra, además de lo reducido de su tamaño, también podría tratarse de una obra concebida para un oratorio privado de algún noble o clérigo”, apunta Company.
“Revisando documentación ya publicada se sabe que, en el inventario de los bienes de El Greco, realizado por su hijo Jorge Manuel Theotocópuli entre el 17 de abril y el 7 de julio de 1614, se hace mención a un cuadro con el título Christo con la cruz a cuestas; que podría hacer referencia a nuestra obra, ya que tras comparar con otras de la misma iconografía, no nos consta que exista ninguna con dimensiones más pequeñas. Este icono cristológico es uno de los más afortunados salidos del famoso obrador del Greco. Lo repitió en numerosas ocasiones y tuvo una gran aceptación entre su clientela. En 1967, el experto norteamericano Harold E. Wethey catalogó hasta 11 originales de este mismo tema, de los que descuellan las versiones del Metropolitan Museum of Art, Nueva York, y del Museo del Prado. Otras, como las del Museo de Buenos Aires o la del Palacio Real de Rumania, parecen de calidad algo inferior”, agrega el catedrático de Historia del Arte.
Company insiste en que se trata de una hipótesis que abre una vía de estudio. “Posiblemente, si la obra estudiada en el CAEM, un modello, como apuntó Garrido, concuerda con la que aparece en el inventario de 1614, este pudo haber inspirado al resto de las versiones de Cristo portacroce. En definitiva, un gran descubrimiento”, se reafirma el estudioso.
Publicación del estudio
Su intención es publicar más adelante el informe de 80 páginas y un centenar de imágenes, con el permiso del coleccionista privado, que no ha pedido una tasación de la obra. Esta atribución a El Greco podría contribuir a disparar su cotización en el caso de que saliera a la venta, un aspecto sobre el que Company no entra. Recuerda que el CAEM es una institución pública, con 20 años de vida, sin ánimo de lucro, si bien no oculta el interés por dar a conocer su trabajo. Reitera el rigor en la investigación de Garrido, que ejerció de directora técnica de la institución, e incide en la necesidad de profundizar en el estudio de las obras descubiertas, como Perfil de dama, un pequeño boceto que ella atribuyó a Velázquez hace tres años y que genera dudas entre otros expertos, como suele ser habitual.
En el caso del recién estudiado Cristo con la cruz a cuestas “estamos ante un lienzo típico de otras obras de El Greco, de lino de estructura sencilla de tipo tafetán, con 14 hilos de trama por 15 de urdimbre en torsión Z por cada centímetro cuadrado”, afirma el informe. “La paleta cromática también coincide: una mezcla de albayalde, azurita, bermellón y carbón, dejando entrever en muchas zonas el rojo de preparación hecho a base de tierras de almagra; este efecto unifica el valor tonal de todo el cuadro. Las luces las configura con blanco de plomo y amarillo de plomo estaño”, especifica.
La firma es la tradicional de El Greco, si bien esto tampoco resulta concluyente por la maestría con la que su hijo o su taller la pintaban. La atribución solo es posible con el análisis de un conjunto de características históricas, técnicas, físicas y estilísticas, insiste Company.
Babelia
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