Una montaña en el camino electoral
El fiscal Perals y el juez Ruz han dejado en fuera de juego al presidente Bartomeu después de ocho victorias consecutivas del Barça. Bartomeu se sentía partícipe decisivo en la recuperación azulgrana después de la crisis de Anoeta. Había prescindido del director general Rossich y destituido al secretario técnico Zubizarreta. Anunció que se convocarían elecciones a final de temporada para serenar al club e instó al vestuario a resolver el conflicto Messi-Luis Enrique. Las cosas cambiaron para bien y Bartomeu se ofrecía los días de partido para hablar por la televisión. La precampaña estaba en marcha y el gabinete que asiste al presidente intentaba reforzar su perfil de candidato ganador por más que las encuestas señalaban como favorito a Laporta.
A pesar de que el expresidente todavía no ha anunciado su presencia en los comicios, Bartomeu remontaba como Messi. Incluso se aceleraron las negociaciones para la renovación de los contratos de televisión y patrocinio, y se supo que Telefónica compite con Mediapro porque puede ayudar a encontrar un sponsor diferente del de Qatar, un compañero de viaje delicado con vistas a la campaña electoral de verano de 2015.
El presidente cambiará la estrategia defensiva para tomar la iniciativa tras ir a remolque
La vida sonreía a Bartomeu hasta que el lunes supo de la petición de la fiscalía. El presidente quedó tan desconcertado y aturdido que el club tardó un día en responder —habla de “sorpresa, indignación y total desacuerdo”— mientras el juez replicó en cuestión de minutos al comunicado del Barça. La intervención de Ruz ha agravado todavía más la situación del presidente no solo por la imputación sino porque entiende que su actuación no puede separarse de la causa por la que está imputado el expresidente Rosell.
A Bartomeu le será más difícil desmarcarse de Rosell, como pasó en anteriores asuntos, por más que en su caso diferentes abogados coincidan en que el nudo del conflicto es “una controversia fiscal” y no un delito, motivo por el que de momento ambas partes no habrían llegado a un acuerdo. No existiría juicio si se pactara una sentencia de conformidad para la que se necesita admitir la culpa, cosa que rechaza Bartomeu. El presidente está implicado por el abono del tercer y último pago de cinco millones de la prima de fichajes de 40 millones que percibió la empresa del jugador N&N. El contencioso se centra en unas retenciones que difieren en función de la residencia de Neymar.
El semblante de Bartomeu, habitualmente tranquilo y sereno, se ha endurecido para insinuar que, además de una sorprendente celeridad, detrás de la imputación puede haber motivos no deportivos sino políticos, en la línea que ya denunció cuando el Barça fue sancionado por la FIFA, uno de los distintos pleitos pendientes que afronta el club, además del referente a la acción de responsabilidad social, al caso de espionaje en el que está implicado el exjefe de seguridad del club Xavier Martorell o el contrato de explotación comercial de la fachada de La Masia, además del litigio de Messi con Hacienda.
El presidente se plantea cambiar de abogados —trabajaría con el bufete González Franco—, después de que la defensa hubiera estado coordinada por el vicepresidente Xavier Faus. La directiva ha dejado de actuar en bloque ante el anuncio de elecciones y algunos de sus miembros se plantean integrar diferentes candidaturas. Ninguno de los precandidatos ni opositores se pronunciaron, por otra parte, sobre la decisión de Ruz. El Barça ha ido siempre a remolque en el caso Neymar, por el precio y por la declaración complementaria a Hacienda, de manera que el próximo reto que le aguarda a Bartomeu es mayor que cualquiera de los que ya ha superado: dejar de estar imputado para ser elegido presidente.
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