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CRÍTICA DE DANZA | TRILOGÍA SOBRE LA GUITARRA. VUELTA A UNO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Rocío Molina juega con el color y las golosinas en el Festival de Jerez

La bailaora cierra su trilogía sobre la guitarra con una inagotable exposición de danzas

Rocío Molina y Yerai Cortés, en 'Vuelta a Uno'.
Rocío Molina y Yerai Cortés, en 'Vuelta a Uno'.Javier Fergo (©Javier Fergo)

El espacio escénico aparece anchuroso en su aparente desnudez. Una multitud de focos lo circundan y terminarán llenando, pero antes de ello los dos únicos protagonistas del espectáculo comienzan a construir una obra casi desde el silencio. Hasta que los pies de Rocío Molina aparecen, Yerai Cortés arranca con la música y ella hace cabriolas con su toque contrapunteado, como si estuviera en casa. Hay un gracejo antiguo en ese inicio a golpes de arzapúas de aire moronero. Le baila muy cerquita, se contonea, zapatea y deconstruye las formas sin perder la compostura. El aire de las alegrías marca el tono lúdico que impregna una obra que se adornará con colores y golosinas a lo largo de un discurso que resulta musicalmente incesante y con una danza inagotable: la creación de un universo particular.

La bailaora presentó el viernes en el Festival de Jerez el cierre de su trilogía sobre la guitarra, Vuelta a Uno, en el teatro Villamarta. Por momentos, la naturalidad puede dar espacio a una improvisación que quizás sea engañosa, porque, conociendo a Molina, sabemos que todo está estudiado, aunque nunca milimetrado. Y del toque de Cortés se podría decir lo mismo: ha compuesto una banda sonora en la que la bailaora se mueve con soltura y a su antojo, pero en la que él también parece expresarse como si jugase, libremente. Impresiones quizás equívocas: el trabajo se antoja inconmensurable y proyecta el crecimiento experimentado por este joven músico.

En la infatigable sucesión de bailes puede haber también espacio para la introspección, para un leve descenso del tono o un tiempo para tomar aire. Yerai lo llena con su constante toque, que adquiere nuevas sonoridades con efectos que lo prolongan y colorean. Rocío, en tanto, supera los desafíos de las muchas exigencias que se propone. Cambia y evoluciona, pero a la postre, entre el juego y el azar, busca la esencialidad de bailarle a la música de cada momento con su particular componente emocional. En el último tramo, la bailaora hace uso de la comicidad, en un diálogo verbal que se añade al musical y dancístico que los dos han protagonizado. Ella se adorna con abanicos y lentejuelas para avanzar hacia un final en el que, con aires atlánticos, la luz y el color adquieren su mayor dimensión.

Una trilogía perpetúa

Hace ya tres años que la bailaora malagueña, premio Nacional de Danza en 2010 y recientemente distinguida con el León de Plata de la Bienal de Venecia 2022, la artista, ante la que un día el bailarín ruso Mijaíl Baryshnikov se arrodilló, inició este proyecto de trilogía sobre la guitarra, que ella matiza al afirmar que se trata más bien de diálogos con guitarristas. El trayecto arrancó con el maestro Rafael Riqueni en Inicio (Uno), una obra de sorprendente lirismo y delicadeza, y lo continuó con Al fondo riela (Lo otro de Uno), una creación de tintes más intensos y difíciles, en la que contó con su guitarrista más habitual, Eduardo Trassierra, e incorporó al joven Yerai Cortés.

Ella reconoce que nunca supo a dónde le iba a llevar el recorrido, e incluso tenía pensado otro itinerario (cante, palmas…) para cerrarlo, pero en el camino descubrió a Yerai Cortés, y con él decidió concluir la experiencia: “Él me canta con la guitarra, tiene el compás y hasta la percusión”, ha afirmado. En lo que parece el final del trayecto, aunque nunca se sabe en ella, advierte que la aventura corría el riesgo de convertirse en “una trilogía perpetua”. Subraya, asimismo, que cada etapa ha ido reflejando su momento personal, dancístico y creativo, y esta última parada constituye el resultado del viaje realizado junto estos guitarristas. Para concluirlo, ha optado por el color, la luz y un goloseo, «un exceso de placer que, como todos los excesos, llega a doler». Un exceso, un más difícil todavía, podría ser la presentación de la trilogía completa en un solo día. La artista lo hará próximamente en el Teatro Central de Sevilla.

Vuelta a Uno. Extracto de trilogía sobre la guitarra

Baile, coreografía y dirección artística: Rocío Molina. Música original y guitarra: Yerai Cortés. Dirección de arte: Julia Valencia. Espacio escénico: Antonio Serrano, Julia Valencia, Rocío Molina. Iluminación: Antonio Serrano. Festival de Jerez. Teatro Villamarta. 25 de febrero.

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