Carlos Mouriño: “No se crece solo gastando dinero en futbolistas”
De emigrante retornado a presidente de un Celta solvente en lo económico y en lo deportivo
En junio de 2008 el Celta culminó la Liga dos puntos sobre el descenso a Segunda División B. Esa misma semana había solicitado concurso de acreedores, una suspensión de pagos a la que llegó con una deuda de 69 millones de euros. Hoy no tiene números rojos, acaba de afrontar la compra de una nueva sede en el centro de Vigo, remodela su estadio y proyecta una ciudad deportiva. El equipo es cuarto en Primera División, a dos puntos del líder Barcelona, al que recibe esta tarde en Balaídos (20 horas, Canal+ Liga). En todo el proceso ha estado su presidente, Carlos Mouriño Atanes (Vigo, 1943), un empresario con una singular biografía a caballo entre Galicia y México, donde hizo fortuna con un imperio empresarial. Es el emigrante retornado que de niño soñaba ocupar la silla en la que se sienta. “Quería ser presidente más que jugador. Mi madre se lo comentaba a las amigas y esa inconsciencia de creerlo y escucharlo me convenció más, pero jamás pensé que pudiese ser real”, apunta.
Pregunta: El Celta ha dejado de sumar dos puntos en lo que va de Liga, fue contra Las Palmas en casa y hubo silbidos. ¿Qué está pasando?
Respuesta: A veces se olvida de donde venimos. Pasamos mucho sufrimiento y hay ilusiones que no son reales por presupuesto. Ojalá nos quedemos donde estamos, pero no es nuestro lugar. Aspiramos a no pasar apuros, sin cortar objetivos mayores, pero sin exigencias. Es un matiz importante.
P.: En cualquier caso la afición vuelve a estar con el equipo y puebla Balaídos..
R.: Hemos dado pasos para acercar el club no sólo al celtismo sino a la ciudad. Ahora ésta siente que el club es parte de ella.
P.: ¿Y eso no ocurría?
Algunos empresarios fracasan en el fútbol porque no separan forofismo del despacho
R.: Al menos ahora sí que pasa. Usted para entrar en la sede del Celta para hacerme esta entrevista ha tenido que llamar y tocar varias puertas, con la nueva sede en el centro de Vigo vamos a abrirnos a la gente y estar allí en familia, como cualquier sociedad.
P.: ¿Puede lograr eso un club de fútbol?
R.: Pensamos que sí y vamos a programar encuentros con técnicos, presidente, jugadores o directores de área para que la gente sienta al Celta como algo propio y lo disfrute. Tenemos que ser más un club que un equipo de fútbol y que la gente esté tan satisfecha si le ganamos al Barcelona que si compramos una nueva sede o abrimos dos escuelas fuera de España.
P.: ¿Había frialdad en el celtismo? ¿Era una afición de quince en quince días?
R.: Totalmente. No puedo negarlo, pero además en parte ha ocurrido por mi culpa porque cuando llego lo hago tremendamente mal, bajo al equipo a Segunda y hago una revolución que no da frutos. Y la gente se alejó del Celta.
P.: ¿Qué aprendió de aquello?
R.: Que los proyectos a pesar de las dificultades hay que llevarlos adelante tal y como uno los plantea y no en base a sensaciones o sentimientos momentáneos.
P.: ¿Para un mandatario el fútbol es un negocio de riesgo porque lo mueve el corazón?
R.: Absolutamente. Ha habido grandes empresarios de éxito que han fracasado en el fútbol porque a veces no somos capaces de separar nuestro forofismo del despacho. Eso nos lleva al fracaso.
Prefiero tener a Nolito en el campo que los millones en el banco
P.: ¿Cómo ha conseguido desapasionarse?
R.: No se consigue, se domina. Soy tan forofo como siempre, pero no voy a cometer la locura de, sin recursos sólidos y consistentes, hacer lo que me gustaría hacer si los tuviese. Por ahí vienen los endeudamientos progresivos y lo que les ha pasado a muchos equipos si fallan en su objetivo.
P.: ¿Qué sintió al solicitar el concurso de acreedores?
R.: Para mí fue algo tremendo. Estoy marcado por dos decisiones. Una fue esa y la otra destituir a Paco Herrera. No me gusta mirar atrás, pero si algo pudiera borrar serían esos dos momentos.
P.: Sin embargo el Celta ha salido bien parado del concurso.
