Un monólogo de Stoner

No entraba en las quinielas. No era el favorito. Ni siquiera había podido clasificarse en primera línea, ya que no pudo más que hacer el quinto mejor tiempo. Tampoco salió al entrenamiento matutino del domingo. Su equipo afirmó que lo había hecho para resguardar las pocas gomas ralladas que le quedaban para utilizarlas en caso de lluvia. Aunque algunos apuntaban a que lo había hecho para no cargar aún más su maltrecho brazo derecho, aquel que le dio problemas ya en Catar, cuando, atacado por la fatiga, tuvo que conformarse con ser tercero por detrás de Lorenzo y Pedrosa a pesar de que aspiraba a la victoria. Cree Casey Stoner que sufre de síndrome compartimental o del túnel carpiano, lo que explicaría esas molestias y la pérdida de fuerza en su brazo, aunque nadie lo sabe a ciencia cierta, porque él, tipo raro donde los haya, se niega a hacerse pruebas y huye ante cualquier recomendación de pasar por el quirófano.

Sea como fuere, descartado como estaba para apuntarse la victoria en un circuito en el que no triunfaba desde que lo hiciera en el Campeonato de España, hace más de diez años, la sorpresa fue mayúscula al verle atacar cada curva con su habitual agresividad y, sobre todo, al comprobar que ni su empeño por no dejar el liderato de la prueba y resistir el empuje de Lorenzo, ni su físico, menos renqueante en esta ocasión, le hicieron perder décimas. Se relamió en las primeras vueltas al observar el pastel que tenía delante: primero Crutchlow, luego Lorenzo, Dovizioso y, finalmente, su compañero Pedrosa. Afiló el colmilló y mordió. En solo tres vueltas ya rodaba primero.

En cinco giros solo Jorge Lorenzo había sido capaz de resistir su ritmo. Empezaba a perder fuelle Hayden -se había clasificado tercero pero sabía que con la pista seca tenía pocas opciones de seguir a las Honda y las Yamaha, y terminó octavo-; se descolgaba inexplicablemente Pedrosa -hasta que otros dos giros después recuperó y superó a final de recta a Dovizioso y a Hayden-; y las dos Yamaha satélite de Crutchlow y Dovizioso se enzarzaban en otra bonita batalla.

Pasado el ecuador de la prueba, Stoner aún sentía en el cogote el aliento de Lorenzo, que al igual que el australiano también había escogido neumáticos blandos -“nos hemos equivocado, podría haber ido mucho más rápido; Crutchlow ha ido muy bien con el duro”, apuntaba el español-. No pudo el de Yamaha, sin embargo, firmar uno de esos finales de carrera tan suyos. El ritmo impuesto en Jerez por su rival fue inabordable en esta ocasión.

Al mismo tiempo, Pedrosa, que había recuperado sus mejores sensaciones, recortaba distancia con la pareja en cabeza a cada vuelta, arañando décima a décima y defendiéndose de Crutchlow, cuya persecución implacable -vuelta rápida incluida- no le alteró lo más mínimo. Pero aunque terminó muy pegado a Lorenzo, no fue suficiente. Subió al tercer escalón del podio, una ceremonia con los mismos protagonistas que en Catar, aunque en diferentes posiciones. Nadie les tose. Son los tres magníficos, desaparecido como está últimamente el cuarto, Valentino Rossi, que fue noveno (a 34 segundos), por detrás de su compañero Hayden (a 28). No llovió y las Ducati siguen donde estaban: en tierra de nadie.