_
_
_
_

Amazonas jubiladas y catedráticos al frente de un imperio: los videojuegos se abren a cualquier público

Distintos estudios confirman el aumento de aficionados a las aventuras digitales, con perfiles de lo más variados que se alejan cada vez más del estereotipo del adolescente friki

Tommaso Koch

María Pilar Cambra Brown domina muchos oficios. Está dejando la traducción, ahora que sus 61 años le empujan a jubilarse. Sin embargo, la edad no le impide continuar con sus otras profesiones: amazona, maga o guerrera. Cuenta que alguna vez ha llegado a reclutar un ejército de monstruos o derrotar enemigos de un hechizo. Y, por más que ella se quite méritos, en la lejana región de Skyrim dejó gestas para el recuerdo. En esas gélidas tierras digitales quedan, además, las múltiples viviendas que compró. En su residencia real, en el valenciano pueblo de Ontinyent, pocos deben sospechar que esa sexagenaria vecina con acento inglés esconde una heroína indomable. Una aventurera empedernida. En definitiva, una videojugadora.

The Elder Scrolls V: Skyrim, Fallout, Baldur’s Gate 3, Enchantress Poll o Hades son algunos de los títulos que ha disfrutado en la última década. Aunque la palma de favorito se la lleva Dragon Age: Origins: “Por la combinación de fantasía y política, sus personajes muy logrados y unos diálogos estupendos...”. El primero, en cambio, fue Diablo, comprado hace unas décadas en una hoy desaparecida cadena de videoclubs (“Blockbuster, no sé si se acordará”). Dice que se acercó por curiosidad. Nunca más se despegó. Y aunque hay obras que le han obligado a hincar la rodilla, como el “dificilísimo Elder Ring”, se ha atrevido incluso a medirse con rivales que podían ser sus nietos en el videojuego online Overwatch. Por supuesto, eligió el personaje de Ana, una francotiradora de 62 años.

Puede que Cambra Brown represente justo lo contrario al estereotipo que solía asociarse a los videojuegos. En realidad, los adolescentes solitarios siguen fascinados con consolas y ordenadores. Sin embargo, están cada vez más acompañados. En España la afición es compartida por 20,05 millones de ciudadanos, la marca más alta desde que AEVI (Asociación española del videojuego) publica estadísticas. El anuario de la SGAE hasta eleva la cifra a 21,7 millones. Y los datos oficiales del Ministerio de Cultura confirman el crecimiento de los últimos años, aunque con otro número: un 19,3% de la población (es decir, 9,2 millones) jugó al menos una vez en el último mes.

La maga elfa que encarna María Pilar Cambra Brown en 'Baldur's Gate 3'.
La maga elfa que encarna María Pilar Cambra Brown en 'Baldur's Gate 3'.

Se ha disparado el móvil, que acaba de convertirse en el dispositivo más usado. Aumenta constantemente la edad media, ahora en torno a 31 años. Y el público femenino, de nuevo con matices: supone la mitad del total, según AEVI. Las estadísticas de Cultura, en cambio, detectan más camino por hacer: el 27,3% de los hombres suele jugar al menos una vez al mes frente al 11,7% de las mujeres. En su grupo de amigas, Cambra Brown relata que es la excepción. En España, resulta que ya no tanto.

Juegan el escritor que más libros vende en España, Juan Gómez-Jurado, y la que más dio que hablar el año pasado, Sara Barquinero. Míriam Bonastre, autora del cómic superventas Hooky, declaró en Instagram su pasión por Zelda: Breath of the Wild, que atrapó a otro narrador conocido, Sergio del Molino. Lo cual contribuye a derribar otro eterno prejuicio: el estigma, la vergüenza. “Cuando estuve dos años en la Universidad de Cambridge, todo el mundo jugaba. Se comentaba con el té. En España sigue siendo algo más raro, y hay quien prefiere no decirlo. En mi generación no acaba de lograr prestigio intelectual”, señala Alejandro Rodríguez de la Peña, catedrático de 55 años de Historia Medieval en la Universidad CEU San Pablo.

Una imagen de 'Civilization VII'.
Una imagen de 'Civilization VII'.

Él empezó en la ya olvidada consola Spectrum. De adolescente, se lanzó a levantar sociedades de la nada en Civilization o Age of Empires. Ahora, ya como profesor, cuando algún alumno comparte su interés, le sugiere probar Europa Universalis o Crusader Kings: “Son una primera iniciación, pero los mecanismos de alianzas dinásticas, la política o ciertos aspectos militares están muy investigados y bien reflejados”. La séptima entrega de Civilization y Kingdom Come: Deliverance II, inmersión en primera persona en la vida de cortes y castillos, figuran en la futura lista de la compra del medievalista. “Hay obras que, cuando era pequeño, resultaban muy de nicho y ahora llegan a más gente: ya no es tan de frikis jugar”, constata.

