‘Falsestuff. La muerte de las musas’ e Iñaki Rikarte triunfan en unos premios Max que no han olvidado las agresiones sexuales en el teatro

Falsestuff. La muerte de las musas, de Centro Dramático Nacional, se alzó como mejor espectáculo de teatro en la 27º gala de los premios Max, celebrada en Tenerife y en la que Eduard Fernández se alzó con el premio a mejor actor (por Todas las canciones de amor), Natalia Huarte (por Psicosis 4.48) con el premio a mejor actriz, y donde Nuria Espert recogió el Max de honor apelando al “cambio social que puede desencadenar el teatro”. Con dos premios, mejor director y mejor autor, Iñaki Rikarte se coronó como uno de los triunfadores de la noche con Forever.

“Que nunca se vuelva a dar un caso de abuso sexual y que los vestuarios y las salas sean un lugar seguro para todas, todos y todes”, proclamó Antonio Onetti, presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), la entidad que organizó los premios y que este 2024 celebra 125 años de edad. El aplauso que arrancó entre el público fue uno de los mayores de la noche, pero fue uno de los pocos momentos reivindicativos de una gala en la que no se habló más de agresiones sexuales en un año en el que el dramaturgo Ramón Paso fue denunciado por agredir sexualmente a 14 mujeres (una noticia que se sumó a otras relacionadas con violencia sexual y abuso de poder en el sector audiovisual).

Electra, de Pílades Teatro, abrió la tarde con el premio a Mejor espectáculo revelación. Jorge Usón, con La tuerta, se alzó con el premio a Mejor autoría revelación, que dedicó a su psicoanalista. En la primera parte de la gala, más dedicada a la danza, el mejor intérprete de danza masculino resultó Àngel Duran, por COWARDS, y la mejor intérprete femenina de danza fue la francesa Christine Cloux, que recordó que, aunque la danza “se suele ver solo en cuerpos jóvenes”, en realidad “se encuentra en todos los cuerpos”, como demuestra en el espectáculo Corp Seul el suyo propio, nacido hace 58 años. El premio a Mejor espectáculo de danza recayó en Mont Ventoux, del colectivo coreográfico Kor’sia. Agnès López-Río, que recogió el premio, agradeció a quienes, como sus familiares, siempre les incoaron a “intentar ir por el mundo sobre las puntas de los pies”.

La dramaturga Natalia Menéndez, recordando a La Barraca de Federico García Lorca, entregó el premio a la asociación de teatro aficionado a Troysteatro (antes, LaTrup) que dio sus primeros pasos en la tinerfeña universidad de La Laguna en 1981. El premio a Mejor composición musical para espectáculo lo ganó Raquel García Tomás, por Alexina B. El espectáculo, que narra la vida de la primera persona intersexual de la que se tiene constancia: Herculine Barbin, que nació en Francia en 1838. Ladies Football Club, de Barco Pirata y Teatros del Canal, se alzó como Mejor espectáculo musical o lírico. Recogió el premio Nuria Moreno, productora de Barco Pirata, que dedicó el premio a Sergio Peris Mencheta, director del espectáculo y que se recupera de un cáncer. “Ojalá podamos conseguir la unión de quienes nos dedicamos a las artes escénicas. Sin esa unión seguiremos sufriendo recortes presupuestarios, censura, precariedad, y falta se exhibición”, clamó en otro de los pocos momentos de la noche que metieron el dedo en la llaga de la trastienda del teatro.

La figura de Ángel Guimerá, poeta y dramaturgo canario, de quien se cumple el centenario de su fallecimiento, vertebró una gala que se abrió con una recreación escénica de la vida del escritor. “Qué hay después del mar?”, gritaban a coro los actores sobre el escenario, mecidos por la música del clarinete y por las propias olas que recreaban con sus cuerpos. Recreaciones de diversos episodios de su vida se insertaron entre los premios de una gala que viajaba a Canarias por segunda vez (la primera fue en 2009, hace 15 años, con una gala celebrada en Las Palmas de Gran Canaria), y a la acudieron los ministros de Cultura, Ernest Urtasun, y el de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres.

“Me he sentido parte del cambio que ha traído el teatro. Os adoro”, proclamó sobre el escenario Núria Espert, (L’Hospitalet de Llobregat, 89 años) que recogió el premio Max de honor por su larga y prolífica trayectoria teatral tras una ovación que se prolongó durante varios minutos. La ganadora del premio Princesa de Asturias en 2016, fue presentada por el dramaturgo Miguel del Arco, quien la señaló como un “nexo entre el clasicismo y la modernidad”. La intérprete, que atesora los más importantes premios del mundo escénico y que se subió por primera vez a un escenario a los 13 años, animó a las nuevas generaciones de intérpretes a cambiar el mundo desde el escenario. “He visto unas transformaciones extraordinarias”, exclamó, antes de instar a los jóvenes a seguir su legado.

Eduard Fernández, por Todas las canciones de amor, se llevó el premio a mejor actor, que dedicó el premio a su madre, y recordó una de sus últimas conversaciones con ella, aquejada de alzhéimer y en quien se basa la obra. Natalia Huarte, por Psicosis 4.48, fue la vencedora en la categoría de mejor actriz, una obra que la enfrenta a su “propio cuerpo” y le obliga a entrar “en los lugares más oscuros”. Sarah Kane escribió en 1999 este texto sobre la depresión, un mes antes de suicidarse. “El teatro debe dar la luz a lo oscuro”, exhortó la intérprete, “ha de hablar sobre las problemáticas de la gente, como la enfermedad mental”. El trofeo a la mejor adaptación fue para Fernanda Orazi por Electra.

Iñaki Rikarte se proclamó ganador a la mejor dirección por Forever. “El teatro es un arte colectivo”, recordó, antes de denunciar un ecosistema achicado por la precariedad y los recortes. Rikarte también se hizo con el premio a mejor autoría teatral (junto a Garbiñe Insausti, Edu Cárcamo y José Dault), y Forever, que cuenta la vida de una pareja desde que deciden ser padres, y cuya peculiaridad es que los actores usan unas máscaras caricaturescas, parecía ser la gran triunfadora de la noche, pero el premio a Mejor espectáculo de teatro fue finalmente para Falsestuff. La muerte de las musas, de Centro Dramático Nacional. Recogió el galardón Marcel Borràs, director (junto a Nao Albet, que no acudió a la gala) de la obra, y la ceremonia terminó con la última, inevitable, parte de la vida de Ángel Guimerá: su muerte, su multitudinario entierro en Barcelona, y la recreación de los cientos de personas que, hace un siglo igual que ayer, acudieron a la misma llamada de la celebración del teatro.