“No sé cómo se siente una estrella”
El pívot, el segundo español tras su hermano Pau en jugar el All Star, hace gala de su orgullo por su presencia en la estelar cita
Marc Gasol (Barcelona, 1985) no se siente una estrella, pero trabaja para ser más líder cada día que pasa. Así se lo pide Lionel Hollins, el entrenador de los Grizzlies de Memphis, y como tal le reconocen sus compañeros. Solapado pero nunca ensombrecido por los éxitos de su hermano, se ha convertido en el segundo baloncestista español elegido para jugar el All Star de la NBA. Precisamente tras Pau, ausente esta vez. Hace gala de su orgullo por estar en la estelar cita de Orlando: “A los reservas nos eligen los entrenadores. Para mí, eso tiene un valor especial porque te eligen los que viven el día a día e intentan ganarte como tú intentas ganarles a ellos. Son tus rivales”.
Pregunta. ¿Qué cambia por estar en el All Star?
Respuesta. Nada. Sigo jugando bien, mi equipo sigue jugando bien y ganando y esto es un reconocimiento a ese trabajo de equipo. Ni en mis sueños más locos me habría imaginado poder estar aquí un día.
P. En 2002, en el All Star celebrado en Filadelfia, jugó un partido con la prensa. ¿Soñaba hacerlo alguna vez con las estrellas?
Tiene un valor especial que me hayan elegido los técnicos. Son los rivales
R. No soy mucho de soñar. Me gusta jugar al baloncesto y por eso jugué con ustedes. Lo haría con cualquiera porque siempre disfruto de este deporte. En el verano, cuando no tengo nada que hacer, monto partidos. Simplemente, porque me gusta. Al final, el baloncesto es un deporte que une a la gente para divertirse y pasárselo bien. No tiene más secreto. Fui aquel año a Filadelfia porque Pau jugó el partido de los rookies y disfruté como un niño viendo pasar a las estrellas y conociendo a algunos jugadores. Fui un aficionado más.
P. Su hermano no está atravesando por la mejor de las situaciones y se ve perjudicado por los insistentes rumores sobre su salida inminente de los Lakers.
R. Es obvio que no es la mejor de las situaciones. Es la parte no tan bonita del baloncesto, pero hay que vivirla y hay que derrotarla. Él está feliz de que yo esté aquí. Lo que está haciendo es lo mejor que puede hacer: tener paciencia y no preocuparse por lo que está fuera de su control. Solo debe centrarse en jugar lo mejor posible y eso es lo que hace, jugar de manera increíble cada noche, ser importante. Si no, pregunte a Bynum [Andrew, compañero de equipo] y él se lo dirá.
Mis compañeros me respetan por lo que hago y lo que soy como persona
P. ¿Ser all star le va a ayudar a usted a ser más líder?
R. Intento serlo. Hablando con el entrenador, era uno de los objetivos que deseábamos alcanzar. Sabiendo que voy a estar aquí cuatro años más, debía tomar más fuerza en el vestuario y en el campo. Eso no quiere decir meter más puntos ni coger más rebotes. Es un tema diferente. Las cosas, en ese aspecto, están yendo bien. Los compañeros me respetan por lo que hago y por lo que soy como persona.
P. ¿Le ha resultado difícil ganárselos?
R. He ido haciendo lo mío. He ido trabajando. Nunca he puesto nada en duda y he intentado siempre hacerlo lo mejor posible, intentando hacer mejores a mis compañeros. Ese es el respeto que me importa: el de mis compañeros, el de mis entrenadores y el de mi público de Memphis. Lo demás no me quita el sueño.
P. ¿Qué necesita mejorar?
R. Muchas cosas. Cada año vas mejorando un poquito y eres capaz de ver más cosas y ayudar más al equipo. Lo importante es hacer un poco de todo. El equipo y yo siempre podemos jugar mejor. Yo, sobre todo, me mido a mí mismo por cómo va el equipo. Si va bien, quiere decir que estoy haciendo las cosas bien. Si el equipo puede jugar mejor, quiere decir que yo puedo hacerlo mejor.
