Anne-Sophie Mutter: “La música nos une a todos en un mundo tan polarizado y con desinformación”
La violinista alemana y el violonchelista español Pablo Ferrández publican su primer disco juntos
De niño, Pablo Ferrández no se perdía un concierto de Anne-Sophie Mutter en Madrid. Su sueño era ser solista y ver sobre el escenario a la violinista alemana le fascinaba. Ferrández tiene ahora 31 años, es uno de los violonchelistas españoles con mayor proyección y acaba de cumplir uno de sus sueños: publicar su primer disco con Mutter, de 59 años. “Ni en un millón de años podía imaginar que me pasaría algo así”, dice por teléfono. El disco, editado por Sony Classical, se publica el viernes 4 de noviembre.
Dos piezas dialogan en el álbum: el Doble Concierto de Johannes Brahms con la Filarmónica Checa y el Trío de Piano de Clara Schumann. ¿Por qué esta selección? “En 2017, miss Mutter me invitó a tocar el Doble de Brahms en el ciclo de Juventudes Musicales del Auditorio Nacional. Era la primera vez que lo interpretábamos juntos y para mí, tocar este concierto en Madrid y con ella era lo más”, cuenta Ferrández. Añadir la pieza de Clara tenía sentido porque, en palabras de la violinista, es una música maravillosa y sirve como homenaje a la amistad que unió a los dos compositores. Una relación, explica Mutter, que comenzó cuando Brahms tenía apenas veinte años y que perduró toda la vida: “Él siempre fue su familia y también un amigo que la apoyó mucho como artista. Cuando lees las pocas cartas que quedan, está claro que tenían un amor muy especial el uno por el otro, tal vez menos convencional de lo que podemos comprender”.
Mutter y Ferrández se conocieron en Múnich hace años. El joven violonchelista admiraba a la violinista y quiso tocar para ella. No para entrar en la Fundación Anne-Sophie Mutter, que ayuda a jóvenes músicos, sino para saber qué pensaba sobre su manera de tocar y para que le diera algunos consejos. “Quedé extremadamente impresionada y conmovida por la capacidad de su talento. Luego nunca sabes por dónde irá la vida, pero estaba claro que probablemente había nacido con un chelo en sus manos. ¡Debe de ser muy incómodo!”, ríe Mutter al visualizar la imagen.
La violinista se acuerda de aquel encuentro, pero Ferrández lo tiene grabado. “Toqué el Concierto de Dvořák. Me explicó cosas de vibrato, que es algo que ella domina increíblemente y me invitó a hacer una gira con los Virtuosi [conjunto que apoya desde la Fundación]. Fue una experiencia increíble porque tocando tan cerca de ella podía apreciar la cantidad de cosas que hace con el arco. En un milímetro encuentra colores”.
Tocar junto a ella le dio también a Ferrández una lección que no podía aprender en ningún aula. “Para los jóvenes, tener cerca a alguien con la experiencia de miss Mutter es algo que no se puede aprender de ningún profesor. Uno, cuando está estudiando, no tiene acceso a ver un gran solista, cómo trabaja, cómo piensa... Solo observar cómo ella se preparaba a todos los niveles, físicamente y musicalmente, es una experiencia increíble”. Ferrández añade que la violinista es muy generosa y más si cabe con los jóvenes músicos: “Nos da su tiempo para que podamos aprender. Le estoy eternamente agradecido”.
Mutter le ha dedicado tiempo a Ferrández y a otros jóvenes intérpretes. Es quizá una forma de devolver el tiempo que a ella misma le dedicaron al inicio de su carrera. Tenía solo 13 años cuando el director de orquesta Herbert von Karajan la invitó a debutar con la Filarmónica de Berlín, y de pronto se vio tocando para Zubin Mehta, Daniel Barenboim... De Karajan cuenta que era extremadamente paciente con los jóvenes y que fue un impacto único en su vida. Pero la anécdota que se le viene a la cabeza no es musical. “Yo estaba fascinada con él, también fuera del escenario. Conducía coches de carreras y solía llevarme también en su helicóptero o en su jet. Le gustaba hacer eso conmigo porque, en cuanto a edad, estoy en el medio de sus hijas. Una es más joven y la otra es mayor que yo. Y siempre se quejaba de que ellas se mareaban cuando volaba. Yo también, pero era mejor actriz. Así que siempre actuaba como ‘sí, esto es genial, ¡vamos más alto!’ Esa fue la parte extrañamente divertida de nuestra relación no musical”.
“Hay muchas formas de comunicarse”, concluye Mutter. “Pero la música es, sin duda, un lenguaje en el que todos podemos hablar, que nos une a todos en un mundo que está tan polarizado, con información paralela y desinformación. La música es algo en lo que podemos confiar. Por eso es más importante que nunca tomarnos nuestro tiempo, detenernos y dejar que nos llegue”.
Babelia
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