Joaquín Vidal volvió a ‘su’ plaza de Las Ventas, “donde aprendió a ser aficionado”
El Foro Mazzantini homenajeó al crítico taurino de El País en el XX aniversario de su fallecimiento
Joaquín Vidal, crítico taurino de El País desde 1976 hasta su fallecimiento en 2002, volvió ayer a ‘su’ plaza de Las Ventas, “donde aprendió a ser aficionado”, en palabras de su hijo, y de donde nunca se marchó, pues en la entrada del tendido 10 un azulejo recuerda su legado y el agradecimiento de la afición.
Vidal volvió más presente que nunca en el XX aniversario de su fallecimiento gracias al homenaje que le ofreció el Foro Mazzantini en la Sala Antonio Bienvenida de Las Ventas.
Javier López-Galiacho, presidente del Foro, Joaquín Vidal hijo, el periodista Juan Cruz, y Roberto García Yuste, presidente de la Asociación El Toro de Madrid recordaron la figura literaria, periodística y humana de Vidal, ante un auditorio que, en su mayoría, había palpitado en su día con las crónicas del crítico.
Fue su hijo, también periodista, quien buceó en los antecedentes de una familia originaria de la localidad castellonense de Vinaroz, aunque su padre nació en 1935 en Santander, porque allí estaba destinado el abuelo. Contó cómo encontró en su casa hojas de papel con las primeras crónicas taurinas escritas por su padre cuando no había cumplido los diez años, y destacó su acendrada vocación periodística a pesar del interés de su madre por que estudiara alguna carrera de provecho, como Derecho. Acudió, primero, a la facultad donde se forman los futuros abogados y la abandonó pronto; lo intentó en Políticas y también desistió, y no se detuvo hasta que consiguió entrar en la Escuela Oficial de Periodismo. Joaquín Vidal trabajó en el Instituto Social de la Marina, colaboró en distintos medios, entre ellos La Codorniz, hasta que recaló en el diario El País, donde ejerció la crítica taurina desde el primer número, en 1976. “Durante esa larga etapa”, recalcó Vidal hijo, “mi padre fue un referente en la defensa de la integridad del espectáculo y de los derechos de los espectadores”.
“Joaquín fue el héroe de un oficio que se basa en la sintaxis, y un ejemplo en todos los ámbitos exigibles a un periodista”, (Juan Cruz).
De todo ello dio fe el periodista Juan Cruz, compañero y amigo en el periódico, quien calificó a Joaquín como “un maestro de la convivencia en la redacción, y un monumento a la escritura”.
“Fue el héroe de un oficio que se basa en la sintaxis”, añadió, y “un ejemplo en todos los ámbitos exigibles a un periodista”.
Subrayó, asimismo, su faceta como escritor: “Tenía pasión por el párrafo, que debía estar bien escrito, lo que le llevó a ser el mejor literato taurino de la última parte del siglo pasado”. “Joaquín era en sí mismo un homenaje al periodismo de toros”, terminó.
En representación de los aficionados habló Roberto García Yuste, presidente de la Asociación El Toro de Madrid, quien era un niño cuando Vidal ya ostentaba la consideración de un reputado crítico, “pero aprendí a ser aficionado leyendo El País”, rememoró el que hoy es la cabeza visible del sector más exigente de los tendidos de Las Ventas.
Añadió que Vidal “sabía ver el toro, daba importancia a la lidia y era un referente para los aficionados”. “Defendía la fiesta verdadera”, aseveró, “la casta brava y no la nobleza y la docilidad tan de moda hoy, y escribía con gracia para la afición y los enemigos de la fiesta, que también lo leían”.
Javier López-Galiacho, presidente del Foro Mazzantini y organizador del acto, dijo que “Vidal fue un excelso cronista taurino; quizá, con Cossío el más respetado del siglo XX, incluso entre los no partidarios de la tauromaquia, una legión de admiradores que se acercaban a su lectura por puro placer literario”.
“Vidal tomaba sus notas con un ojo en la libreta y con el otro en lo que sucedía en el ruedo. Luego corría al garaje Roma, cercano a la plaza, para esculpir literariamente, como un Fidias de la escritura, sus crónicas taurinas, rematadas con un titular que lo decía todo”, añadió.
López-Galiacho aludió al reconocido crítico literario Rafael Conte, para quien las crónicas de Vidal eran “un manifiesto literario a tener en cuenta como un auténtico canon o referencia en tiempos de descuido y abandono de lo poético”.
“Joaquín amaba la fiesta de los toros desde una defensa feroz de la integridad del espectáculo”, prosiguió; “era arrebatadoramente independiente, poseedor de una ética muy personal, siempre al servicio de la integridad del espectáculo, con el toro de lidia y la pureza del toreo”.
El crítico Javier Villán recibió el XV Premio Nacional Universitario Taurino Joaquín Vidal
López-Galiacho también se refirió al protagonismo ejercido por Joaquín Vidal, desde la tribuna del periódico, y de Juan Antonio Arévalo, senador del PSOE, desde la Cámara Alta, en el impulso y aprobación de la Ley Taurina de 1991, que fue el primer intento serio de defender la integridad del espectáculo taurino y luchar contra el fraude.
“Quienes quieran entender la España del último tercio del siglo XX tienen que pasar necesariamente por las crónicas de Vidal. Es pura literatura sociológica que sigue el consejo de Ortega y Gasset, de asomarse al tendido y al ruedo ibérico para comprender la propia historia de España y de sus actores principales, los españoles”, terminó.
Al final del acto, se hizo entrega del XV Premio Nacional Universitario Taurino ‘Joaquín Vidal’, que este año ha recaído en el también crítico taurino y teatral Javier Villán, quien no pudo asistir por problemas de salud. Recogió el trofeo el también periodista Emilio Martínez, quien leyó un texto de agradecimiento escrito por Villán en el que resaltaba la amistad que le unió a Vidal, y explicaba su concepto del ‘magisterio’ en la crónica de toros: “Se deben dar dos condiciones: la primera, excelencia comunicativa de la escritura periodística, y, segunda, conocimientos técnicos de los fundamentos de la lidia; de ahí que el término ‘maestro’ cuadre perfectamente a la figura de Joaquín Vidal”.
Terminó el homenaje, y así, de modo tan emotivo, el crítico taurino de El País volvió a la plaza de Las Ventas, donde reside para siempre en el alma y en el recuerdo de muchos aficionados. Un azulejo (“el único que figura en Las Ventas por aclamación popular”, explicó García Yuste) señala que en el tendido 10 -fila 6, asiento 16- ejerció su magisterio.
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