Los ‘vampiros’ engordan el pasaporte biológico
Crece el número de tests sanguíneos fuera de competición, pero el circuito vive el ‘caso Cilic’, que se dice lesionado pero habría dado positivo, según su técnico
Lo dice Julien Benneteau, profesional desde 2000: “Por primera vez en mi carrera, me han hecho dos controles de sangre en tres días, aquí en Nueva York”. La Federación Internacional (ITF) anunció en marzo la introducción del pasaporte biológico, un archivo de valores sanguíneos y de orina que permite detectar conductas sospechosas al comparar los resultados del mismo individuo a través del tiempo. Fue su respuesta a dos revelaciones inquietantes. En las semanas previas se supo que el doctor Del Moral, suspendido por su implicación en la trama que alimentó el falso mito de Armstrong, trabajaba con tenistas desde hacía 15 años; y que el doctor Eufemiano Fuentes decía haber tratado a otros. La llegada del pasaporte, sin embargo, no ha acabado con las suspicacias. Los críticos creen que se tardará años en reunir suficientes muestras de sangre como para que se puedan comparar y tener valor probatorio; y la buena imagen del sistema se enfrenta al caso del croata Cilic, ex top 10 que este verano llamó lesión a lo que su entorno definió luego como presunto positivo.
“La introducción del pasaporte biológico nos da una herramienta adicional para detectar el dopaje sin tener que recabar una muestra que contenga una sustancia prohibida”, le explica a este diario Stuart Miller, el encargado del programa en la ITF. “También nos permitirá detectar dopaje intermitente, sustancias para las que quizás no hay un test específico y mejorar la eficacia de otros exámenes”, añade. “Por eso, la distribución de los tests puede cambiar. En cualquier caso, habrá más tests de sangre y más toma de muestras fuera de la competición”.
¿Será el pasaporte una medida eficaz para los tenistas actuales? ¿Servirá para detectar a los hipotéticos tramposos de hoy, o solo a los de mañana? “Se aplicará por igual a todos aquellos de los que se hayan recogido muestras. Eso incluye a los jugadores actuales”, dice Miller, que solo confirmó una sanción por dopaje en 2013 (el serbio Troicki, suspendido 18 meses porque no dejó que le tomaran una muestra de sangre en el torneo de Montecarlo), que antes ya reconoció a este diario que el presupuesto para el programa no había sido cerrado cuando el pasaporte biológico se anunció y que como la ATP no quiso hacer ningún comentario sobre el ‘caso Cilic’.
Los críticos creen que se tardará años en reunir suficientes muestras de sangre como para que se puedan comparar y tener valor probatorio
“Se están haciendo inversiones adicionales”, dijo un portavoz del organismo que rige el tenis masculino, sin especificar la cifra destinada al programa. “El dopaje es un problema potencial en cualquier deporte, pero nos sentimos afortunados de que el tenis haya sido mayoritariamente un deporte limpio”.
De los 2.185 controles que se hicieron el año pasado en el tenis, 187 (8,5%) fueron exámenes sanguíneos y sólo 63 de ellos (2,8%, 34 a hombres y 29 a mujeres) tuvieron lugar fuera de competición, según los datos oficiales.
Ninguna estadística, claro, recoge el caso de Andre Agassi, que admitió en su biografía un positivo silenciado por el circuito, que aceptó su excusa de haber consumido la sustancia sin darse cuenta; o el de Marin Cilic, que abandonó en segunda ronda de Wimbledon 2013 excusándose en una lesión de rodilla, que no ha vuelto a jugar desde entonces, y que luego, a través de la prensa de su país y de su entrenador de siempre, Bob Brett, ha filtrado que habría dado presuntamente positivo por un exceso de glucosa. “La ITF solo emite anuncios cuando la investigación ha sido completada”, explicó un portavoz del organismo, insinuando que hasta que no se escuchen y valoren las alegaciones del croata no se podrá aclarar nada.
Mientras, los técnicos antidopaje intentan hacer bueno el discurso oficial de que hay más controles de sangre y que se acometen más veces fuera de la competición. En el vestuario, donde Novak Djokovic, Rafael Nadal, Andy Murray y Roger Federer apoyan con firmeza las medidas antidopaje, lo empezaron a notar en Wimbledon y ahora en el Abierto de Estados Unidos. Los ‘vampiros’, ya lo dijo Benneteau, trabajan para engordar el pasaporte.
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