P. ¿Cuáles han sido los momentos más difíciles durante su carrera?
R. Un momento difícil, por no saber lo que iba a pasar, fue el último año que viví en el Barcelona. Pedí ir a jugar en la Liga EBA, no sé si en León o Zaragoza, y me dijeron que no porque iba bien para los entrenamientos. Ese fue un momento duro. Luego, al final de ese año, gracias a Pepu [Hernández] y a todo el equipo técnico de la federación, me dieron la oportunidad de entrenarme con la selección española. Ganamos el Mundial de Japón 2006, a continuación me fui al Girona y ya fue todo diferente. Pero aquel momento en que quería jugar y no me dejaron fue duro.
P. Aunque parezca increíble, también estuvo en La Masia.
R. Fue muy divertido. Estuve un año. Mis padres estaban en Memphis con Pau. Yo vivía en Barcelona, en un piso, con jugadores de baloncesto del Barça B como Ramon Espuña, Nacho Martín, que ahora está en el Valladolid; Miki García y un tutor. Comíamos cada día en La Masia. Nos entrenábamos por la mañana y por la tarde con el Barça B. Y yo, a última hora de la tarde, también con el primer equipo.
P. ¿Qué fue más difícil, perder 20 kilos o adquirir la técnica que ha logrado?
R. Perder los kilos por el cambio de hábitos que implicó. No eran buenos, sobre todo porque era muy desordenado. Fue un proceso de madurez.
P. ¿Ha dado un salto?
R. Parto de la idea de que no hay nada que no pueda hacer cualquier jugador. No hay un jugador que tire mal, sino un jugador que tira poco o no tira lo suficiente. El tiro es algo que hay que ejercitar. O el bote: todo el mundo tiene que saber botar el balón, todo el mundo lo debe hacer desde que es pequeñito. Siempre he pensado así.
P. Destaca Víctor Sada, su amigo y excompañero en el Barcelona y el Girona, que usted es un pívot con mentalidad de base.
R. Hay gente a la que vas escuchando y tuve la suerte de compartir el vestuario del Lausanne con un joven que se llama Johnny West, el hijo de Jerry West [leyenda de la NBA]. Vino un día al entrenamiento y nos dijo eso: lo importante que es la asistencia, lo importante que es hacer mejor a tus compañeros. Me quedó muy marcado. Por supuesto que eso ya lo sabía, pero yo era muy grande, un pívot muy dominante. Fue algo que me ayudó.
P. ¿Qué les dice a los chavales que empiezan? ¿Cuál es el secreto para estar aquí?
R. Solo puedo decir que disfruto del baloncesto. Que trabajen cada día porque nadie te puede decir dónde vas a llegar porque nadie lo sabe. Posiblemente, hay mucha gente que no llegará a ningún lado, pero, si sigues trabajando y tienes paciencia, nadie lo sabe. El secreto... no lo sé. Yo me atengo al trabajo. No hay otra manera. Nunca me había planteado llegar aquí. Cuando se rumoreaba, contestaba que no pensaba que fuera a pasar ni mucho menos. Hay jugadores que se lo merecen más. Lo de ser estrella es muy relativo. A mí me preocupa más el día a día. Disfrutar este momento más que pensar. No sé cómo se siente una estrella.
P. ¿Quién confió en usted cuando no había llegado al primer equipo del Barcelona?
R. [Svetislav] Pesic fue el primero que me vio en el Barcelona. No sé... Siempre me cuenta que estaba sentado en el Palau de Gel, en una esquina, fumándose un cigarrillo y bebiéndose un café y que yo andaba haciendo un tres contra tres. Dice que me vio y enseguida se dijo: “Este chico tiene que jugar con nosotros”.
P. ¿Cuál es su objetivo más inmediato?
R. Tengo ganas de llegar a los playoffs de la NBA. Ya veremos. Tenemos que ser muy conscientes de nuestra realidad. Tenemos que ser muy ambiciosos y a la vez humildes. Esperamos recuperar pronto a Zach Randolph. Hay que tener paciencia. Queda la mitad de la Liga y debemos seguir mejorando. Con Zach hay que tener paciencia. Primero, hay que conseguir el objetivo de llegar a los playoffs y, una vez estemos allí, disputarlos como en 2011. Con toda la ambición del mundo y también con la mayor humildad.
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