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LIGA | GETAFE 1 - ZARAGOZA 1

La ansiedad arruina el juego

Getafe y Zaragoza firman un alborotado empate plagado de errores (1-1)

El hambre y las ganas de comer quedaron anoche para cenar y ninguna de las dos fue capaz de hincar el diente. El Getafe del cuestionado Míchel y el Zaragoza del salvador Aguirre protagonizaron un partido alborotado, plagado de errores de bulto y ansiedad.

El boato balompédico está repleto de lugares comunes y topicazos, pero alguno de ellos esconde verdades irrefutables como aquella de que el fútbol es un estado de ánimo. Anoche, el juego estuvo impregnado del desasosiego que invade el presente de ambos equipos.

Los acontecimientos de la semana pasada habían distorsionado el paisaje hasta el punto de alterar la lógica estadística. El colista se presentaba moralmente reforzado ante un equipo que transita por la zona tranquila de la tabla. En el Zaragoza, Agapito Iglesias había puesto el contador de las angustias a cero tras la llegada de Aguirre en sustitución de Gay. Los precedentes respaldaban el entusiasmo aragonés con dos empates y una victoria en sus tres últimas visitas al Coliséum. Además, el porte, el discurso y hasta el acento del técnico mexicano abrazan el optimismo de manera compulsiva.

GETAFE 1 - ZARAGOZA 1

Getafe: Codina; Miguel Torres, Rafa, Marcano, Mané; Boateng, Casquero (Gavilán, m. 46); Pedro Ríos (Miku, m. 71), Parejo; Manu (Arizmendi, m. 81); y Colunga. No utilizados: Ustari; Kas, Borja y Mosquera.

Zaragoza: Leo Franco; Ponzio, Jarosik, Contini, Obradovic (Paredes, m. 22); Edmilson; Lafita, Jorge López (Braulio, m. 70), Gabi, Bertolo; y Sinama (Pintér, m. 68). No utilizados: Doblas; Boutahar, Kevin y Marco Pérez.

Goles: 0-1. M. 34. Bertolo. 1-1. M. 48. Colunga, de penalti.

Árbitro:

En Getafe, mientras tanto, la rumorología se empeñaba en ajustar el nudo de la corbata a Míchel alterando el ecosistema. Ángel Torres se esmeró en garantizar el futuro de su técnico poco antes del comienzo del duelo. Probablemente, la situación de los azulones tenga tanto que ver con sus deméritos como con el azar de un calendario que les abocó a la inercia de la derrota cuando la mezcla aún estaba por fraguar.

Ayer, el Getafe arrancó con el firme propósito de ahuyentar sus fantasmas, embistió y dominó, pero confundió la velocidad con la precipitación y la intensidad con el ansia. Los zaragocistas esperaban su momento recogiditos en torno a Leo Franco, restituido en el cargo. Pero antes de que encontraran el tranquillo al partido se vieron con el regalo de Codina. El portero emprendió una irresponsable excursión hasta la frontera de la medular en busca de un balón que no le pertenecía. Salió escaldado. Chocó con Gabi y Bertolo se hizo con la pelota para embocarla a puerta vacía. El miedo barnizó la noche. El Zaragoza no se creía su premio y el Getafe no asumía su castigo.

Tras el descanso, los de Míchel tocaron a rebato, pero la prueba de carácter tuvo tanto empeño como desorden. Primero se encontraron con la gentileza de Sinama en forma de improcedente entrada de kárate sobre Gavilán dentro del área. El penalti lo transformó Colunga. Después, el árbitro allanó el camino a los locales con la meticulosa expulsión de Ponzio. Los de Aguirre se amurallaron en su área. Quedaba casi media hora, pero el Getafe convirtió su ataque en un frontón. El empate final no sacia las necesidades de ninguno.

El delantero del Getafe Colunga lucha por el balón con varios jugadores del Zaragoza.
El delantero del Getafe Colunga lucha por el balón con varios jugadores del Zaragoza.EFE
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