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CONVERSACIONES A LA CONTRA

María Peláe: “Hay censura, pero luego llega el Orgullo y todos se ponen la bandera”

La cantautora malagueña vuelve a poner sobre la mesa temas sociales a través del humor en su segundo álbum, ‘La folcrónica’

María Peláe, el martes en EL PAÍS.
María Peláe, el martes en EL PAÍS.Aitor Sol

Flamenca como modo de vida, pero no cantaora, por respeto a la “complejidad del flamenco” y al “don que hay que tener para poder cantarlo”. María Peláe (Málaga, 32 años) se tiró años llevando sus letras de garito en garito con su guitarra como única compañía, hasta que conquistó YouTube con La niña, una canción que narra situaciones habituales para una joven lesbiana pero ante las que la sociedad se pregunta: “¿Qué le pasa a la niña?”.

Ese meter la puntilla con humor para reivindicar la visibilidad lésbica —como hizo también en el concurso Tu cara me suena, o cuando apoyó la salida del armario de María del Monte— y del derecho de cada uno a ser como quiera (“lo que se queda callao, duele en el alma”, dice en Mi tío Juan) la ha convertido en un referente para gran parte del colectivo LGTBI. Ahora promociona su segundo álbum, La folcrónica.

Pregunta. ¿Se esperaba el éxito que tuvo La niña?

Respuesta. Para nada. De hecho, el tema lo hicimos entre Alba [Reig, cantante y productora, y su pareja] y yo. Empezamos a hablar, entre la broma y la verdad, de cómo éramos de pequeñas. Y claro, el single fue tan de casualidad que dijimos “a ver qué pasa”. Y todo lo que vino después creo que fue fruto de ser muy natural y de contar las cosas desde un punto más bien divertido, cero dramático. Y mucha gente se sintió identificada.

P. Me recuerda a una frase que dijo en el pregón del Orgullo en Torremolinos (Málaga): “Nos han robado la adolescencia”.

R. Sí, es la falta de referentes. Ya de mayor ves situaciones que has vivido de pequeña que no entendías. En el pregón fui más dura al decir las cosas más claras. En el caso de La niña lo vestí precisamente para que llegara a más gente.

P. Habiendo vivido esa falta de referentes, ¿cómo se siente ahora al ser usted uno?

R. A mí me cuesta decir que yo soy un referente; me viene grande decírmelo a mí misma. Otra cosa es que cada vez más compañeras estén contando su vida con normalidad. Precisamente es eso, ¿no? No intentar abanderar nada, yo simplemente no he ocultado mi vida.

No intento abanderar nada, simplemente no he ocultado mi vida

P. ¿Ha sentido censura?

R. La censura está ahí, aunque ya no es una cosa tan visible como antes. Por ejemplo, con Mi tío Juan hay sitios donde me han dicho que no me podían entrevistar o que no podía salir.

P. ¿Se lo dijeron así?

R. Sí, porque había cosas que no iban con su... filosofía, de radio o televisión. Pero después llega el Orgullo y te entrevistan. Al igual que muchas marcas, llega la fecha del Orgullo y todo el mundo se pone la bandera, eso es lo típico. Pero tampoco me gusta criticar eso, porque cuanto más se visibilice, mejor.

P. ¿Cómo llevó el paso de ser usted y su guitarra a trabajar con una productora y hacer música más comercial?

R. Ha sido todo un proceso. Lo de comercial es un concepto como más antiguo. La primera vez que toqué con un bajista me dijeron: “Te has vendido, eres muy pop”. Mi canción dura seis minutos, si esto es pop, que baje dios y lo vea. Es cierto que yo vengo de canción de autor pura y el proceso ha sido muy natural. Me probé una vez con una base que hizo Alba y me di cuenta de que incluso las más electrónicas o más modernas me permitían ser más flamenca todavía. Porque como lo otro es ya muy moderno, pues yo puedo ser to lo coplera y lo flamenca que me dé la gana.

P. ¿Y a nivel personal le costó adaptarse?

R. Sí. Tuve unos meses de drama máximo, con la canción En casa de herrero guardada, que no se la quería enseñar a nadie, y mi madre me dijo “esto es un pelotazo”. Pero yo pensaba: “¿Esto cómo lo hago yo? ¿Qué hago, el sinte [la base electrónica] con la boca?”. Ese tipo de música exigía un show que económicamente no me podía permitir. Es un proceso. Hubo veces en las que habiendo salido ya En casa de herrero, no la podía tocar porque perdía muchísimo solo a guitarra y voz. En cambio, tocaba Si se achucha por tanguillos de Cádiz. Viví en ese híbrido bastantes meses hasta que pude hacer conciertos en salas apropiadas para eso.

P. ¿Cómo surge la idea de mezclar el flamenco con esos otros ritmos?

R. Surgió sola. Yo siempre digo que los compositores son una mezcla de todo aquello que han escuchado durante su vida. No es una cosa de “ahora voy a mezclar”. De hecho, creo que cuando se hace eso se ve que todo es con calzador, no fluye natural. Y aparte, mucho ensayo y error.

Tuve ‘En casa de herrero’ guardada durante meses

P. ¿Que haya grandes nombres como Rosalía o C. Tangana, que acaparan gran parte de la atención mediática, dificulta que se visibilice a otros artistas?

R. Yo creo que es al contrario, beneficia. Que la gente tenga ya normalizadas unas palmas hace que yo no tenga que rebajar mi flamencura. Nunca va a salir nada malo de mi boca de una pedazo de artista como es Rosalía, que nos está facilitando mucho al resto y que está haciendo tanto bien al flamenco, tanto ella como Tangana.

P. ¿Cuánto de ese cuidar el qué dirán y el postureo que critica es sus canciones le ha impuesto ahora la industria?

R. Crítica y autocrítica, porque yo me pongo la primera. Lo que pasa es que yo no siento que esté muy metida en la industria, porque no tengo discográfica y no me siento muy atada a nada. Por suerte, estoy con una productora a la que le digo: “Mira lo que se me ha ocurrido”, y se miran entre ellos y dicen: “Bueno, ea, pues ya está”. Creo que porque en su momento se decidió tener más libertad que presupuesto y encima tengo un equipo que apoya mis idas de olla: “Que vas a salir vestida de mantilla con un coche fúnebre, vale, pa’lante”.

P. ¿Y qué futuras idas de olla planea?

R. Estamos ya montando temas nuevos para una sorpresilla que va a salir a final de año.

Toca esperar.


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