La Ribot invoca a Juana I de Castilla en Madrid con un ‘site specific’ de cuerpo y solemnidad
‘Juana ficción’ congrega la interpretación de la artista junto a música y coro en directo en una velada de magia realmente poética
Empezar esta crítica reseñando la luna que se veía anoche desde el patio del Centro Cultural Conde Duque puede ser del todo pertinente por un par de razones. En primer lugar, por sumar magia y sobrecogimiento a la velada especial que se vivió. Y en segundo, porque si la luz natural y su ausencia tiene todo el sentido del mundo en este espectáculo que transcurre con el atardecer, y todo está medido para que las acciones de la escena y la llegada de la noche coincidan, la aparición de la luna se antojaba algo así como una medida extra de producción.
Juana ficción, con dirección artística de La Ribot y el compositor Asier Puga, los dos presentes en el espectáculo junto al intérprete Juan Loriente y la Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza-Grupo Enigma y del Coro polifónico Schola Cantorum Paradisi Portae, se vio anoche en Madrid tras su paso por el Festival de Avignon, donde tuvo su estreno mundial. En la muestra francesa el espectáculo fue llevado a sala y en posición frontal al espectador, pero lo cierto es que este montaje ha sido concebido, y así quiere representarse siempre que las circunstancias lo permitan, como un site specific en el que, durante los ensayos, se mide por ejemplo el momento exacto en el que el sol comenzará a esconderse para que la pieza enfatice uno de sus momentos protagonistas: la desaparición literal de Juana I de Castilla, durante 6 minutos. Por este motivo, el montaje arrancó a las 20.11 en punto. También por esta razón, una voz en off va advirtiendo de acciones próximas y funciona como un pinganillo colectivo que ayuda a que los espectadores nos sintamos dentro de la performance. “Dos minutos para zapatos; segunda parte, etc”. La implicación y la itinerancia a la hora de ver la pieza es fundamental y sobre ella giran los intérpretes, especialmente La Ribot y Juan Loriente, y el público.
Este nuevo espectáculo de La Ribot, que supone su vuelta a un formato más escénico en el que ella vuelve a ser protagonista, lleva a escena de manera literal, en su sentido óptico y conceptual, el borrado, como monarca y como mujer, de Juana I de Castilla, encerrada durante 46 años en un convento y tachada de loca por la historia y los libros que la recogen, hasta prácticamente antes de ayer. Y la reflexión corporal y musical alrededor del cautiverio de la monarca, silenciada y despojada, sostienen el artefacto dramatúrgico que articula esta obra, ejercicio poético de justicia para recuperar a una mujer tachada e invisibilizada. De tal propósito escénico, que La Ribot junto a Juan Loriente ya abordaron hace 32 años con el trabajo El triste que nunca os vido (1992), se revelan fundamentales dos planos de testimonio: el que abarca La Ribot, con su mera presencia y abordaje corporal, y el que alcanza la música en directo. Uno y otro revelan una comunión colmada de sentido que pone el acento en la atmósfera, solemne y mística, pero también rompedora y atrevida, cualidades habituales del discurso de La Ribot, abanderada de la performance y las artes vivas hace más de cuatro décadas.
En este sentido de convivencia artística musical y corporal destaca ese momento que presenta a una Juana I de Castilla girando sobre sí misma en una especie de trance de fiesta rave, propiciado por los arreglos de música electrónica que firman Iñaki Estrada y Álvaro Martin y que suman a la ya meticulosa y rica banda sonora de la pieza, basada en el cancionero que regalaron a Juan de Castilla cuando se casó con Felipe de Habsburgo. En este sentido, la labor musical es una filigrana majestuosa. Se dice que de las últimas cosas que Juana I de Castilla realizó como reina fue firmar la nómina de los músicos de palacio, y sobre esta inclinación artística de la monarca, así como la recuperación feminista de su identidad, descansa buena parte de la concepción del espectáculo.
El desenlace final de la obra, que es abierto y permite ir abandonándola poco a poco, concentra al público alrededor de la desaparición de Juana-La Ribot y adquiere carácter de auténtico velatorio. También interactiva, al anochecer se invita al público a escanear un código QR y ver en sus móviles un vídeo absolutamente poderoso, no se lo pierdan. Y si van a verla esta noche, segundo y último día para ver la propuesta en Madrid, no olviden una chaqueta para que el aire frío que se levante no les saquen de esta exquisita experiencia-ceremonia.
Juana ficción
Dirección artística: La Ribot y Asier Puga
Coreografía y puesta en escena: La Ribot
Interpretes: Juan Loriente, La Ribot
Dirección musical: Asier Puga
Arreglos, composición original y electrónica: Iñaki Estrada
Espacio sonoro y música electrónica: Álvaro Martin
Coreografía y puesta en escena: La Ribot
Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza - Grupo Enigma- Coro polifónico Schola Cantorum Paradisi Portae
Babelia
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