El ‘dream team’ y el macho alfa
Un equipo de 80 personas rodeará a Contador en su intento de ganar Giro y Tour
Canarias en diciembre no es solo refugio de quienes encuentran el alcohol más barato que el agua y que beben agua en el desayuno y hacen trabajar a su próstata horas extra a su edad otoñal. En Canarias, entrando en invierno, también hay deportistas que se entrenan como si fuera primavera pensando en el verano, que es como se trabaja ahora en el ciclismo, con largas y aburridas estancias fuera de casa y siempre en grupo, y siempre rodeados de entrenadores, biomecánicos, nutricionistas y directores. En un hotel que es también un campo de golf, verde intenso rodeado de tierras negras, volcánicas, y el desierto, ha estado concentrado un par de semanas aquel al que su mánager, Bjarne Riis, denomina el “dream team” del ciclismo. “Somos 80 personas, 30 de ellas ciclistas”, dice el danés. “Tenemos seis entrenadores y una caterva de personal para que los corredores puedan rendir el máximo”.
El nombre oficial del equipo es Tinkoff-Saxo y su líder se llama Alberto Contador, y en 2015 quiere ganar el Giro y el Tour, lo que a los más sobrios les parece imposible. “Y eso lo sabe también Alberto, que tiene tanta ambición como fuerza y capacidad”, dice Riis. “Es normal que tenga la ambición de ganar las dos. Él quiere crear historia, y la historia no puede ser siempre lo mismo, y con su clase lo puede hacer. Dará una ventaja a los rivales, lo que es un riesgo, pero no veo problemas en asumirlo. Así, si Alberto logra ganar las dos, será aún más bonito”.
Es normal que tenga la ambición de vencer en las dos. Él quiere crear historia”, dice Riis
Y curiosamente, cuando uno habla de otro, Riis de Contador y viceversa, los dos utilizan el mismo concepto y las mismas imágenes para definir su relación. Los dos hablan de feeling, de respeto, de ausencia de celos, y de cómo son capaces de entenderse con una mirada, sin necesidad de palabras. “Quizás porque yo también he ganado el Tour, siempre he tenido buena relación con todos mis campeones, con Sastre, con Schleck, siempre la he buscado, pero cada uno tiene su personalidad”, dice Riis. “Son muy diferentes Sastre y Contador, no se les puede comparar, es imposible. Alberto está a otro nivel, es de otra clase, pero ambos comparten carácter, cabezonería, seriedad. No quiero decir que Carlos no sea un corredor fuerte. Es un corredor fuerte, ¿no? Ha ganado el Tour...”.
“Estoy seguro de que no podría estar en un equipo mejor que este”, dice Contador. “Entre todos los corredores hay relaciones de respeto, pero también bromas y buen humor. Nos divertimos viendo a Peter Sagan hacer caballitos sin manos y me ilusiono pensando en que a uno como Ivan Basso le motive trabajar para mí. Y con Bjarne funcionamos por lo que podría llamar una negociación mutua entre los dos. Yo sé lo importante que soy para algunos sponsors y él lo importante que es dejarme en libertad a veces o para plantear una carrera. Vivimos a 800 metros uno de otro, en Lugano (Suiza), y aun así podemos estar dos meses sin hablarnos, pero tenemos confianza plena en ambos. Él reconoce el esfuerzo que hago, no solo los resultados”.
Para Contador, que hace 10 días cumplió 32 años, asumir desafíos tales o encarnar el papel de macho alfa (como lo denominan, admirativamente, algunos de los técnicos del equipo) de un grupo tan grande, no supone ningún esfuerzo. Para él, para el ciclista que para muchos es el mejor ciclista del mundo en la actualidad, este papel es una segunda piel. “Yo siempre he hablado claro”, dice el ciclista, y recuerda cómo en su primera carrera profesional, cuando tenía 20 años, en una Vuelta a Mallorca, fue capaz de decirle a Manolo Saiz delante de todos que él comía lo que necesitaba, que nadie le tenía que decir lo que podía comer. Recuerda esa anécdota que muestra como pocas su carácter, su fondo de temperamento, y también podría recordar cómo en la primera concentración en la que coincidió con el regresado Lance Armstrong, también en Canarias, consideró su obligación dejar claro quién era el más fuerte coronando el primero los puertos más duros en el entrenamiento. “Pero eso no se puede hacer ahora. Ahora esto es superminucioso y específico y vatios. Cada uno tiene una zona, Z1 a Z5, y un threshold [umbral], palabras que antes sonaban a chino y ahora son habituales. Y los nuevos entrenadores te determinan la zona a la que tienes que entrenarte, los vatios de los que no puedes pasar y hay que respetarlo”, dice Contador. “Pero mi potencia en cada zona hace que termine antes que los demás, pero no es como hace unos años, cuando el entrenamiento en grupo era una carrera”.
Estoy seguro de que no podría estar en un equipo mejor que este”, asegura Contador
Lo que ocurre, y lo cuenta Patxi Vila, uno de los directores, es que la zona 2 de Contador puede equivaler a la zona 5, al máximo, de otros, y se destaca simplemente por su calidad. De todas formas, dado el carácter perfeccionista, casi obsesivo, y desconfiado de Contador, muy pocos en el equipo conocen sus valores reales de peso o de vatios. Mientras los demás corredores envían diariamente los datos de su potenciómetro a todos los entrenadores, Contador solo se los enseña, y no se los envía, a Steven de Jongh, su entrenador.
Junto a Vila, han llegado este año al Tinkoff-Saxo el australiano Daniel Healey, procedente del BMC, y Bobby Julich y Sean Yates, quienes, como De Jongh, dejaron el Sky hace un par de años por la estricta política antidopaje del equipo británico, que no quería entre sus empleados a nadie que hubiera tenido algo que ver con el dopaje, lo que para Riis no es un problema, y no por cuestión de escrúpulos o la falta de ellos. “No es copiar el modelo del Sky, sino que estamos creando nuestro sistema. Es obvio que hemos observado lo que han hecho ellos, pero nosotros seguiremos nuestra propia filosofía, la estamos creando. A todos los que han venido del Sky los conozco desde hace muchos años. Eso [lo del dopaje], son cosas de hace años. Y nos parece que no es lo más importante, sino que su trabajo actual lo hagan con la buena filosofía. Y si lo hacen así, no puedo decirles nada”, dice Riis, quien hace años confesó que había ganado el Tour del 96 usando EPO.
“Todos sabemos lo que pasaba en los 90, lo sabíamos todos. Si yo fuera ciclista ahora viviría como el ciclista de ahora. Yo fui ciclista en los años 80 y 90 y vivía como los ciclistas de entonces. Es así”.
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