‘Wolfgang’: una correcta comedia española familiar con niño genio y padre fortuito
El nuevo filme de Javier Ruiz Caldera es un trabajo elegante en las formas, que trata temas complejos y lo logra con apreciable sentido del humor

El cine familiar es probablemente el género más denostado por la crítica por tres razones: primera, porque al querer contentar a un arco de edad tan amplio en la comedia se igualan los chistes por abajo, no vayan a molestar o a no entenderse; segunda, porque cuando en algunas de ellas surgen matices dramáticos, ese dolor vuelve a ser de listón medio-bajo por semejantes motivos, y tercera, quizá la más sibilina, porque cuando son lo suficientemente buenas se les suele quitar el apellido “familiar”, no vaya a ser que los esnobs se asusten, y se las afila con un concepto más distinguido: el de comedia dramática ambientada en la familia.
En realidad, tampoco vamos a engañarnos, hay una cuarta razón para ese desprecio crítico de las películas familiares: lo malas que son la inmensa mayoría. Pero no teman, que no es el caso de Wolfgang (Extraordinario), octavo largometraje de Javier Ruiz Caldera, al que le pueden endilgar el concepto que deseen, pues es una comedia con niño genio (150 de cociente intelectual, brillante pianista) y trastorno del espectro autista, madre recién muerta y padre inesperado (sobre todo para él mismo), ya que se debe hacer cargo del crío de 10 años cuando nunca lo hizo.
Un patrón de película a medio camino entre Kramer contra Kramer, a la que nadie le endosó en su día la noción de comedia familiar precisamente porque era muy buena, y No se aceptan devoluciones, paradigma de la comedia dramática familiar de la que hay que salir huyendo despavorido a causa de sus chistes rancios y su vomitiva búsqueda de la lágrima, y que a pesar de todo (o quizá por ello) vieron más de 25 millones de espectadores en todo el mundo, y dio pie a dos nuevas versiones en Brasil y España.

Basada en una novela homónima de Laia Aguilar, que ejerce de coguionista junto con Yago Alonso, Carmen Marfà y Valentina Viso, Wolfgang es un trabajo muy correcto, elegante en las formas, que trata temas tan complejos como el asperger, la depresión, las dificultades de la maternidad y la paternidad, el sufrido apoyo de las abuelas, el manejo de lo extraordinario en el universo infantil, e incluso la vulnerabilidad personal y la inseguridad laboral en el mundo del cine y la televisión (el padre es actor). Y lo logra con apreciable sentido del humor, cabal sentido de la desdicha y matices melodramáticos procedentes de la música clásica que tocan el crío y la fallecida madre (que Caldera decide no introducir con flashbacks al uso sino con evocadores vídeos que el chaval ve en su ordenador), y también de las finas canciones elegidas como acompañamiento musical.
Ni mucho menos es una película brillante (ni tiene por qué serlo), pero tampoco es desdeñable. El chico Jordi Catalán desprende el aura perfecta para el personaje; Miki Esparbé sigue demostrando que está tan dotado para la comedia como para el drama; Berto Romero refresca el conjunto con el arquetipo del amigo gracioso en este tipo de historias, y Ruiz Caldera, con experiencia en casi todas las variantes de la comedia en títulos como 3 bodas de más, Anacleto: agente secreto y Malnazidos, compone con habilidad la mayoría de las secuencias.
Si acaso, en algún momento le falta espontaneidad y le sobra una pizca de control, pero con los temas que trata no es fácil. Y solo se desfonda en una secuencia totalmente desaprovechada, que bien podría haber sido de las mejores: la del chico tocando el piano en París con el grupo callejero, filmada y montada de un modo harto extraño, cojitranca de ritmo y con el peor manejo de los extras que pueda imaginarse.
Wolfgang (Extraordinario)
Dirección: Javier Ruiz Caldera.
Intérpretes: Miki Esparbé, Jordi Catalán, Àngels Gonyalons, Anna Castillo.
Género: comedia familiar. España, 2025.
Duración: 110 minutos.
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