El sambista Toninho Geraes vs Adele, la más reciente acusación de plagio de la música brasileña
La cantante británica se enfrenta a una batalla judicial por los derechos de una canción mientras prepara el lanzamiento de su cuarto disco. En 2012, Rod Stewart admitió públicamente un plagio
El legendario guitarrista y compositor de jazz Pat Metheny dijo alguna vez que la música popular brasileña “puede haber sido la última del mundo en tener una armonía sofisticada”. Metheny, ganador de 20 premios Grammy, es uno de los muchos artistas internacionales que se enamoraron de la música brasileña de los años sesenta y setenta y la incorporaron a sus propias composiciones. Otro ejemplo es Greg Kurstin, un premiado productor musical que estudió Música Popular Brasileña (MPB) en Nueva York y ahora trabaja con estrellas como Paul McCartney, Pink y Adele. Precisamente Kurstin y la diva inglesa han sido demandados por plagio: el sambista Toninho Geraes, compositor de éxitos que han cantado Zeca Pagodinho, Diogo Nogueira, Martinho da Vila y otros, los acusa a ambos de copiar casi por completo la melodía de ‘Mulheres’ (canción grabada por Martinho da Vila en 1995) en el sencillo Million years ago, lanzado en 2015 como parte del álbum 25.
La disputa por la propiedad intelectual coincide con el prelanzamiento del nuevo trabajo de Adele tras un paréntesis de seis años: la cantante, que lanzará el 19 de noviembre su cuarto disco, titulado 30, se vio obligada a silenciar los comentarios de los fans en sus redes sociales después de que los brasileños enviaran una avalancha de mensajes en sus publicaciones y transmisiones en directo exigiendo que respondiera a las acusaciones de plagio. De momento, tanto ella como Greg Kurstin guardan silencio.
“Este silencio es una estrategia de evasión”, dice Fredímio Biasotto Trotta, abogado de Toninho Geraes, que en febrero de este año envió dos notificaciones extrajudiciales a Adele, al sello discográfico británico XL Recording, a Sony Music y a Kurstin. En un comunicado de prensa, Sony afirma que “el tema está actualmente en manos de XL Recordings [propietaria del fonograma] y de la propia Adele”, ya que la discográfica solo era la distribuidora del single en Brasil y el contrato ya habría vencido. XL Recording, por su parte, aún no ha comentado nada. “Estamos reuniendo pruebas para presentar una demanda ante la Justicia británica, donde los jueces suelen ser rigurosos en casos como este”, afirma Trotta, que lleva tres décadas trabajando en el sector y es músico desde los 11 años.
Su abogado no informa, sin embargo, del valor de la indemnización que piden. Las notificaciones solicitan a Adele y Krustin que informen de los ingresos obtenidos por las ventas del álbum que incluye Million years ago y por la monetización de la canción en las plataformas de streaming. El álbum Tá delícia, tá gostoso, de Martinho da Vila, en el que aparece el tema Mulheres, fue un superventas en Brasil en su momento y vendió 1,5 millones de copias, según datos de Columbia Records. El compositor Toninho Geraes, sin embargo, no quiere emprender acciones legales y se conforma con que su nombre figure en los créditos de composición de Million years ago, según su abogado. “Solo quiero defender mi legado musical”, dice.
Geares se enteró de la sorprendente similitud entre las canciones gracias a Misael da Hora, hijo de Rildo Hora, autor del arreglo de Mulheres y colaborador de los mayores sambistas brasileños. “Me lo dijo, pensando que era una versión autorizada en inglés, y me quedé de piedra”, afirma. En el informe pericial que solicitó su abogado se identifican 88 compases idénticos, similares o con pequeñas variaciones entre las dos canciones, además de partes iguales en la introducción, el estribillo y el final de ambas canciones.
“La música brasileña es muy conocida, es una referencia y se estudia mucho en todo el mundo, especialmente la MPB de los años sesenta y setenta, pero en general todas las melodías hasta principios de los noventa”, comenta Trotta. Quizá uno de los casos más emblemáticos en este sentido sea el de Jorge Ben Jor, que en 1979 solicitó una indemnización a Rod Stewart por haber plagiado la canción ‘Taj Mahal’ (publicada cinco años antes) en el estribillo de Da you think I’m sexy?. Stewart admitió públicamente el plagio en 2012, calificándolo de “acto desmedido” en sus memorias.
Haciendo honor al argumento de Trotta, el músico de bossa nova y multiinstrumentista Edu Lobo presentó al menos dos demandas internacionales por plagio de sus canciones de los años sesenta: una contra un compositor francés que permaneció en el anonimato y otra, en 1994, contra los compositores japoneses Tsukasa Yamaguchi, Eiji Takehana y Yasuhiro Nara, que copiaron su canción Ponteio numa outra, rebautizada como Beatitude en el recopilatorio Multidirection. El caso se resolvió con un acuerdo económico de valor no revelado. Más recientemente, los herederos del compositor Luiz Bonfá (fallecido en 2001) acusaron al belga-australiano Gotye de plagiar una pequeña parte de la canción ‘Seville’ en el éxito Somebody that I used to know, que ganó en 2013 el Grammy a la mejor grabación. Gotye llegó a un acuerdo para añadir a Bonfá como coautor de la canción, en un crédito que forma parte, incluso, de la Asociación Australiana de Derechos de Autor.
El abogado Caio Mariano, especialista en derechos de autor y propiedad intelectual, considera, sin embargo, que casos como estos no son habituales. “Al fin y al cabo, en la música también hay coincidencias, por lo que es necesario demostrar el dolo —la voluntad y la intención de copiar algo— para poder acusar a alguien de plagio”, afirma. “Algo que ocurre mucho es la utilización no autorizada de músicos como Tim Maia, Arthur Verocai, entre otros, que tienen una obra muy rica. En la génesis de géneros como el hip hop y el rap, por ejemplo, está la cultura de introducir samples en canciones. El problema es cuando lo hacen sin la debida autorización, sin preocuparse de si están violando los derechos de autor”, continúa.
Sobre la disputa entre Toninho Geraes y Adele, Mariano dice que “hay una similitud muy llamativa en la armonía, el tempo y la estructura de las canciones”. El abogado señala que la legislación brasileña sigue los convenios internacionales sobre derechos de autor y que estas situaciones de conflicto suelen resolverse fuera de los tribunales, con acuerdos y negociaciones. Queda por ver si este será el camino que se tome cuando Adele y su productor rompan el silencio.
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