R.: Otros equipos lo solicitan y luego siguen con deudas incluso superiores. El éxito fue marcar una pauta y llevarla, con alguna corrección, a rajatabla. Sufrimos mucho. ¿Cómo le hacías entender a la gente que fichábamos lo que podíamos, aquello que nos ofrecían a última hora y nadie quería?
P.: En 2015 es más sencillo, pero en 2008 muchos rivales fichaban a manos llenas.
R.: Era así, pero necesitábamos una mirada más amplia.
Siempre tuve morriña cuando estuve en México. Es inevitable para el exiliado
P.: ¿Se benefició el Celta de entrar en concursal en un momento en el que sus acreedores mayoritarios no apretaban como ahora?
R.: No. Rebato esa idea. Con Caixanova todos los créditos eran privilegiados y con Hacienda bastantes, sin posibilidad de quita. La mayor fue con los pequeños acreedores y muchos jugadores. Nos benefició que alguno de ellos decidieran convertir en acciones su deuda, pero con los grandes acreedores hubo que pagar casi todo.
P.: Vamos hacia un fútbol más riguroso en la gestión, ¿se podrá conseguir que nadie se salga de ese carril?
R.: Las medidas que se toman para lograrlo son acertadas, pero como en todos los estamentos siempre hay excepciones y son arbitrarias. Creo que las normas no se aplican de la misma forma para todos.
P.: ¿Tiene constancia de que alguien no las siga?
R.: Al revés. Creo que las normas no se aplican de la misma forma para todos.
P.: Eso depende de la Liga de Fútbol Profesional
R.: Al menos del Celta no depende…
P.: ¿El Celta ha dejado de ser un club vendedor?
R.: Desde este verano tenemos la gran ventaja de no estar endeudados y si me dice si prefiero los millones en el banco o Nolito en el campo, prefiero al jugador. Ahora se puede analizar cada caso y sin presión para el análisis. Siempre es difícil acertar, pero es más sencillo hacerlo sin pasar necesidad económica.
P.: Santi Mina pagó su rescisión y se fue. ¿Su sentimiento fue de satisfacción por el trabajo bien hecho o de pena?
R.: De tremenda pena. Por eso queremos recuperar a todos los canteranos que se fueron, incluído Santi Mina si se da la posibilidad. Pero con los chicos de casa tenemos el acuerdo tácito de dejarles salir si ponen la cláusula. Ellos cobran menos que los de fuera y no vamos a coartar la carrera de nadie. Y al final si ellos triunfan lejos también triunfa la cantera del Celta.
P.: ¿Apostar por los chicos de casa fue en su día vocación o necesidad?
R.: Lo hicimos desde el primer día, pero es un proceso en el que no te puedes acelerar porque corres el riesgo de dañarles. Debes medir los tiempos para que maduren.
Que los aficionados rivales tomen las cañas juntos. Ese es el paso
P.: ¿Es Berizzo su entrenador de futuro, que les ha transmitido él?
R.: Puedo hablar del club porque con él no hemos tocado el tema de la continuidad. A nosotros nos gustaría, pero yo he sido empleado muchas veces y he buscado oportunidades cuando me interesó, así que podría entender que en cualquier situación él quiera progresar si entiende que tiene ofertas mejores.
P.: ¿El Celta le ofrecería esa progresión? El club se embarca en proyectos que pueden significar detraer dinero para que el equipo gane a corto plazo.
R.: Ese es el dilema eterno. ¿Qué hacer? En su día gastamos mucho en la base para dar medios y profesionalizar a los técnicos, tener psicólogos o nutricionistas, preparar los campos o incluso, fíjese que cosa más simple, uniformar con equipajes iguales a todos los equipos. Nos salió bien y ahora vivimos gracias a que la cantera no sólo nos llevó a Primera sino que nos dio beneficios en buenas ventas. Pero en aquel momento afición, prensa y hasta técnicos no entendían por qué no reforzábamos al primer equipo con dos o tres jugadores que fuesen de los que más cobraban. Ahora también hay que elegir, pero con una diferencia: ya no tenemos que cumplir con el pago de seis millones anuales a acreedores. Podremos crecer, pero los que más gastan en son los ingleses y cuanto hace que no ganan en Europa… No se crece sólo gastando dinero en futbolistas. El jugador valora el esfuerzo colectivo, sentirse cómodo.
P.: El fútbol del Celta ya no es aquel racial y norteño. ¿Cómo se produjo esa evolución?
