Froome insulta a Nibali por su ataque ‘antideportivo’
El británico se encaró con el ciclista del Astana por su maniobra "Yo no le vi, no me enteré de su avería", se defiende el siciliano
Nibali y Froome, los dos últimos ganadores del Tour, se solían llevar bien. Siempre hablaban con respeto el uno del otro, y se admiraban deportivamente. En 2015, sin embargo, sus relaciones se han agriado tanto que en dos ocasiones, que se sepa, han acabado insultándose a la cara después de dos etapas. En Le Havre, el insultante fue el italiano, quien reaccionó cálido pensando equivocadamente que Froome había provocado una caída que le torció la espalda y acabaría torciéndole todo el Tour. En la Toussuire, en el camerino que hace de antesala al podio, fue Froome el que se encaró con el italiano, al que dedicó palabras no publicables porque atacó en el Glandon justo en el momento en el que él, el líder, se había detenido para quitar un pegote de brea adherido a su rueda trasera y que le impedía rodar bien.
Las imágenes de la tele, repetidas múltiples veces, parecen dar la razón a Froome, pues en ellas se observa perfectamente cómo Nibali, antes de arrancar, mira hacia atrás y ve no solo a Froome parado sino a su gregario fiel, Poels, deteniéndose precipitadamente para auxiliarlo. La polémica que se generó fue similar, pero de menor intensidad, que la del ataque de Balès en el Tour de 2010, cuando a Andy Schleck se le salió la cadena y Contador pasó acelerando a su lado. La diferencia de intensidad se debe a que con aquel ataque Contador ganaba el Tour. Nibali, con el suyo, ganó una etapa y un par de puestos en la general.
“No repito los insultos porque son muy duros y hace muy feo oírlos”, dijo Nibali. “Pero Froome no tiene razón. Yo no le vi, no me enteré de su avería. Llevábamos toda la etapa preparando el ataque acelerando con Scarponi y Tangert y arranqué cuando lo creía conveniente. Ni radio Tour ni nadie me dijo que Froome se había parado por una avería. Yo me volví para hablar con Kangert y ni le vi. Además, no entiendo su enfado. Yo me caí en la etapa de los diques y él no se paró a esperarme. Lo que tendía que hacer Froome es pensar antes de hablar: hay que usar el cerebro y no lanzarse en caliente”.
Una hora después, ya más frío, Froome no se desdijo ni una coma. “A Nibali le dije sencillamente lo que pienso”, dijo el británico, cuya buena educación le impidió repetir en público lo gritado en privado. “Lo que hizo fue antideportivo y contrario al espíritu del Tour. Él tiene todo el derecho del mundo a atacar, pero eligió para hacerlo justo aquel en el que no podía. Mi avería provocó su ataque”.
No entendía Nibali, de todas maneras, por qué estaba tan enfadado Froome, cuando su ataque no afectaba para nada su liderato, sino los intereses de otros corredores. “Me debe de tener miedo, porque no me deja moverme ni aunque esté a ocho minutos”, dijo, desafiante, el siciliano. “Para nada”, respondió Froome. “Su ataque, que nadie siguió, provocó un efecto dominó, obligando a Contador y Valverde y a sus equipos a acelerar la carrera para que no se fuera muy lejos. Y eso me afectó”.
Eusebio Unzue, el director del Movistar, lamentaba la avería, no el ataque, pues frenó la estrategia de Valverde, uno al que le encanta picarse con Nibali, con quien tiene historias de rivalidad profundas. Unos kilómetros antes, el murciano había caracoleado en cabeza como esperando amigos que le acompañaran de marcha hasta que el equipo no le mandó parar. “Habría sido el momento ideal para atacar, y Valverde tendría que haberse ido con Nibali”, dice Unzue. “Pero sencillamente, no pudo. Quizás estaba cerrado entonces… Además, la avería había dejado a todos paralizados, y cuando recuperaron la tensión Nibali ya tenía unos metros decisivos”.
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