Ferrer se va de vacío

¿Cuánto pesa la presión? ¿Cuánto afectan los nervios, la tensión y los objetivos a la velocidad de las piernas, a la claridad de la mente y el tino? ¿Cuánto tiemblan las manos y se nubla el raciocinio porque haya que jugarse un año, toda una temporada, a un partido? A todo eso dan respuesta el británico Andy Murray y David Ferrer, enfrentados a todo o nada en la tercera y última jornada del Grupo B de la Copa de Maestros. El alicantino sale a todo trapo: gana ocho de los once primeros puntos, se pone break arriba (2-0) y domina al escocés, que parece un flan, de tembleque en tembleque, un tenista sin cuajo. Murray, sin embargo, tiene más opciones de clasificación, más margen de error, y va recuperando la calma que le falta a su contrario: al perder el primer set, Ferrer queda eliminado. Al perder (6-2 y 6-2) el encuentro, el número siete se marcha de Londres de vacío.

La temporada de Ferrer, en cualquier caso, es mucho más que la Copa de Maestros. De Londres se marcha el alicantino sin victorias ni sets vencidos. Su velocidad de juego pareció un punto por debajo de la de los mejores, que explotaron su falta de un tiro decisivo, gancho a la mandíbula, con el que terminar los puntos. Huérfano de esa derecha impactante que le dio fama (9 ganadores en todo el encuentro) y un punto por debajo de su nivel en el servicio (57% de primeros), Ferrer, sin embargo, cierra un curso que demuestra la vigencia de sus argumentos y la actualidad de sus recursos: ganó siete partidos contra los otros diez mejores y defendió sus tesis sin importarle la superficie. Si acaso, el alicantino deja el año con el sinsabor de no haber destacado en ningún gran escenario, si por eso se entienden los grandes o el torneo de Londres.

Da igual: es muy posible que cuando arranque 2011 se afiance en los puestos nobles. Lo vieron Arshavin, Caniggia y Maradona en la pista. A Ferrer puede faltarle un gran tiro, pero le sobran capacidad táctica, corazón y piernas.