R.: Con esto no hay ni motivos ni accidentes, es filosofía y llevarla a cabo. Un día decidimos que todos los equipos del Celta tenían que jugar de una manera y en ello estamos. Con Eusebio conseguimos implantar ese fútbol de posesión no tan físico como el de antaño. Empezamos a no tener que cambiar quince jugadores cada temporada. Herrera continuó con la idea, le dio poso y logró el ascenso y Luis Enrique trajo seguridad y confianza. Ahora con Berizzo conseguimos dar un paso adelante en la clasificación y estamos en ese momento de saber si tenemos equipo para estar arriba. Creemos que aún no.
“Quiero blindar el club para que continúe en manos celtistas”
Un cuarto de siglo de la vida de Mouriño transcurrió en México, primero en el distrito federal y luego en el estado de Campeche. Allí vive la mayor parte de su familia, en la que echa de menos a su hijo Juan Camilo, que cuando falleció era ministro del Interior del país azteca, y a un pequeño nieto. Ambos perdieron la vida en trágicos accidentes cuando el presidente del Celta ya regía el club. La noche del ascenso a Primera, Carlos Mouriño lucía satisfecho, pero también desmejorado, con un punto de tristeza en la emoción.
P.: ¿Se puede superar la desgracia?
R.: No. Y cuando más notas las ausencias es en los buenos momentos porque te preguntas por qué no puedes disfrutarlo con todos.
P.: ¿Cómo es Campeche?
R.: Es tan tranquilo que ni el agua se mueve. Con menos delincuencia que el resto del país, pero con un problema muy grave: es el estado con más suicidios. Se está estudiando a fondo ese hecho. En mi grupo empresarial tenemos una fundación llamada Proyecto Total para tratar de detectar situaciones de riesgo con chicos jóvenes y contribuir a bajar los índices de suicidios.
P.: ¿La imagen que se tiene de México en España es la correcta?
R.: No podemos negar que hay muertes, asesinatos constantes feroces y crueles, pero se dan sobre todo entre clanes de narcotráficantes y esas noticias llegan aquí, son ciertas, reales y penosas, pero no tienen que ver con el día a día de la población. México es un buen lugar para vivir, aunque cuanto más al norte más dificultades puede haber, claro.
P.: ¿Por qué volvió?
R.: Siempre tuve morriña. Es inevitable para el exiliado. Y tuve éxito en los negocios y en la vida, fui tremendamente feliz en México y más con la tremenda satisfacción de ver que mis hijos podían dar continuidad al trabajo que estaba haciendo. Por eso tampoco tuve dudas en regresar.
P.: ¿Seguirá un Mouriño al frente del club cuando usted lo deje?
R.: Tengo dos hijos y nueve nietos y no sé que pensarán hacer ellos con el Celta. Tienen su vida hecha en México y que dejen aquello no lo puedo garantizar. Lo que quiero es blindar el club para que continúe en manos celtistas, dejar un patrimonio que no había y que nadie pueda disponer de él libremente porque habrá candados que lo impidan.
P.: ¿Algún tipo de limitación accionarial?
R.: Lo veremos cuando decida que mi vida en el Celta ha terminado. Claro que me gustaría que alguien de mi familia diese un paso adelante. Por ahora disfruto de mi trabajo aquí. Estoy voluntariamente, nadie me obliga. Si no fuese feliz lo dejaría.
P.: Se han dado pasos para que todo sea más normal y lógico, pero ¿no cree ha llegado el momento de enfocar la rivalidad Celta-Deportivo de otra manera y que las dos aficiones puedan compartir espacios al menos antes y después de los partidos?
R.: Tomar las cañas juntos. Ese es el paso. ¡Y que jamás falte la rivalidad! Cuando la mayoría nos impongamos a una minoría lo conseguiremos. Y creo que no es sólo una cuestión de las directivas, que tenemos el peso y la obligación como hacemos ahora de tirar en ese sentido. También los aficionados deben alzar la voz y que se sepa que son muchos más los que no quieren peleas. Yo siempre quiero al Deportivo en Primera. ¿Por qué no? ¿Por qué sí al Huelva o al Almería y no al Deportivo?
P.: Parece un anatema desear que el vecino gane.
R.: A mí no me lo diga, que me alegré cuando ganó el Deportivo el otro día en Vallecas. Me critican por esto, pero nunca he variado mi discurso. Debemos llevarnos bien y conseguir que se pueda ir a Vigo o a A Coruña a animar a nuestro equipo. Pero juntos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.