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Cuando el príncipe ya no es tan azul

La directora catalana Judith Colell retrata la violencia machista en ’15 horas’, película que lucha por la biznaga de oro en el festival de Málaga

Nacho Sánchez
Judith Colell
La directora Judith Colell, en el XXIV Festival de Cine en Español de Málaga.García-Santos (El Pais)

A ojos de la sociedad, Manuel es un príncipe azul. Rico, famoso, altruista y exitoso director de orquesta. A ojos de Aura, es el responsable de haber convertido su vida en un infierno, en una cárcel de oro donde es retenida a golpes. Hasta que una mañana decide dar el paso, salir, denunciar, divorciarse, pero su entorno le cierra las puertas de salida. Las amigas, el cura o su familia: la incomprensión es absoluta. Hipocresía social que en esta película titulada 15 horas queda enmarcada en la alta sociedad dominicana, pero que podría trasladarse a cualquier contexto, a nuestro barrio, a nuestros vecinos. “La historia lanza un mensaje: tenemos que ayudar a las víctimas, esto nos afecta a todos. Pero también es una reflexión: ¿hasta dónde nos implicaríamos para ayudar a una persona en esta situación? ¿Qué arriesgaríamos por ella?”, se pregunta Judith Colell (San Cugat del Vallés, 52 años), directora de la cinta, que se estrenó este martes en la sección oficial a competición del festival de Málaga.

Es 15 horas un encargo. Las productoras dominicanas Sterlyn Ramírez e Ivette Bautista planeaban una película que reflejase la violencia machista de la alta sociedad de su país y buscaban una directora española para contarlo. Colell aceptó el desafío, pero trabajó codo con codo con la guionista Cira Valiño para llevarse la obra a su terreno, a ese cine autoral e intimista que define la filmografía de la catalana. El envite tenía más complejidades: Ramírez ejercía como productora, pero también como actriz principal. Para ambas era su debut en la producción. “Daba bastante vértigo y era todo un reto para ella”, dice Colell, que durante las cuatro semanas de rodaje entre noviembre y diciembre de 2019 se vio sorprendida por el trabajo de una primeriza ante la cámara. Tanto, que es Sterlyn Ramírez quien consigue mantener la película a flote durante sus 90 minutos de duración.

Lo hace más a través de los silencios y miradas que desde las palabras. Porque el suyo es un retrato íntimo, en primer plano, de una mujer rota en mil pedazos. Y también de cómo la sociedad prefiere mirar para otro lado con tal de no remover sus propios cimientos, de secretos a voces que nadie quiere revelar para mantener su estatus porque Manuel —interpretado por Marc Clotet— es casi un dios. Un hombre con quien Aura, que una vez fue feliz, se ha convertido en una persona sin alma. Y a pesar de todo, ella es capaz de revolverse contra todo sin levantar la voz ni, por supuesto, la mano.

“Hay quien me ha dicho que es un tema que ya ha sido tratado muchas veces, pero abres el periódico y hay siempre una mujer asesinada. Debemos inventarnos nuevas fórmulas para hablar de esto, pero hay que seguir haciéndolo. Cada película será un granito de arena para conseguir que desaparezca”, explica Colell, que reconoce las dificultades de levantar películas autorales que se salen de lo estrictamente comercial. Tras dos proyectos fallidos, el tercero ha sido el bueno y ya trabaja en uno nuevo también ligado con lo social, “aunque con una mirada más abierta”.

Con las pilas cargadas, a la directora catalana se le había perdido la pista de la cartelera en 2010, año en el que obtuvo el Premio Especial del Jurado en San Sebastián por Elisa K. Luego dirigió alguna obra para televisión, como El último baile de Carmen Amaya, pero llevaba tiempo alejada de la gran pantalla. No ha estado quieta, ni mucho menos. Fue, por ejemplo, presidenta del jurado del Festival de Málaga en 2015. La dirección del grado de Comunicación Audiovisual de la Universidad Ramón Llull ha llenado también su tiempo, como los años de “mucho trabajo” en la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, primero como vicepresidenta ―llegó con Yvonne Blake tras la dimisión de Antonio Resines― y más tarde como vocal de la especialidad de dirección. También entró en la junta directiva de la Acadèmia del Cinema Català, donde ahora opta a su presidencia. El resultado de la votación de los 520 socios lo sabrá el próximo 14 de junio, un par de días después de que se conozca el reparto de biznagas en Málaga.

“La gente debe ser libre de rodar en la lengua que quiera”

A sus 52 años, tres décadas después de dirigir su primer cortometraje (Clara foc), Judith Colell aspira a presidir la Acadèmia del Cinema Català en un equipo con Sergi Moreno como vicepresidente que incluye nombres como los de Carla Simón o David Verdaguer. Enfrente, la directora y guionista Neús Ballús, que lidera una candidatura donde Sergi López ejerce de mano derecha. “Creo que ha llegado el momento de poner toda mi experiencia al servicio de la Academia de mi ciudad”, dice Colell, que afirma que la suya sería una institución “más horizontal” que buscará el crecimiento en socios, la creación de comisiones de trabajo “para escuchar a todos” y un análisis que sirva para entender “por qué Cataluña ha perdido tanto músculo”. “Hay gente que tiene que irse a Madrid a trabajar. El intercambio me parece fantástico, pero nos gustaría que fuese voluntario, no debido a que en Barcelona se produce menos”, explica la candidata. Habla de paridad en todas las especialidades y de trabajar desde una perspectiva de género, así como aprender a convivir con las plataformas digitales. Tiene claro, además, que el catalán debe ser uno de los pilares. “Lo natural es poder rodar en catalán, igual que en castellano, gallego o euskera. La gente debe ser libre de rodar en la lengua que quiera”, sentencia.

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