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Tablas a golpes

El Atlético y el Valencia empatan (1-1) en un encuentro marcado por la dureza, con 41 faltas, 13 amarillas y una expulsión

Ladislao J. Moñino
Mandzukic se encara con Otamendi.
Mandzukic se encara con Otamendi.Víctor Lerena (EFE)

Ni Atlético ni Valencia aprovecharon la oportunidad de acercarse al duopolio de la cabeza. Firmaron tablas en un duelo que tuvo todos los clichés que se esperaban: poco juego fluido, mucho rigor táctico y dos goles a balón parado (41 faltas, 13 amarillas y una roja). Había mucha expectación por el enfrentamiento porque esa competencia directa entre uno y otro había posibilitado que se presentaran con la posibilidad de apretar e incordiar a Madrid y a Barça. Los dos siguen ahí al acecho, pero había una oportunidad para estrechar márgenes.

ATLÉTICO, 1 - VALENCIA, 1

Atlético: Moyá; Juanfran, Gimenez, Godín, Siqueira, Tiago, Gabi (Raúl Jiménez, m. 81), Arda, Koke (Mario Suárez, m. 69); Fernando Torres (Mandzukiz, m. 61) y Raúl García. No utilizados. Oblak, Gámez, Lucas y Cani.

Valencia: Alves; Barragán, Otamendi, Mustafi, Gayá; Enzo Pérez (André Gomes, m. 58), Javi Fuego, Parejo; Piatti (Orban, m. 91), Feghouli (Rodrigo, m. 58); Negredo. No utilizados: Yoel, De Paul, Cancelo y Filipe.

Goles: 1-0. M.32. Koke. 1-1. M. 78. Mustafi.

Árbitro: Jaime Latre. Expulsó por doble amarilla a Javi Fuego (m. 90). Amonestó a Godín, Siqueira, Torres, Mario Suárez, Mandzukiz, Barragán, Mustafi, Otamendi, Enzo Pérez, Piatti y Negredo.

Vicente Calderón. Unos 50.000 espectadores.

El partido nació una hora antes. Cuando se supo que Simeone dejaba a Mandzukic por segunda vez consecutiva en el banquillo. Más allá de lo que tenga que ver con incompatibilidades de caracteres, las huellas del caso también llevan el asunto a lo futbolístico. En los dos partidos, Simeone ha apuntado a la velocidad y a la verticalidad, a un juego más directo. En Sevilla volvió a esas raíces tan distintivas del equipo de la temporada pasada con Griezmann y con Torres como primera opción en la rueda de cambios. Anoche, sin el francés, sancionado, el técnico rojiblanco mantuvo de salida la velocidad de Torres y le acompañó Raúl García.

El palo para Mandzukic, con la alineación del navarro, es que también sirve para peinar balones aéreos y puede ser tan guerrillero y sacrificado como él. Y guerrilla iba a haber porque el Valencia también tiene mucho del molde del campeón. Nuno reforzó ese perfil con Enzo Pérez y Javi Fuego de escuderos de Parejo. También apuntó el entrenador portugués hacia las bandas del Atlético con Piatti y Feghouli siguiendo esa receta que ya aplicó el Celta con Nolito y Orellana y el Leverkusen con Bellarabi y Son. La fórmula trata de fijar más en la medida de lo posible a los laterales del Atlético, tan decisivos en el juego ofensivo como complementos del volanteo interior de Koke y Arda.

Ninguno de los dos aprovechó la ocasión de acercarse al duopolio de la cabeza de la tabla

Se correspondió el juego con el aroma que desprendía desde la cabeza de los entrenadores. Mucho fútbol pizarreo en los saques de banda y en los saques largos y poca trascendencia para la pelota en el centro del campo. La inactividad de Parejo o la poca repercusión de Arda ante las emboscadas de presión confirmaban que el partido iba a estar más en las segundas jugadas. Desde esos trazos claros, el partido en muchos tramos fue paradigmático de ese fútbol de pocos espacios y de menos elaboración, de más intensidad y, por supuesto, generador de tarjetas. También emanan de estos partidos los que pían todo, que suele coincidir con los que también están más en las disputas. Así que Raúl García ocupó escenario, como Otamendi o Enzo Pérez.

Ese tipo de batallas suelen decantarse de un lado u otro, dependiendo de en qué área se produzcan las disputas. En esas propuestas, un balón peinado, un toque rápido de refilón o un rebote pueden tener el valor del pase más académico. En el Atlético ese juego directo buscaba a Torres o Raúl García. Como ese fútbol-fricción se jugó casi todo el tiempo en las inmediaciones de Diego Alves, fue el Atlético el que marcó primero. El Valencia solo se había estirado una vez, encajonado porque su contrario llevó la iniciativa en el traqueteo. Fue una incursión de Gayà y un centro templado que cazó de media tijera Negredo. Feghouli, cuando menos, evitó que Moyá tuviera que estirarse al cruzarse en la trayectoria. En esa jugada Gayà dejó la señal del futbolista que es. No hubo mucho más acercamiento del Valencia, que tuvo que digerir otra consecuencia de esos guiones: un gol a balón parado. Hacia tiempo que el Atlético no acertaba con una de sus armas identitarias. Lanzó Gabi una falta frontal a la cabeza para que Torres la prolongara al centro del área. Allí Tiago bajó la pelota con el pecho para la llegada desde atrás de Koke. Reventó la pelota el canterano para un tiro raso que dejó poco margen de reacción a Alves. La vuelta de Koke es un alivio para Simeone por ese perfil de futbolista total desde lo táctico y desde la pelota. Anoche tocaba partido de brega y ahí Koke también sobresale. Vale para cualquier clase de partido y eso es impagable.

Hacia tiempo que el Atlético no acertaba a balón parado, una de sus armas identitarias

Con ventaja, el Atlético perfiló otro rasgo del curso pasado. Se amparó en el repliegue y en el 4-4-2 para buscar el contragolpe. Eso permitió entrar más en acción a Parejo y repuntar en el tramo final al Valencia. No cerraron el partido los rojiblancos cuando Tiago, casi debajo de la portería, estrelló en el larguero una dejada de Godín tras, cómo no, un saque de esquina. Para entonces ya cada entrenador había hecho los movimientos de piezas que les delataron. Simeone blindó más el medio metiendo a Mario por Koke y quitó a Torres, exhausto de tanto desmarque. Se quedó el Atlético con menos salida y Nuno arriesgó con Rodrigo y André Gomes. También el Valencia marcó con una jugada a balón parado. Parejo botó una falta lateral que fue directa al larguero y el rebote lo atrapó Mustafi. Reaccionó Simeone metiendo a Raúl Jiménez, que verticalizó el juego hacia la portería de Alves, pero no pudo deshacer ese empate que ha rebajado los grados de emoción de la recta final de haber ganado uno de los dos.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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