Hamilton se queda clavado

Por el proyecto y la construcción del Centro Tecnológico McLaren cobró Norman Foster a la escudería británica 500 millones de euros, un dineral que impresiona muchísimo, pero no tanto como el complejo en sí, más propio de una película del espacio que de una fábrica, por más que en ella se diseñen coches de fórmula 1. Cuando alguien tiene la suerte de firmar un contrato con el constructor de Woking recibe una serie de directrices que debe seguir a rajatabla porque, en sí mismas, contienen la filosofía que ha convertido a este símbolo en lo que es hoy por hoy. 

Además de estar obligado a ir de punta en blanco en todo momento, el operario de la marca, ya sea ingeniero o técnico, debe regirse por una máxima que se aplica cada jornada de trabajo y que Martin Whitmarsh, actual director de los bólidos plateados, proclama orgulloso. “Cada 20 minutos tenemos que esbozar una nueva actualización del coche, bien sea para mejorar su rendimiento o su fiabilidad. Puede tratarse de una mejora pequeña, pero esa forma de trabajar nos obliga a ser muy constantes en lo que hacemos”, explicaba a este diario a la vez que advertía de que, llegados a este punto del calendario, cualquier error podría suponer despedirse de la pelea por el título mundial de fórmula 1.

Pues bien, en Singapur fallaron McLaren y su principal baza, Lewis Hamilton, que venía embalado al volante del prototipo más rápido de la parrilla (tres victorias y cuatro poles de carrerilla), y sus posibilidades de arrebatar el campeonato a Ferrari y Fernando Alonso pueden haberse esfumado de golpe. Un problema en la caja de cambios de su MP4-27, cuando Hamilton circulaba al frente del pelotón (23ª vuelta) con un margen de casi dos segundos sobre Sebastian Vettel, despejó al camino al alemán.

Vettel se hizo fuerte a bordo del RB8, cruzó la meta como ganador, dos vueltas antes de tiempo por culpa de las interrupciones, y de esta forma alcanzó su segundo triunfo del curso, tras el que consiguió en Bahréin. Sí pudo terminar el McLaren de Jenson Button, que lo hizo el segundo, mientras que Fernando Alonso recuperó dos posiciones respecto al lugar que ocupó en la arrancada y volvió a subirse al podio. El español ya acumula 81, uno más que Ayrton Senna, y ya es el tercero que más posee, por detrás de Michael Schumacher (155) y Alain Prost (106).

Todo iba a pedir de boca para Hamilton hasta la 22ª vuelta de la carrera, instante en que se quedó sin la tercera velocidad

Todo iba a pedir de boca para Hamilton hasta la 22ª vuelta de la carrera, instante en que se quedó sin la tercera velocidad. En el siguiente giro, el instrumental de su volante se volvió loco y la pantallita que indica qué marcha está engranada se trabó justamente antes de que el coche se quedara seco. El campeón de 2008 toqueteó las levas tanto como pudo y hasta les soltó un golpetazo, pero se dio por vencido y puso el pie en el suelo al tiempo que se lo llevaban los demonios. Por la radio, un mensaje de Andy Latham, su ingeniero de pista, dejaba entrever que la causa del abandono, el cuarto de la temporada para él, se había detectado el sábado, después de la prueba cronometrada, aunque, lógicamente, no trascendió fuera del garaje del constructor británico: "Buena conducción, Lewis. Ayer hicimos lo que pudimos". Latham bien podía referirse al topetazo que su piloto dio al muro en la segunda intentona de la criba decisiva de la cronometrada (Q3), cuando ya tenía la pole en el bolsillo, un incidente similar al que obligó a Williams a sustituir la caja de cambios del FW34 de Bruno Senna.

Como era de esperar, Whitmarsh declaró después que nadie tuvo pistas de la avería hasta minutos antes de que se produjera. Sea verdad o no, si hay algo innegable es que la estrategia le salió al revés a McLaren, que probablemente habrá dejado clavado a Hamilton en el momento del año en que más lanzado estaba. Una jugada tan nefasta para él y su equipo como redonda para Alonso y Ferrari.