Una larga era hecha por y para hombres blancos hetero marcó el arranque de la historia del videojuego. Y se prorrogó durante su etapa moderna. En la contemporánea, sin embargo, hay sitio para cualquiera. Las opciones de accesibilidad se han multiplicado; obras como A Way Out, It Takes Two o la reciente Split Fiction apuestan por poner a dos usuarios a cooperar desde el sofá y, de paso, facilitar el estreno para novatos del videojuego; Snake, Mario, Link, Nathan Drake y demás celebérrimos señores ven como las protagonistas de The Last of Us, Horizon: Zero Dawn, Life is Strange o Star Wars: Outlaws les disputan los focos; y cuando la elección del personaje recae en el jugador, la caracterización a menudo permite escoger género, incluido el no binario, y deja al antojo del usuario decidir la orientación sexual. Mientras, los logros narrativos ya ni asombran: que el videojuego pueda contar cualquier trama, igual que cine, literatura, cómic o teatro, puede darse por asentado. Basta, si no, con probar That Dragon, Cancer, This War of Mine, Firewatch, Hellblade o Indika. Y cientos de títulos más. Nintendo lo resume en un lema que ha contribuido a encumbrar su consola Switch hasta la tercera más vendida de la historia: “Aquí jugamos todos”.

Un momento de la creación de un personaje en 'Diablo 4'.
Un momento de la creación de un personaje en 'Diablo 4'.

“Soy una persona bastante introvertida, me aburro fácilmente y necesitaba encontrar algo que hacer con mi tiempo libre”, explica el comienzo de su pasión María Pilar Cambra Brown. “Hay un videojuego perfecto para cualquiera”, lo resume Alejandro Morillas, que también se reparte entre muchas labores. De día, trabaja como fisioterapeuta y osteópata; por la noche, se pasa a redactor del medio especializado 3djuegos. Y, desde hace un tiempo, ha juntado ambas facetas en Golden Gamers, un proyecto que ha lanzado junto con Gloria Sánchez-Carnenero Casas: en los tres centros de días Florencia que ella dirige en Madrid han entregado el mando de una PlayStation 5 a pacientes con deterioro cognitivo. O, a veces, uno de los dos mandos: ellos controlan el segundo, que sirve de apoyo. La respuesta y la participación, en todo caso, han dejado incrédulos incluso a unos cuantos familiares de los ancianos. “Es imposible que mi padre haga eso”, les han repetido alguna vez a los dos expertos.

Sin embargo, en una sesión mañanera hace dos semanas, Esperanza galopó a sus 74 años por las praderas de Red Dead Redemption 2; Carmen y Sergio desataron carreras desenfrenadas al volante de The Crew 2; Antonia se enfundó un casco de realidad virtual y cortó a un asaltante por la mitad de un espadarazo en Skydance’s BEHEMOTH; y Teresa levantó los brazos al cielo tras derrotar a otra compañera en un frenético combate de boxeo en Undisputed. Mientras uno o dos jugaban, el resto de la quincena de compañeros aportaba consejos, ánimos, chillidos y, sobre todo, risas. “Lo nuestro fue un flechazo”, definía Esperanza con la mirada puesta en Arthur Morgan, el protagonista del wéstern más célebre de los videojuegos. Ella, con cariño, lo ha rebautizado “Pepe el vaquero”. Y aunque confiesa que a veces subraya los errores de su querido forajido a golpes de gritos contra la pantalla, también admite que le hace sentir “joven”. Poco antes, juntos, han tratado de asaltar un tren. Misión fallida. Ya lo conseguirán otro día.

Una imagen del videojuego 'Super Mario Wonder'.
Una imagen del videojuego 'Super Mario Wonder'.

Pablo Díaz también sabe mucho de fallos y nuevos intentos. Por su carrera como violinista y profesor de música; porque en 2021 ganó por primera vez el rosco del concurso Pasapalabra; y porque su otra pasión tampoco permite deslices: se dedica al speedrun. Es decir, completar videojuegos en el menor tiempo posible. En su caso, la especialización es máxima: solo la aplica a títulos de Super Mario. En Run, la versión para móviles, llegó a lucir el récord mundial, con 17 minutos y 57 segundos. El fontanero italiano fue su primer contacto con el videojuego. Y no se han vuelto a separar. “Hoy hay acceso fácil a muchísimos, pero entonces tenías el que te habían comprado tus padres y poco más. Así que lo repetía y me lo pasaba 50 veces. Como quien se veía hasta el infinito un VHS”. Cree que allí surgió su afición por los retos del speedrun, que hoy retransmite en la plataforma Twitch. Entre sus espectadores, hay muchos videojugadores, pero también quien disfruta solo viéndolo. Otro indicio del interés que genera el sector.

Incluso demasiado, en algunos casos. Nuevos públicos, propuestas rompedoras, enfoques más maduros y modernos. Pero, entre tantas revoluciones, los videojuegos han aumentado un viejo poder, según los entrevistados: la adicción. En general, se juega una media de 7,7 horas a la semana en España, según AEVI. Se mezclan, sin embargo, sesiones en el móvil que duran lo que un viaje en metro con jornadas infinitas al mando de otro universo. “Hay obras tan bien hechas que proponen mundos donde uno puede sumergirse y perder de vista la vida. Me pasó y lo he visto en otras personas”, avisa Rodríguez de la Peña. “La parte más negativa no es tanto jugar sino lo que te quita, qué te estás perdiendo. Además de la cuestión física de estar sentado tanto tiempo”, agrega Díaz. Ambos profesores rehúyen las generalizaciones e invitan a mirar persona por persona, y título por título. A la vez, animan a evitar los excesos, sobre todo en el público más joven. Porque los videojuegos ofrecen un billete para miles de mundos. Cualquiera puede ser amazona, vaquero o estadista durante un rato. Hasta apagar la pantalla. Y volver a la partida principal.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_