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Entrevista

Nicolás Gil: “Mi vida está atravesada por la dictadura argentina”

El cineasta presentó en San Sebastián su primer documental, ‘Traslados’ sobre los llamados vuelos de la muerte

El director de cine argentino Nicolas Gil en el festival cine de San Sebastián.
El director de cine argentino Nicolas Gil en el festival cine de San Sebastián.
Rocío García

Cuando Nicolás Gil preguntaba a los entrevistados de su documental a cuántas personas habían tirado al mar, todos le pedían cortar la cámara y entonces respondían: “No podemos hablar de un número, pero sí de cuantos vuelos hubo”. Cada semana, un vuelo de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) y dos de Campo de Mayo salían con personas que fueron arrojadas al mar. Así durante cinco años. Eso da la dimensión de lo que el director de Traslados, un documental sobre el horror de los llamados vuelos de la muerte, califica de la “más terrible metodología de terrorismo de Estado”. El mar trajo a sus costas unos 65 cuerpos, los primeros a Uruguay a las cinco semanas del golpe miliar en Argentina, en marzo de 1976. Nicolás Gil, nacido en diciembre de 1983, solo cuatro días antes de la llegada de la democracia a su país, e hijo de uno de los jueces que juzgaron a la Junta Militar, presentó en el reciente festival de San Sebastián el primer documental de su carrera.

Pregunta. ¿Cuándo fue consciente del horror de la dictadura militar?

Respuesta. Desde muy chico. Mi padre era juez, mi madre trabajaba de asistente social en tribunales y estuvo en las primeras restituciones de los nietos secuestrados. Toda la vida supe lo que había pasado. En mi familia se defendió siempre a las Abuelas de la plaza de Mayo, a los organismos de derechos humanos.

P. ¿Se hablaba con normalidad en su familia?

R. Era una conversación habitual. Mi papá era muy radical y mi mamá muy peronista, por lo que en casa siempre había debate, un debate respetuoso y de ideas. Todo eso me lleva a mí a querer hablar de ello.

P. Su padre fue uno de los jueces que juzgaron a la cúpula militar argentina. Usted era un niño. ¿Guarda algún recuerdo concreto?

R. De esos momentos no, sí tengo flashes de los momentos posteriores en grupo con los jueces que participaron que se hicieron muy amigos de mi padre, así como del fiscal Strassera. Años más tarde, cada cierto tiempo se juntaban a comer en casa y tomaban y se reían y recordaban.

P. ¿Cómo se vivió en la familia el hecho de que su padre participara en ese juicio histórico?

R. Él quiso estar, por supuesto, y mi madre le empujó mucho a ello. Éramos una familia de cuatro hijos y mi padre trabajaba en el sector privado, ya que los sueldos en la justicia pública eran menos elevados. Pero fue una decisión familiar el que mi padre participara en ese juicio, más allá de las dificultades. Había amenazas, autos que pasaban por delante de las viviendas de los jueces, vivíamos en una democracia medio débil, pero él tenía que estar ahí.

P. Con Traslados se estrena en el documental. ¿Qué fue lo que le llevó a ello?

R. El tema. Los vuelos de la muerte me conmueven. Cuando empezamos a investigar, descubrimos que la metodología de estos vuelos de la muerte era algo que ya estaba pensado antes del golpe militar. Los primeros vuelos sucedieron a las dos semanas del golpe y eso me pareció tremendo. La gente tiene que conocer los hechos y las pruebas, más allá de las opiniones y las subjetividades. Me he acercado con todo el respeto y el amor posible. Sentía que yo podía hacerlo y que tenía que ver conmigo y con mi historia, porque yo soy hijo de la democracia.

P. ¿Qué de bueno ha encontrado en el cine documental frente al de ficción?

R. Es un lenguaje distinto en el que te tienes que centrar únicamente en hechos y datos probados. Quizás la ficción llegue a más gente, como la película 1985 que dirigió Santiago Mitre sobre el juicio a la dictadura, pero indagar en la verdad histórica desde el documental es verdaderamente relevante. En el caso de Traslados, el archivo, como contexto social y político, se convirtió en un personaje más y eso, como director de ficción, me pareció alucinante.

P. Se estrenó en el cine con un cortometraje Identidad perdida sobre el robo de la identidad de bebés nacidos en prisión y su primer largometraje fue sobre Estela de Carlotto, la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Le obsesiona la dictadura?

R. La dictadura argentina me atraviesa. Si no entendemos como sociedad que la historia y nuestra identidad tienen que ver con las cosas que nos pasaron y que nos siguen pasando no las vamos a poder resolver nunca. Hay heridas que no sanarán hasta que no sepa dónde están todos los nietos, donde están todos los cuerpos arrojados al mar en los vuelos de la muerte, hasta que no se sepa quienes tiraron esos cuerpos. No puede haber grietas. Tenemos que unirnos todos para que eso se solucione, no para quedarse en el pasado, sino para mirar hacia delante.

P. ¿Queda todavía mucho por investigar en la dictadura?

R. Muchísimo. Hay un pacto de silencio. Fue un golpe cívico militar, que contó con el apoyo de empresas. No hay un arrepentimiento. Los militares presos que ya son grandes no muestran arrepentimiento, no ha habido ningún cambio en su mentalidad. Siguen orgullosos de lo que hicieron y todo esto es lo que me provoca la necesidad de seguir hablando e investigando sobre esos años.

P. ¿Por qué entre tantos horrores provocados por la dictadura elige los vuelos de la muerte?

R. Todo fue terrible, las torturas, las desapariciones, los robos de bebés. Los vuelos de la muerte fueron de una metodología atroz. Tirar los cuerpos de gente viva al mar es lo más siniestro y perverso que uno pueda pensar. Pero los vuelos de la muerte tienen algo como de justicia divina. Que el mar haya devuelto algunos cuerpos y más cuerpos de personas emblemáticas, como el joven de 15 años Floreal Avellaneda que apareció en Uruguay a las cinco semanas del golpe militar o las monjas francesas. Que el mar haya devuelto esos cuerpos para que pueda haber justicia, me hace concebir algo de esperanza. Ojalá militares y civiles vean la película y se atrevan a contar algo más.

P. El Gobierno de Javier Milei ha mostrado su apoyo a la dictadura argentina. ¿Qué sentimientos le provoca?

R. Dolor, mucho dolor. Pienso en Norita Cortiñas, una de las madres de Plaza de Mayo que murió el pasado mes de mayo sin haber encontrado a su hijo y después de una lucha de 50 años. La única manera de saldar este tema es llamar a las cosas por su nombre. El golpe de Estado fue un golpe cívico-militar y la dictadura provocó crímenes de lesa humanidad, terrorismo de Estado. Intentar ahora ir marcha atrás es un retroceso muy grande, pero creo que por más que lo intenten no lo van a conseguir.

P. ¿Qué va a pasar con el cine argentino tras las medidas adoptadas por el gobierno de Milei?

R. Se hará con menos recursos, pero se hará. El cine argentino se levanta siempre. Nos va a costar y hay que pelearlo. Habrá menos películas en los próximos años, grabaremos con celulares, pero lo haremos. Los argentinos sabemos reinventarnos. El presidente tiene que entender que gobierna para todos y que la cultura y el cine es una parte fundamental de la sociedad y que, además, es un derecho del pueblo.

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