Checo, un chollo
El futuro de Pérez, protegido de Carlos Slim, apunta a Ferrari, que le formó como piloto
Cuando uno le mira directamente a la cara, pronto se da cuenta de que Sergio Checo Pérez (México, 1990) tiene pinta de piloto ganador, ese aire serio, esa mirada fija y tantas ganas de salir a la pista como pocas de ponerse delante de una grabadora. Hasta ahora, este mexicano de 22 años aparentaba poseer grandes habilidades al volante de un coche de carreras. Desde ayer, ha pasado a ser uno de los jóvenes con el futuro más prometedor de entre los que actualmente compiten en el Mundial de fórmula 1. Checo es un chollo. Ha demostrado ser rápido, tiene más carisma que verborrea, y, para rematarlo, va de la mano de Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, que emplea el Sauber C31 como si fuera un escaparate para anunciar varias de las empresas que posee, desde Telmex hasta José Cuervo y Claro.
En un momento tan delicado como el actual, la mayor parte de las escuderías se pelean por los chicos como Pérez, amparado por la Ferrari Drivers Academy, la estructura de formación que posee la marca italiana, al estilo del Red Bull Junior Team. Todo ello, combinado con el flojo rendimiento de Felipe Massa en las dos primeras carreras, le coloca como la primera opción para ocupar el asiento del brasileño, sea a final de temporada o a mitad de curso, en el caso de que la paciencia de la Scuderia se agote.
Lo que define al mexicano es su facilidad para conservar las gomas
“Estoy plenamente comprometido con Sauber. Sé que hay muchos rumores acerca de mi situación, pero permaneceré aquí hasta final de año”, repitió el mexicano una y otra vez acerca de la posibilidad de convertirse en el próximo compañero de Alonso. “Como ha dicho Sergio, en estos momentos debe estar concentrado con Sauber, que es su obligación por contrato. La Ferrari Drivers Academy está llevando a cabo un muy buen trabajo con los jóvenes talentos y creo que si forma parte de esta estructura es porque Ferrari ha visto mucho talento en él”, reflexionó el asturiano. “Pero ahora, con Felipe, formamos un tándem muy potente, muy unido, y no veo ninguna posibilidad de separarnos”. El brasileño, que hace una semana tuvo que retirarse por culpa de un encontronazo con Bruno Senna cuando rodaba perdido entre el pelotón, terminó esta vez el 15º, a más de un minuto y medio de su vecino de taller.
Si algo define el pilotaje de Pérez es la facilidad que tiene para sacar el máximo partido de los neumáticos sin dañarlos, una cualidad que ya demostró en el Gran Premio de Australia del año pasado, su primera carrera en la F-1. Con solo una parada en los garajes consiguió cruzar la meta el séptimo después de remontar desde la 13ª plaza que ocupó en la parrilla de salida, por más que los comisarios técnicos le descalificaran más tarde debido a que la pala del alerón trasero móvil (DRS) de su monoplaza era demasiado cóncava. Terminó su primera temporada el 16º, con 14 puntos, a la espera de poder disponer de un bólido con más músculo, un deseo que el nuevo C31 ha hecho realidad. En solo dos grandes premios ya acumula ocho puntos más que en todo 2011, y su progresión parece ir en aumento.
Sauber fue una de las pocas estructuras que en 2011 no recurrió a los difusores soplados, en parte por falta de presupuesto pero, a la vez, porque sus monoplazas equipan un propulsor suministrado por Ferrari, que en esta faceta no resulta tan efectivo como lo son los Renault o los Mercedes. Por estos dos factores, los ingenieros de la fábrica de Hinwil decidieron tratar de emular el efecto del soplado de los escapes amparándose en la aerodinámica. Buscaron la forma de redirigir los gases hacia el difusor pero ayudándose únicamente del perfil del coche. Se trata de una solución que hace un año no daba la talla pero que ahora, con el nuevo escenario que ha planteado la normativa que prohíbe el uso de los escapes sopladores, ha sido adoptada por McLaren y por Red Bull, los dos equipos que parecen haber acertado más con sus diseños.
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