Una victoria cantada, un error inesperado
Márquez vuelve a ganar en Austin, donde Lorenzo acaba décimo tras ser sancionado por salir antes de tiempo “Por fin he hecho una buena salida, pero la de Jorge fue mejor”, bromea.
Aunque el final era previsible, no lo fue el comienzo de una carrera que volvió a encumbrar a Marc Márquez. Después de cometer un error de principiante al tomar una curva en la primera vuelta de la primera carrera del año, Jorge Lorenzo volvió a fallar en la segunda. Tardó todavía menos esta vez: vio encenderse el semáforo y el de Yamaha soltó los frenos. Demasiado pronto. Se percató segundos más tarde e hizo ademán de frenar, pero ya no tenía sentido alguno. Nadie le libraría de una penalización. Así que tiró y tiró en cabeza del pelotón y al completar la primera vuelta se metió en el pasillo de garajes. Esa fue su pena. Y el castigo, mayor, tener que remontar desde la última posición, perdido más de medio minuto con el líder, y terminar la carrera en el décimo puesto. Se han celebrado dos carreras del Mundial y Lorenzo, aspirante al título, es 16º en la general, con seis míseros puntos. Márquez, ese pequeño bastardo (como le llama Rossi) que los trae a todos de cabeza, tiene pleno: dos triunfos y 50 puntos.
La victoria en Austin estaba anunciada, pero no por eso fue fácil para el campeón del mundo, que llegó a la última curva con un baile digno de sus noches más divertidas. La moto le dio una sacudida tremenda, que él, tan aficionado al dirt track, tan amante de las derrapadas, terminó dedicando a sus mecánicos y su familia: “Para que tuvieran un susto”, bromeó. Fue ese el único error que cometió el piloto de Honda, inalcanzable en Austin. Ya lo fue el año pasado, pero el dominio de cada rincón de este trazado tejano es cada vez mayor. Le van de maravilla a su Honda las dos largas rectas y las curvas lentas, le encantan a Márquez las fuertes frenadas y los sucesivos y rápidos cambios de dirección con que se arranca cada vuelta. Lo tiene todo a su favor Austin. Y él no acostumbra a desperdiciar las ocasiones cantadas.
Por fin he hecho una buena salida, pero la de Jorge [Lorenzo] ha sido mejor Marc Márquez, bromeando sobre la sanción a su rival
Mantuvo la concentración en la salida –“Por fin he hecho una buena salida, pero la de Jorge ha sido mejor”, bromeó al finalizar en declaraciones a MovistarTV–, como el resto de la parrilla, que ni se inmutó al ver volar a Lorenzo, lanzado desde la segunda fila, antes de lo que tocaba. Le siguió, en cuanto el semáforo se apagó. Y al perderle de vista al final de vuelta ya no volvería a encontrarse con nadie más en la pista. En solo dos giros Márquez, de nuevo el único que escogió el neumático más duro para la carrera, había completado una vuelta tan rápida que batió el récord de la pista. Era su colega Dani Pedrosa el único que le aguantaba el ritmo, pero ligeramente algo más lento, lo que le fue alejando del campeón muy poco a poco con el paso de las vueltas. La perfección de Márquez y Pedrosa al volante, cada uno a su ritmo y a su aire, el descalabro de Lorenzo, que peleaba por escalar posiciones desde la cola, dejó sentenciada la carrera en apenas unos minutos.
Mientras uno ganaba, el otro seguía sumando (nada que no esté en su plan) y el de Yamaha apretaba los dientes para pillar cuantos más puntos mejor, el espectáculo estaba en la lucha por la tercera posición. Resistía el empuje del segundo grupo un sorprendente Iannone, con su Ducati open. Tan lejos de las Honda, más cerca como nunca hubiera imaginado del podio. Pero el desgaste le pasó factura y a falta de seis vueltas para el final empezó a perder posiciones sin remedio. Le tomó el relevo otra Ducati, la de Dovizioso, que había protagonizado junto a Brad una bonita pelea con Rossi. Desapareció de la lucha por el podio el italiano sin demasiada explicación, tras un buen fin de semana a pesar de estar en una pista con la que las Yamaha no se entienden demasiado bien.
Y se ganó la tercera plaza finalmente Dovizioso, que volvió a colocar a Ducati en el podio después de casi dos años. El último que lo hizo fue Rossi, en Misano el año 2012. Lo tiene más fácil ahora la casa italiana, beneficiada por la normativa que le permite correr con 24 litros de gasolina, cuatro más que sus rivales de Honda y Yamaha. Y tampoco le hace ascos la Desmosedici a una recta como la de Austin, de más de un kilómetro de longitud. Así que pudo el italiano volver a abrir una botella de champán. Y salir en la foto. Junto a Márquez y Pedrosa. Mientras Lorenzo trataba de entender dónde se ha dejado esa capacidad de concentración que atemorizaba a sus rivales.
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