Richard Malka, abogado de ‘Charlie Hebdo’: “La palabra ‘islamofobia’ se inventó para restringir la libertad de expresión”
El autor defiende en ‘El derecho a cagarse en Dios’ el derecho a ofender las creencias y a blasfemar
En la Francia del siglo XXI se ha asesinado a periodistas y dibujantes por publicar caricaturas de Mahoma en el semanario satírico Charlie Hebdo. Se ha decapitado a un profesor de instituto, Samuel Paty, por mostrar en clase estas caricaturas. Hay personas como Richard Malka que viven bajo protección policial. Malka (París, 54 años) es abogado de Charlie Hebdo y acaba de publicar en castellano El derecho a cagarse en Dios (Libros del zorzal), versión extendida de su alegato final en el primer juicio por los atentados de enero de 2015.
Pregunta. Normalmente, se enseña a los niños a no decir palabrotas, no ofender, respetar, pero usted reclama el derecho a “fastidiar o a meterse con Dios” a “cagarse en Dios”, como dice la traducción española de su libro. ¿Por qué?
Respuesta. Yo soy un adulto y me dirijo a adultos, no a niños.
P. Pero no está bien fastidiar o insultar a las personas, ¿no?
R. Hay que distinguir entre las creencias y las personas. Una persona no son sus creencias. Es un error transmitir a nuestros hijos que hay que respetar las creencias. Así no se desarrolla su espíritu crítico. Ahora hay una generación que no distingue entre la creencia y la persona.
P. ¿No hay que respetar también las creencias de las personas?
R. Se respetan si se quiere y si creemos en ellas, pero no es una obligación. Una creencia que no se puede cuestionar se convierte en un dogma.
P. ¿Y no hay que distinguir entre cuestionar o criticar una creencia y cagarse en ella o insultarla?
R. ¿Por qué no cagarse en el comunismo? ¿O en el capitalismo? ¿Por qué no tendría yo el derecho a meterme con una creencia que pretende que una mujer no sea igual que un hombre y que a los homosexuales hay que tirarlos por la ventana? ¿En nombre de qué podría usted impedírmelo?
P. Hay personas que sienten que, cuando atacan a su religión, es a ellas a quienes están atacando, las están ofendiendo.
R. Esto es una ideología anglosajona mortífera.
P. ¿Anglosajona?
R. Hay una conjunción entre el islamismo y una ideología anglosajona que rechaza la ofensa a lo que sea. Va mucho más allá de la religión. Rechaza el debate, la alteridad, la contradicción. Todo es ofensa, como si fuésemos personas frágiles que no podemos soportar enfrentarnos a quien piensa distinto. Pero ser ofendido es la vida. Si no, vayamos a vivir a una cueva.
P. Se tildó de islamófobo a Charlie Hebdo.
R. Salman Rushdie lo dice mejor que yo: la acusación de islamofobia es un arma de censura para impedir cualquier cuestionamiento del fanatismo islamista. Tanta gente ha sido tratada de islamófoba, que ya no tiene sentido. Por otro lado, la palabra no es correcta, porque tenemos derecho a ser islamófobos. Es decir, tenemos derecho a tener miedo del islam, como del cristianismo y el judaísmo. La palabra misma se inventó para restringir la libertad de expresión, todo cuestionamiento posible de las religiones.
P. Cierta izquierda les acusa también de estigmatizar a una población que ya está marginada, la musulmana.
R. ¿Qué son los musulmanes? Yo no lo sé. Hay diversidad entre los musulmanes. Para ellos los musulmanes son víctimas, incapaces de mantener la mínima distancia respecto a su religión y sin humor. ¡Esto es racista! Los tratan con paternalismo, como si fuesen subdesarrollados. Yo a los musulmanes les considero mis iguales y cuando se considera a alguien como su igual, se le dice lo que uno piensa. Querría decir que podemos hacer caricaturas de Jesús, de Moisés, ¿pero no de Mahoma?
P. El Papa Francisco dijo tras el atentado en 2015: “Si [alguien] dice una mala palabra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo”.
R. Es una declaración totalmente estúpida. De entrada, su madre existe. Es una persona. Insultar a una persona no está bien, porque existe. Insultar a dios, cuya existencia nunca nadie ha demostrado... No es tan difícil diferenciar entre una persona que existe y cuya existencia está demostrada, y dios. Si él no lo entiende, qué pena, no está al nivel. Decirlo unos días después de un atentado con 12 muertos fue miserable.
P. Escribe usted: “Ser libres implica poder hablar con libertad, sin ser amenazados de muerte, abatidos con kaláshnikovs, ni decapitados. Y resulta que en nuestro país ya no es así”.
R. Es arriesgado hacerlo, y se ha visto.
P. ¿Se encoge el campo de la libertad de expresión?
R. Claramente, pero no solo en el tema religioso. Desde principios de los años 2000, hay un movimiento de péndulo que no es favorable a la libertad de expresión, bajo presión no del Estado y la Justicia, que defienden estos valores, sino bajo una presión popular. Es como si amásemos la libertad, como si diese miedo.
Babelia
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