30 segundos de Uche, gol y lesión

A Uche le dio tiempo a hacer todo en 30 segundos. Volver de la lesión, tocar su primer balón, marcar y lesionarse de nuevo. Su fugaz pero efectiva participación sirvió para sacar un valioso empate (1-1) cuando su equipo sufría el dominio del Mönchengladbach, por delante en el marcador hasta 20 minutos del final.

Se sintió extraño el Villarreal en el Borussia Park. Cierto es que no se presentaba con su mejor uniforme, sin Giovani dos Santos, que continúa lesionado, como principal ausencia, y un buen número de bajas. Y cierto es también que visitaba la guarida de un clásico del fútbol europeo, ganador en dos ocasiones de la Copa de la UEFA, y campeón cinco veces de la Bundesliga.

Nada se parecieron los de Marcelino al equipo que barrió al Astana en la fase previa del torneo. Los castellonenses, que se suponen dados al toque y a la asociación, entregaron el esférico desde el pitido inicial y se abrazaron a los chispazos de Cheryshev. El delantero ruso, de 23 años, fue, junto a Moi Gómez, el único que intentó poner la pólvora en el equipo español. Se desmarcó, se ofreció y probó a Sommer. De hecho, la primera gran oportunidad del partido se originó y acabó en sus botas. A los 20 minutos, robó un balón en el centro del campo, lo condujo hasta el área rival, donde tiró una pared, y exigió al portero suizo un paradón que evitó que el Villarreal se pusiera por delante.

En ese momento, cuando, al menos, los españoles ponían el peligro, aunque no el fútbol, en un suspiro llegó el tanto alemán. Hrgota controló con exquisitez un pase largo en el área del Villarreal. Victor Ruíz evitó su disparo in extremis, pero su rechazo salió tibio y el balón quedó sin dueño a pocos metros, en el sitio oportuno para que Herrmann, con tiempo, lo pusiera en la red. Nada pudo hacer Asenjo, que estiró sus piernas como si fuera un portero de balonmano.

Se ponía muy cuesta arriba el partido para los españoles. Sin la posesión y con un Cani que no conseguía enganchar con los hombres de arriba, los de Marcelino se mostraron a merced del Borussia, cuya maquinaria se encendía cada vez que cruzaba a campo contrario. Sí funcionaba su centro del campo, gobernado por Kramer, el campeón de mundo que nunca recordará su participación en la final de Brasil, según dicen los médicos —por la conmoción que sufrió tras un terrible choque con Garay—, y con el suizo Xhaka, otro mundialista, llegando con peligro desde la segunda línea cuando el Mönchengladbach superaba la presión rival.

Así fue hasta que Marcelino decidió sacar a Uche, que volvía tras perderse dos encuentros por lesión, a 20 minutos del final, aunque no por mucho tiempo. Bruno Soriano entregó el balón en el borde del área a Manu Trigueros, que miró a su izquierda mientras daba el pase de gol a su derecha. Una asistencia filtrada para que Uche, que se adentraba en diagonal, pusiera el empate en el marcador. Tocó un balón, metió el gol y se lesionó tras chocar con Sommer. Todo en la misma jugada y en menos de un minuto.

Antes, Hrgota había fallado casi lo imposible, aprovechándose de uno de los numerosos fallos defensivos del Villarreal en un Borussia Park que regaba la lluvia. Y después al árbitro le faltó un pelo para pitar penalti por una mano. Fue decidido a señalarlo, pero cambió de opinión tras conversar con el linier, provocando la indignación alemana. Punto de oro cosechado por el Villarreal ante el rival más duro del grupo, donde le espera en dos semanas el Apollon, chipriota, que venció al Zúrich.