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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Si Magic Johnson fuera lituano...

EE UU marca tendencia en la evolución del baloncesto, dirigido hacia jugadores polivalentes de más de dos metros

Charles Barkley y Magic Johnson, tras ganar el oro en Barcelona 1992.
Charles Barkley y Magic Johnson, tras ganar el oro en Barcelona 1992.JOAN SÁNCHEZ

Probablemente sea un indicio de lo que se avecina que, en los días previos a los Juegos Olímpicos, la pregunta más popular sobre el equipo de baloncesto estadounidense no sea qué equipo olímpico de 2012 tiene más opciones de vencerle, sino si el equipo olímpico estadounidense de 1992 podría vencerle.

Esto parece desdeñoso hacia el resto del mundo; los Juegos Olímpicos no son una competición al mejor de siete. Aun cuando aceptemos que los estadounidenses son mejores en baloncesto que el resto, lo único que hace falta es una noche estadounidense mediocre combinada con una buena noche de un oponente y, voilà, Estados Unidos se queda sin el oro.

En circunstancias normales, esto sería un presagio bastante bueno para la cancha, donde la cancha es todo aquel que no lleve un extraño dibujo de EEUU en forma de Pizza Hut sobre el pecho. Aun cuando la cancha podría no tener tantas balas para su obús como le gustaría, lo bueno de las balas para obuses es que solo se necesita una.

Pero los Juegos Olímpicos de este año son diferentes: este año, no está Grecia, ni Turquía, ni Italia. (Todos ellos, equipos que están entre los siete primeros de la FIBA). El equipo argentino tiene una media de edad similar a la de un Senado griego. Australia tendría más o menos las mismas opciones de vencer a EEUU en un partido de baloncesto que yo de vencer a un guepardo en una carrera a pie. Y debatir la capacidad baloncestística de Gran Bretaña, Túnez, Nigeria y China sería casi un insulto para el baloncesto.

De modo que eso nos deja con Francia, Rusia, Brasil y Lituania. Y España, por supuesto.

La opinión generalizada es que el único equipo que todavía juega realmente al baloncesto y que tiene alguna opción contra los estadounidenses es el de España. Los expertos podrían estar en lo cierto: los hermanos Gasol podrían abrirse camino a través de la defensa interior estadounidense... si estuviésemos en 1998 y el baloncesto fuese un juego diferente del que es ahora mismo.

Porque, verán, estamos en mitad de una transformación radical del baloncesto. Nosotros los estadounidenses no estamos a la cabeza del mundo en muchas cosas aparte del gasto militar y las emisiones de carbono por persona, pero sí que marcamos tendencia en el baloncesto. Y la tendencia va hacia equipos formados por cinco tipos que miden entre 200 y 210 cm, y cada uno puede jugar en cualquier posición.

Lo que estoy diciendo es esto: la cosa no pinta tan bien para la cancha. Los estadounidenses son tan buenos como de costumbre (o mejores), los demás competidores son mayores, están lesionados o son lentos, y los estadounidenses tienen una ventaja inherente en un juego adaptado al estilo estadounidense.

Eso no me va a impedir animar a cualquier equipo que juegue contra Estados Unidos. (¿Quieren ustedes vivir en un mundo en el que Carmelo Anthony tiene, no una, sino dos medallas de oro? Yo no). No me va a impedir ambicionar una anomalía estadística. Y desde luego, no me va a impedir esperar que la federación de deportes lituana invente una máquina del tiempo, secuestre al Magic Johnson de 1992, le añada un -ius a su nombre e introduzca 20 años de baloncesto colectivo con los medios necesarios en su cerebro como si fuese a bordo del Nabucodonosor con Keanu Reeves.

Pero, salvo que ocurra uno de esos milagros, me temo que el torneo olímpico de baloncesto de 2012 se parecerá un poco al torneo olímpico de baloncesto de 1992: será bueno para los estadounidenses.

En cuanto a si los estadounidenses de hoy vencerían a los de 1992... mejor hablamos con los lituanos sobre esa máquina del tiempo.

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