El tenis envejece
Un estudio confirma que los jugadores tardan más en llegar a la élite y que la edad media aumenta
“Todo el mundo me dice que estoy en el final pero, ya sabes, no tengo 89 años, me siento joven todavía”. La frase, pronunciada en 2013, cuando muchos barruntaban el ocaso de su carrera y el cierre de una era, es de Roger Federer. Al suizo, reconocía entonces, le movía el estímulo de medirse a las nuevas generaciones de jugadores, de competir contra esos chicos que en el futuro debían ocupar ese presunto vacío que en teoría, por una cuestión natural, generacional, debería haber dejado el de Basilea. Sin embargo, esos jóvenes no llegan y el ocupante del hueco sigue siendo el mismo, con 34 años y todavía más hambre de la que tienen los chicos que tendrían que haber dado desde hace tiempo un paso firme hacia adelante.
La longevidad de Federer, excelso aún en la veteranía, sintetiza la realidad actual del circuito: el tenis, en líneas generales, envejece; sus protagonistas, año tras año, siguen siendo los mismos y a las promesas les cuesta cada vez más acceder a la zona noble. Así lo refleja un estudio elaborado por cinco profesores españoles de la Universidad Camilo José Cela (UCJC), publicado por la revista científica International Journal of Performance and Analysis in Sport.
La edad media de acceso al 'top-100' se ha elevado en tres años en los chicos y en año y medio en ellas
Dicho estudio, efectuado acorde a las fluctuaciones en los rankings durante un periodo de 30 años, en el caso del cuadro masculino (1984-2013), y de otro de 16, en el femenino (1998-2013), establece que la edad media de los mejores tenistas del mundo ha aumentado. En concreto, se ha elevado en tres años la edad de los jugadores que logran ingresar en el top-100 (de 24,6 a 27,6) y la de las jugadoras casi un año y medio (de 23,5 a 24,8). Además, según la investigación, la entrada al listado se produce a una edad más tardía: los hombres lo consiguen a los 22,8 y las mujeres a los 21,6.
El informe, realizado en base a la oscilación de 1.040 tenistas (647 chicos y 393 féminas) y 4.600 posiciones en el listado (3.000 en la ATP y 1.600 en la WTA), agrega que el pico de rendimiento suele alcanzarse dos años después de entrar en el top-100, con 24,8 años y 23,6 respectivamente. “En los deportes puramente de fuerza lo alcanzan a edades tempranas, pero las características del tenis hacen que sea superior, ya que además de la condición física se requieren altos niveles de habilidad técnica y de toma de decisiones”, apunta personal asociado al estudio.
Independientemente de las cifras, existen múltiples factores que explican el envejecimiento en ambos circuitos. La mayor continuidad de los veteranos responde, al margen del talento, a la mejora en la preparación física, basada en nuevos programas de entrenamiento que inciden en la prevención de lesiones y las dietas nutricionales, así como en el empleo de nuevos materiales. “Ahora los tenistas se cuidan mucho más”, desliza Jordi Arrese, capitán del equipo español que conquistó la Davis en 2004; “y hay algo más. Ahora, el estilo de juego hace que no se quemen tanto. Los peloteos son menos duros y los puntos son más directos, así que el desgaste es menor que antes”.
"La diferencia la marca la madurez. Los jóvenes se dispersan y su capacidad de sufrimiento es menor"
Otra causa de que los jóvenes no acaparen protagonismo es la mentalidad. “Estamos ante una generación despistada”, precisa Antonio Cascales, en su día preparador de Juan Carlos Ferrero y ahora presidente de la Federación Valenciana. “Ha cambiado la forma de vida de los chicos y no hemos sabido actuar. Antes estaban más centrados; ahora no sueltan los móviles…”, agrega. “Esa es la clave todo: la mentalidad”, prolonga Xavi Budó, entrenador de Carla Suárez, la número seis del mundo. “Hoy día la diferencia la marca la madurez. En un deporte tan individual es fundamental la concentración y las rutinas, pero el modelo actual les conduce a los jóvenes a la dispersión. Su capacidad de sufrimiento es menor. Ahora es impensable imaginarse lo que ocurría antes, a un ganador o ganadora de un gran torneo con 17 ó 18 años. Si te fijas, llegan lejos aquellos que han tenido que afrontar previamente situaciones de adversidad”, matiza.
Teoría que corrobora Arrese: “Los valores de ahora no tienen que ver nada con los de antes. Hoy día los ves en los Grand Slams todo el día con los móviles, pendientes de las redes sociales... La cultura del esfuerzo ha menguado en estos últimos años”. Y, mientras tanto, ahí sigue Federer. A los 34, todo ambición.
El 'top-10', un territorio estanco
29,7 es la edad media de los integrantes del top-10 masculino. Cinco de ellos alcanzan la treintena: Ferrer (33), Federer (34), Wawrinka (30), Berdych (30) y Tsonga (30). Hace 10 años, la media era de 23,5 y dos décadas antes de 22. El miembro más joven es el japonés Nishikori, de 26, y las entradas y salidas son mínimas desde hace tiempo.
En 2006, Federer era el número uno con 24; en 1996, Pete Sampras lideraba a la misma edad. Ahora, Djokovic manda camino de los 29.
Taylor Fritz, estadounidense de 18 años, es el jugador más joven entre los 100 mejores del circuito de la ATP. Ocupa el 80º puesto de la lista.
En la WTA, la media del top-10 es de 26,5. Serena Williams gobierna con 34 años, aunque la presencia de jóvenes (Muguruza, Bencic...) es superior.
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