Un generoso asalto frustrado
Tras ganar su tercer Europeo con solo dos saltos, Lavillenie intenta sin éxito batir con 6,01m el récord de los campeonatos.
A Serguéi Bubka, político del equilibrio (es ucranio pero piensa en ruso) y devoto de la eficiencia (35 récords mundiales batió a lo largo de su carrera, con 34 centímetros de diferencia entre el primero, 5,81m, cuando tenía 21 años, y el último, 6,15m, con 29), se le llevan los demonios cuando contempla la generosidad desmedida de su amigo y heredero Renaud Lavillenie. Lo mismo que el mejor pertiguista de la historia no entiende que el francés sea capaz de conceder entrevistas hasta a radio taxi sin importarle la duración (“qué dispendio de energía”, dice Bubka, vicepresidente de la IAAF, en una entrevista a L'Équipe), tampoco entendió que en su reunión de Donetsk en febrero (semanas antes de que el conflicto interno ruso-ucranio redujera a cenizas la sala) Lavillenie intentara la burrada de saltar 6,21m minutos después de batir con 6,16m el último récord mundial de Bubka, recordando cuánto estrés genera, cuánta destructiva adrenalina, cualquier intento de récord mundial. Para Lavillenie, aquel intento fallido no solo supuso un derroche hormonal, sino también una herida en el pie que ha marcado su temporada desde entonces. Para terminar, Bubka advertía al chaval de Clermont Ferrand del peligro que supone ganar siempre, el aburrimiento de la afición, que solo espera la derrota con morbo, y cómo eso le había sucedido a él, pues al final parecía que competía sin rivales. En la tarde meteorológicamente menos agresiva de toda la semana, Lavillenie ganó su tercer título europeo, el primero que lo consigue en la historia. Tal es su superioridad, que necesitó solo dos intentos para conseguirlo, uno de 5,65m y otro de 5,80m, cuando ya todos los demás participantes estaban eliminados (la plata y los dos bronces fueron baratas: 5,70m para el polaco Wojciechowski, el checo Kudlicka y el francés Menaldo). Pero el tercer oro europeo para colocarlo junto al olímpico de Londres (curiosamente, Lavillenie no ha logrado ningún título mundial al aire libre) no era el único objetivo del francés, quien, generoso con su deporte y con la afición que tanto paga para sufrir frío y competiciones sin gran lustre, llegó con la idea de pasar por primera vez de los seis metros al aire libre este verano y superar, de paso, el récord de los campeonatos, los 6,00m del ruso Gataullin en 1994, 20 años hace ya. Como iba en serio, antes de los 6,01m, para preparar el talonamiento y acostumbrarse a la pértiga más dura, Lavillenie saltó antes (a la segunda) 5,90m. Después, falló en sus tres intentos de plusmarca bajo la suponible sonrisa de suficiencia del ecónomo Bubka.
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